Potter Girl [Draco Malfoy]

Chapter Capítulo 64



—Draco...—susurró Lily.

Draco la miro con preocupación. Lily, su Lily, estaba ahí, hablándole por primera vez en meses, completamente despeinada, aún con la túnica de Quidditch. Estaba demacrada, pálida, ojerosa, parada ligeramente encorvada mientras se sujetaba delicadamente de su estomago, como si estuviera presionando una herida. La herida que Johnson le había hecho esa mañana. Y lo que más preocupación le dio, fue como sangre goteaba ligeramente de su guante derecho.

—Mi reina.—dijo Draco y rápidamente la ingresó a su cuarto. Al ser un prefecto, ahora tenía un cuarto individual.

Tomó a Lily por la cintura, provocando que ella gimiera de dolor, por lo que la cargo entre sus brazos sin decir nada y la llevó hasta el baño, donde la coloco en la tina y comenzó a quitarle la túnica.

—No...—lo miró con los ojos llorosos—¿Qué haces...?

—Mi amor...estás herida. ¿No te has curado la costilla rota?—cuestionó Draco sacando su varita y murmurando unas palabras.

—No se me dio la oportunidad.—respondió, permitiendo que las lagrimas comenzaran a escapar de sus ojos.

Soltó un grito cuando Draco consiguió arreglar su costilla. Se sentó en la bañera, en ropa interior, y tomó la mano de Draco entre las suyas cuando este se levanto para abrir la regadera. Las gotas de agua comenzaron a empapar el cuerpo de Lily.

—Draco...yo...

—Ahora no, querida, necesitas curarte la mano, —interrumpió Draco con voz suave, tomando su mano derecha y tirando del borde del guante— ¿con que te golpeaste que estas sangrand...?... ¿Quién putas te hizo esto, Lily?

La voz de Draco esta vez no tenía ninguna suavidad. Era fría, latente en furia. Su rostro demostraba la ira que estaba sintiendo, pero a pesar de su enfado, toco delicadamente la mano de su amada.

No debo decir mentiras.

No debo molestar con mi presencia.

No debo fingir ser inocente.

No debo irritar a los demás.

No debo ser una molestia constante.

Los ojos de Draco recorrían con furia cada palabra grabada en la piel de Lily. Alzó la mirada. Los ojos esmeraldas de Lily, aquellos que el amaba, estaban rojos e inundados por las lagrimas que no paraban de descender por las pálidas mejillas de la chica. Lily no paraba de llorar, pero no emitía ningún sonido.

—Estos son los castigos que te puso esa mujer, ¿no es cierto? ¿Con que demonios te lo hizo?—cuestionó furioso.

—Una pluma de sangre.—respondió Lily, apenas con un hilo de voz.—Y-Yo...

Inmediatamente, Lily rompió a llorar en un llanto tan desgarrador que provoco en Draco un dolor y furia inconmensurable. Lily, empapada por la regadera, de rodillas en la bañera, en ropa interior, dejando expuesto el hematoma de la cintura así como su delgadez y las marcas alrededor de toda su mano derecha, era ciertamente una imagen que Draco no hubiera querido ver ni en sus peores pesadillas.

—Y-Yo...n-n-no qu-quería mo-molest-t-arte...n-n-no que-ría p-pedir a-a-ayuda—sollozó Lily.— P-Pensé q-que p-pod-ía s-sola ¡pero no puedo! ¡No puedo, maldita sea! ¡No puedo!—explotó. Draco intentó abrazarla y ella se alejó.— ¡No puedo más con esto, Draco! Y-Ya....ya no puedo...e-estoy tan harta...ya no...no quiero vivir...no así...¡soy tan débil!

—Basta, cariño...

—¡Déjame terminar!—grito devuelta sin dejar de llorar. Su rostro estaba empapado por el agua y las lagrimas.— ¡Quise ser fuerte pero ya no puedo con esto! ¡Tu estás con Voldemort! ¡Todos me creen loca! ¡Estoy siendo torturada diario sin poder hacer nada para defenderme! ¡Y ya estoy harta de todo! ¡Solo quiero matarm...!

Las palabras murieron en los labios de Lily al momento en que Draco la interrumpió con un beso. La abrazó con fuerza y no dejó de besarla hasta que sintió que ella se tranquilizo. Al separarse, Lily, aún sollozando, se abrazó a el, quien con un movimiento de mano apagó la regadera y se desvistió, metiéndose junto a la chica en la bañera.

