Chapter 47
Deudor de Nadie
47–Deudor de Nadie
(Caspien)
Miré hacia Griffen, quien tenía a la mujer en un fuerte agarre, el cuchillo contra su garganta, ella sacudía la cabeza y solo conseguía que la sangre se acumulara alrededor del cuchillo.
-Por favor, John, por favor -murmuró.
-¡Cállate! -gruñó él, su ira aflorando en la superficie, rompiendo su máscara de calma.
Los hombres formaron un círculo alrededor de nosotros, y John encontró mi mirada, una sonrisa completa en su
rostro.
El Príncipe Alfa, lástima que tengas que morir a mis manos, pero no puedo decir que no disfrutaré
añadiéndote a mi lista.
Mátala le dije a Griffen.
-¡Detente! – gritó el rey asesino, parecía sorprendido consigo mismo.
-Así que ella significa algo–Me volví hacia la mujer, que lucía décadas más joven ahora–¿Quién eres para él? – Incliné la cabeza hacia el asesino. Sus labios se apretaron en una línea desafiante. Encogí los hombros y me
volví.
Sabía demasiado bien que no debía prolongar estas cosas. Un poco de sorpresa hacía maravillas, sinceramente.
cosa.
-Mátala repeti.
Hazlo le transmitia Griffen.
–
Un grito fue interrumpido por un ahogo, el suave burbujeo de la sangre.
Los ojos del asesino se abrieron de par en par, se agarró el corazón y tambaleó, buscando algo, cualquier
-¿Tu pareja? -pregunté.
La culpa empezó a aflorar en mí, pero luego recordé que él la encontraría en el más allá en unos breves momentos. Su rostro dolorido confirmó mis sospechas.
Acorté la distancia entre nosotros.
-Enfréntame como un hombre, lobo a lobo, o puedes morir aquí mismo -Su rostro se contorsionó, mostrando
solo rabia.
-Mátalo–susurró.
Los asesinos se miraron entre sí pero no se movieron.
Ahora me conecté con Holden y escuché un ruido inmediatamente detrás de nosotros.
-Fuiste tras mi hijo miré hacia abajo a su rostro, aún contorsionado por el dolor-. Fuiste tras un niño. No hay redención para tu clase.
Extendí mi mano y Griffen colocó el puñal en ella, resbaladizo con la sangre de la pareja de mi objetivo. Levanté la vista y me encontré con la mirada serena de Ezra, sus ojos azules y marrones me devolvieron la mirada, y me dio un gesto de asentimiento.
– Odío hacerlo de esta manera. Se siente barato -suspiré. Pero viniste por lo que es mío.
Dejé que la ira se desatara por completo. Me envolvió y superó todos los sentidos. Se convirtió en mí.
Me adapté a la persona que iba a ser antes de conocer a Willa. Abracé la fachada que todos creían que era yo. Me convertí en él; el frío y cruel Príncipe Alfa, y lo saboreé.
25 Purina
47–Deudor de Nadie
Miró a su alrededor, confundido por qué nadie nos estaba matando, antes de mirarme.
Agarré su cabeza con ambas manos y miré sus ojos grises parpadeantes que contenían odio y pasión y algo que podría haber sido anhelo.
Le rompi el cuello y vi cómo sus brillantes ojos se apagaban.
Sin emoción, sin sentimiento, nada.
Tomé el puñal y lo clavé en su arteria, y lo giré. Sangre caliente brotó de la herida en gruesos chorros. Retiré el puñal y él se desplomó en el suelo después de soltarlo.
Di un paso atrás. No me gustó cómo sucedió eso. Fue indigno, pero estaba justificado. Fue por Emmett, y nunca permitiría que nadie representara una amenaza para mi familia.
Ezra dio un paso adelante, su mandíbula tensa mientras miraba a este asesino. Una mezcla de dolor y resolución firme cruzaron su rostro. Él quería su libertad, pero a costa de alguien que podría haberlo criado. No podía imaginar
eso.
Se inclinó y puso dos dedos en el cuello del asesino, asintiendo casi imperceptiblemente. -Nuestro maestro.
está muerto.
-Pervertido
se burló Cali, y le lancé una mirada de reojo.
Ezra se levantó y se puso frente a mí, llevando una bolsa sobre su hombro y me entregó un grueso archivo de
cuero.
Los trabajos del último mes, encontrarás lo que buscas ahí -Tomé el archivo y se lo pasé