Cargó a Lily, de tal manera que ella quedo encima de el, acurrucados el uno contra el otro, mientras que con sus manos acariciaba la espalda y el cabello de Lily, la cual, si bien ya no sollozaba, las lagrimas no paraban de salir de sus ojos.

—Mi reina, —llamó Draco con suavidad, besando su coronilla.— deja de llorar, todo estará bien. Yo voy a encargarme de todo. Lo prometo.

Al no escuchar respuesta, Draco bajo la mirada, encontrándose con que Lily se había quedado dormida sobre su pecho, con lagrimas aún derramadas sobre su rostro. Se levantó con cuidado con ella en brazos, la dejó en la cama, con un movimiento de varita la seco, desabrocho su sujetador y le colocó una de sus camisetas interiores encima. La arropó en la cama y besó su frente, acariciando su mejilla con cariño.

Cambió su pijama por un pantalón, camisa y zapatos negros. Salió de su habitación de prefecto y fue a su antigua habitación, donde ingresó en silencio y despertó con cuidado a Blaise, Crabbe y Goyle, haciéndoles una seña de que se arreglaran con cuidado de no despertar a Theodore. Media hora más tarde, los cuatro caminaban por los desiertos pasillos de Hogwarts.

—¿A dónde se supone que vamos, Draco?—pregunto Blaise, confundido.

—A vengar a mi mujer.—respondió fríamente.

(...)

A la mañana siguiente, Lily despertó al sentir algo cálido sobre su cuerpo. Se removió un poco en el agua, y entonces, cuando su cerebro identifico que estaba en agua, despertó. Ahí, en la bañera, estaba ella, completamente desnuda mientras Draco terminaba de enjabonar su rojiza melena.

—¿Pero que...? ¿Draco?—se incorporó de golpe, pero al notar su desnudez, volvió a agacharse en el agua, mirando sonrojada a Draco, quien la veía divertido.— ¿Qué ocurrió? ¿P-Porqué estoy desnuda?—pregunto con la voz seca.

—Anoche te quedaste dormida mientras estábamos en la bañera, te seque y te lleve a dormir a la cama.—explicó Draco— Quise dejarte dormir un poco más antes del desayuno porque se que no has estado durmiendo, y no es como que anoche hayas dormido mucho, así que decidí bañarte yo mismo. Tienes el sueño bastante pesado últimamente. Respecto a tu desnudez,—añadió con sorna— bueno, no podía bañarte con ropa y no es como que haya algo que no haya visto antes.

—¡Draco!—riño sonrojada y este rio.

—Anda, mi reina.—la besó.—Es hora de desayunar. Te dejo para que te arregles.

Draco salió del baño. Lily se levantó de la bañera, abrió la regadera y terminó de enjabonarse para después envolverse en la toalla. Si tenía la duda sobre el como estaba su uniforme del colegio sobre el lavabo, ella no dijo nada. Se vistió con manos temblorosas.

No estaba segura de que se le había metido en la cabeza esa madrugada como para haber ido a pedirle ayuda a Draco. Llevaba meses ignorándolo, incluso le reprocho su lealtad a Voldemort, y ahora estaba ahí, en su habitación. Él incluso la había desnudado, bañado y cambiado. Secado sus lagrimas y consolado.

Salió del baño, sin saber realmente como sentirse, topándose con la imagen de Draco frente al espejo a punto de hacer su corbata. Draco la miro a través del espejo y le sonrió.

—¿Me ayudas?—pregunto Draco.

Lily no respondió, pero avanzó hacia él. Hizo el esfuerzo por ignorar los fuertes y rápidos latidos de su corazón y comenzó a hacer el nudo de la corbata. En cuanto lo tuvo listo, la acomodo bien en el cuello de la camisa y miró a Draco, quien la veía fijamente.

El nerviosismo la invadió, relamió sus labios y, antes de que pudiera separarse, Draco la sujeto de la cintura y la besó, pero ella intentó separarse.

—Bésame, Lily.

No era una petición ni un ruego, era una orden, pero eso a ella no le importo. En cuanto los labios de Draco volvieron a impactar con los suyos, su mente se nublo y no supo nada más. Sus manos se enredaron en el cuello de Draco, mientras este la apretaba más contra el.

Lily no sabía cuanto había extrañado a Draco hasta que volvió a sentirlo con ella. Y como no, Draco era el único hombre que le había gustado y con el cual había tenido un acercamiento intimo, eso sin contar la seguridad que le brindaba, su fuerza y protección. En brazos de Draco Malfoy, Lily se sentía intocable. Podía ser tan frágil como ella quisiera, y no importaría porque sabía que el podía protegerla.

Draco no estaba en una situación diferente. Aquellos meses sin su Lily habían sido como un martirio para él, pero no había insistido para no hacerla sentir presionada u ofuscada, en especial con toda la tensión que ella ya tenía. Estaba enamorado de Lily Potter desde que la conoció y supo entonces que quería pasar el resto de sus días con ella. Nunca miró a otra mujer que no fuera ella, ni miraría otra, para el solo podía ser Lily, nadie más. Y estaba dispuesto a dar todo para que ella estuviera bien, feliz, a salvo.

Cuando se separaron, los ojos de ambos brillaban. Draco acunó el rostro de Lily entre sus manos y acaricio sus mejillas, a lo que ella cerro los ojos disfrutando el tacto.

—Mi reina...—la llamó y ella lo miró— lo lamento, pero no voy a dejar que vuelvas a alejarte de mi.

—Igual no creo poder volver a estar mucho tiempo lejos de ti.—admitió Lily con una sonrisa irónica.

Se dieron un último beso y salieron de la habitación. Al bajar a la sala común, los demás integrantes de la casa contemplaban con una sonrisa el regreso de ambos reyes, mientras que sus cortes los esperaban al filo de la escalera. Pansy y Blaise sonreían picaros, mientras que los demás solo sonreían alegres.

Fueron al Gran Comedor, donde se sentaron juntos, en medio de la mesa, según correspondía a su jerarquía. Comenzaron a desayunar en un ambiente ameno.

—Come, querida.—dijo Draco sirviéndole un plato lleno de fruta y dos bagel con mermelada y queso crema.

—Es demasiado, engordare.—dijo Lily recibiendo el plato.

—Recuperaras tu peso, que es distinto.—corrigió Draco empezando a desayunar.

—No me gusta comer tanto...luego me da asco cuando estoy en mis castigos.—dijo Lily en voz baja.

—No te preocupes por tus castigos y come. Anda.—instó Draco con tranquilidad.

Ella lo miró algo confundida. Sabía muy bien lo furioso que se había puesto Draco anoche y también sabía perfectamente que el no era alguien que se quedara tan tranquilo ante su dolor.

—Umbridge no está.—comentó Theo a su lado, en voz baja.

Sus ojos fueron a la mesa de profesores, donde ni Dumbledore, ni Umbridge estaban. Frunció el ceño confundida.

—Quizá está en algo del Ministerio.—resolvió Lily, sin mucha convicción.—volverá para sus clases de seguro.

Pero no fue así. Umbridge no apareció en ninguna de sus clases de la mañana, ni de la tarde. En realidad, para cuando Lily quiso ir hacia su castigo, McGonagall la envió a su sala común sin decirle nada más.

A la hora de la cena, todos los alumnos comentaban sobre la ausencia liberadora de Umbridge por ese día, mientras que Lily suspiraba pesadamente.

—¿No deberías estar feliz por no tener castigo hoy?—pregunto Cassius.

—Error. —respondió con desgana— Estoy más estresada porque se perfectamente que cuando Umbridge regrese me hará pagar con creces el no haber tenido castigo hoy.

—No debes preocuparte por ello.—dijo Draco a su lado, leyendo un libro.

—¿Por qué lo dices?—pregunto confundida.

Sin embargo, antes de que Draco pudiera decir algo, Dumbledore, quien si había aparecido para la cena, llamó la atención del alumnado poniéndose de pie con rostro serio, causando nerviosismo entre los alumnos.

—Buenas noches a todos, —saludó Dumbledore— ahora que todos hemos consumido nuestros alimentos, siento tener que anunciarles una mala noticia.— todos lo miraron preocupados— La profesora Umbridge no podrá volver a a dar clases...

Un grito colectivo de jubilo resonó en todo el Gran Comedor, pero la mesa de Slytherin no fue parte de ello. Algunos miraban a Draco con un brillo de grandeza, mientras que otros veían la actitud sombría del profesorado. Lily miró a Theo, quien le respondió la misma mirada profunda.

—...no podrá volver a dar clases, porque ha sido encontrada muerta en el bosque prohibido.

Los gritos y sonrisas desaparecieron, siendo remplazados por rostros llenos de pánico. Lily se tensó.

—Lamento tener que informar que se trata de un caso de homicidio. —informó Dumbledore con pesar.— La profesora Umbridge fue encontrada en los inicios del Bosque Prohibido. Fue torturada con una maldición desconocida, pero parece tener los efectos equivalentes al de un cuchillo invisible, acuchillando repetidamente, lo cual le provoco heridas sangrientas. También fue sometida a la maldición cruciatus.

»Aún se desconoce quien fue el autor de este ataque, pero mientras tanto el Ministerio se ha puesto al tanto y todos les rogamos que por favor sean prudentes y no salgan de los limites estipulados del colegio.

La sangre abandonó el cuerpo de Lily. Una maldición equivalente a un cuchillo...conocía muy bien dicha maldición desconocida. En realidad, casi toda la casa de Slytherin conocía dicha maldición ya que solo dos Slytherin sabían hacerla. Miró al profesor Snape, quien se mantenía serio e impasible como siempre, pero Lily pudo notar la tensión en su cuerpo y el como se esforzaba por no mirar a los miembros de su casa. Sabía lo que eso significaba.

El brazo de Draco la tomó por la cintura y le dio un besó en la coronilla. Ella lo miro conmocionada.

—Te dije que ya no debías preocuparte, querida.—dijo Draco con tranquilidad, acariciando su cabello con una sonrisa.

Dumbledore dio algunas indicaciones, entre ellas que un nuevo representante del Ministerio sería el próximo maestro de Defensa Contra las Artes Oscuras, pero que llegaría hasta la siguiente semana, mientras tanto todos quedaban exentos de la materia.

Al termino de los anuncios, todos fueron a la sala común. Ahí, Draco se sentó en el único sofá individual, siendo observado por todos.

—Umbridge fue asesinada con un Sectumsempra.—habló Lily en voz alta, exteriorizando lo que todos pensaban.

—Lo sé, querida.—dijo Draco viéndola con tranquilidad.

—Esa maldición es creación de Snape, pero tu lo has convertido en tu maldición estrella.

—También lo sé.

—Draco...—Lily lo miró incrédula. Draco se levantó con elegancia y miro a todos los espectadores con frialdad.

—Sí, yo fui quien mato a Umbridge y, como todos deben saber, mantendrán su boca callada a menos que quieran esperar las represalias. Recuerden, los Slytherin nos mantenemos unidos siempre.

—Siempre.—repitieron todos.

Todos fueron a sus habitaciones, Draco tomó su libro y tomando de la mano a Lily, la llevó hasta su habitación, donde al entrar se sentó en la cama y la sentó a ella sobre sus piernas.

—Draco...

—¿Me temes?—pregunto con seriedad.

—Temo más el hecho de que me encante que hayas sido capaz de matar por mí.—respondió Lily con sinceridad.

—Creo que es momento de explicarte algo, mi reina.—Draco la apretó contra si.— Cuando dije que llegaría un punto donde me uniría a Voldemort, no me refería a que le sería leal. La única persona a la que le soy completamente leal es a ti. Bueno, y a Blaise.

—No entiendo que...

—Tu solo debes decirme lo que deseas y yo te lo daré.—continuó Draco con seriedad.— Mi prioridad es protegerte. Debes recordarlo, yo siempre estaré de tu lado. Siempre. Porque te amo, Lily Potter.

—...Te amo, Draco Malfoy.

El resto del mes de noviembre y principios del mes de Diciembre pasaron en completa tranquilidad. Bueno, tranquilidad para Lily, aunque no para todo el mundo. Al día siguiente de que se anunció el asesinato de Umbridge, El Profeta público en primera plana como Umbridge, con autorización del ministro Fudge (porque hasta una foto del permiso firmado apareció) hizo de las suyas para torturar a los estudiantes de Hogwarts con una pluma de sangre.

Fudge estaba en la mira. Los padres de familia y la comunidad en general estaban indignados por lo sucedido, provocando que nadie se sintiera mal por el asesinato de la mujer, causando que por ende no se pusiera un debido esfuerzo en la investigación sobre el ataque. Lily ya no estaba en el ojo del huracán, ahora lo estaba Fudge por su negligencia.

El nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras era...normal. Un señor del ministerio, gordo y aburrido que solo se dedicaba a leer capítulos del mismo libro que ordeno Umbridge. No les encargaba tareas ni les preguntaba nada, y si bien nadie estaba entendiendo nada, nadie iba a quejarse.

Después de todo, ya no había Suma Inquisitoria y podrían hacer lo que quisieran. Fue así como Theo y Lily, unos días después de lo sucedido, en la biblioteca, se enteraron por la misma Hermione que la razón de su extraño comportamiento había sido porque había creado un grupo para aprender Defensa Contra las Artes Oscuras.

—¿Ejercito de Dumbledore?—leyó Lily el papel con desdén.— Ahora entiendo porque no insististe en que yo diera clases, cualquier grupo que fuera a favor de Dumbledore no es un lugar donde yo estaría voluntariamente.

—Sí, bueno, necesitábamos practicar, pero ahora que Umbridge no está todos lo hacen por su cuenta. —explicó Hermione encogiéndose de hombros.— Por cierto, ¿debería preocuparme porque regresaste con Malfoy? Es que...llámenme loca pero me da la impresión de que el tuvo que ver con la muerte de Umbridge.

—Es porque el la mato.—informó Theo y Hermione empalideció.

—Dejémoslo en que Draco solo intentó ayudarme...a su muy dramática y extremista manera. —suspiró Lily y sonrió ligeramente.— pero estoy bien. Me siento...me siento muy bien.

—Yo...—Hermione negó con la cabeza.— No, ni siquiera diré nada. Solo te apoyo en lo que quieras. Tu sabrás lo que haces.

—Gracias, Hermione.—sonrió Lily.

—Mi bella leona, ¿al fin aceptarás una cita conmigo?—cuestionó Blaise, apareciendo detrás de Hermione y hablándole al oído.

—¡Zabini!—se quejó Hermione sonrojada y todos rieron en voz baja.

—Shhh, la señora Pince vendrá a corrernos.—Blaise puso los brazos en jarra.— ¿Qué no sabes comportarte en una biblioteca, leona? Muy mal, deberías quitarte a ti misma diez puntos.

—Oh, ya cállate.

Y mientras Blaise molestaba a una sonrojada Hermione, Lily disfruto de la llegada de Draco a su lado, quien besó su hombro con ternura. Theodore, mientras tanto, había desaparecido detrás de unos estantes para hablar con la risueña de Luna Lovegood.

Para cuando llegaron las vacaciones de Navidad, Theo le informó a Lily que había invitado a Luna a pasarla juntos en su mansión, por si ella quería ir también, pero Lily declinó la oferta para darle algo de espacio a su enamorado amigo. Por otra parte, Lily les dio la instrucción a Cassius y Astoria de quedarse en la Mansión Warrington, donde Pansy también se quedaría.

Era la primera vez en casi cinco años que Lily volvía a pasar las navidades en Privet Drive con su tía Petunia y su primo Dudley, quien ya se encontraba completamente bien después del ataque del dementor.

—Bienvenida, mi niña.—dijo Petunia en cuanto llegaron a casa.— Estoy tan feliz de pasar navidad nuevamente contigo.

—Y yo, hermana.—sonrió Dudley.

Los días transcurrieron con una tranquilidad que Lily no había vuelto a sentir desde que era una niña. Pasaba los días haciendo de comer con su tía, jugando videojuegos con Dudley y viendo películas navideñas en la sala recargada en el torso de su tía y con Dudley recostado en sus piernas.

La noche de navidad llegó con una suave y fría brisa de invierno, mostrando la nieve que cubría las calles de Privet Drive. Esa noche, la familia Evans cantó villancicos, jugaron juegos de mesa e hicieron una competencia para ver quien decoraba la mejor casa de Jengibre.

Competencia que perdió Dudley al comerse las galletas.

Al marcar las doce, Petunia Evans abrazo a ambos adolescentes con fuerza y besó sus mejillas repetidas veces.

—Mi Lily, mi dulce y hermosa niña.—dijo Petunia con lagrimas en los ojos.—Feliz navidad, mi amor. Sabes que para mi eres mi hija y te amo. No sabes lo feliz que soy de poder estar de nuevo los tres en familia.

—Y yo te amo a ti como mi madre, tía.—dijo Lily en el mismo estado.— Te amo mucho y gracias por haberme cuidado todos estos años. Te amo mucho.

—¿Y yo estoy pintado?—pregunto Dudley abrazando a ambas mujeres y estas rieron. Lily lo abrazó con fuerza.

—Claro que no, Gran D.—lo miró con cariño.— Te amo mucho, hermano. Gracias por siempre cuidarme, feliz navidad.

—Feliz navidad a la hermana más hermosa.—sonrió Dudley.— Te amo más.

Petunia le había regalado un nuevo cardigán esmeralda a Lily (así como también se las ingenio para enviarle uno rojo a Hermione y otro esmeralda a Theo), así como también un nuevo collar de perlas (porque el que tenía había sido suyo en el pasado, heredado de su propia madre, la abuela de Lily), un álbum con todas las fotografías que tenían los tres juntos y un nuevo walkman con una camiseta autografiada de Bon Jovi.

Dudley, por otro lado, le había regalado un enorme oso de peluche (tan grande como el, literalmente hablando) color rubio y de ojos azules como los de él. Una preciosa pulsera de oro blanco con un mensaje grabado “con amor, de tu hermano” y un retrato enmarcado de los tres juntos poco antes de que llegara su carta de Hogwarts.

Lily, por otro lado, le regalo a Dudley muchos videojuegos y un set de beisbol que sabía que el amaría. A Petunia le dio un precioso anillo de diamantes y un maravilloso vestido de diseñador. Así como a ambos les regalo también un precioso collar plateado con un dije de cristal en forma de serpiente.

—Se que quizá no les guste tanto el collar, pero les pido que nunca se lo quiten, con esto podre saber si están en peligro mortal en cualquier momento.—dijo Lily con una sonrisa.

Antes de que su familia pudiera responder, el timbre sonó y fue ella misma quien se dirigió a abrir la puerta, quedando impactada ante su visitante.

—¿Draco?—lo miro sorprendida—¿Qué haces aquí?

Draco estaba en la puerta de su casa, con dos enormes ramos de flores, uno de tulipanes rojos y azules y otro de rosas rojas. Vestía con un traje negro que lo hacía ver muy atractivo.

—Vine a hacer algo que debí haber hecho desde hace mucho, ¿puedo pasar?

—¿E-Es seguro?—pregunto nerviosa.

—Recuerda que nunca te pondría en peligro. Ni a ti ni a nadie que tu ames.—replicó Draco con diversión, dejándole un casto beso en los labios y dándole el ramo de tulipanes antes de entrar a la casa.

—¿Quién era, cariño?—pregunto Petunia.

Draco y Lily entraron al comedor. Lily sonreía nerviosa y no sabía muy bien como proceder. Draco, por otro lado, asintió a modo de saludo a Dudley y se acercó a Petunia, ofreciéndole el ramo de rosas que acepto gustosa.

—Mucho gusto, señora Evans.—saludó con firmeza— Mi nombre es Draco Malfoy y vine a pedirle permiso para ser el novio de su hija.

Sorprendentemente, Petunia no pudo estar más feliz con la noticia. Draco cumplía con todos los requisitos que le gustaría para su futuro yerno: guapo, adinerado y perdidamente enamorado de su hija.

Dudley, por otra parte, se vendió en el mismo momento en que Draco le obsequió unas entradas en primera fila para ver a los Yankees. Lily ni siquiera sabía como es que conocía a los Yankees o como es que había conseguido las entradas.

Al final, todos convivieron alegremente hasta las tres de la madrugada, hora en que Petunia y Dudley se quedaron dormidos en la sala, mientras que Draco y Lily bailaban lentamente al son de una canción antigua en el comedor.

—Es perfecto.—susurró Lily recargada en su pecho.

—¿Qué cosa?—pregunto Draco.

—Todo esto. Todo es perfecto.—respondió mirándolo.— Tengo a mi familia y a ti en el mismo lugar, disfrutando juntos la navidad. Ya no tengo problemas en Hogwarts y tanto El Profeta como el Ministerio me han dejado de lado de momento. Y todo es gracias a ti.

—No debes agradecerme nada, sabes que tu felicidad es la mía.—dijo Draco mirándola con amor.

—Te amo, mi amor. No podría ser más feliz. —susurró Lily y lo besó.

La navidad de 1995 fue maravillosa para Lily, nada podía arruinar su felicidad.

O al menos así sería hasta la mañana siguiente, cuando Draco ya se hubo ido y un Patronus, el cual reconoció como el de Remus, llegó a su casa, diciendo:

—Arréglate lo antes posible, lamento tener que arruinar tus vacaciones pero Sirius y yo tenemos que contarte algo. Vístete de negro....porque antes tendremos que pasar a un funeral...

»...Arthur Weasley ha muerto.


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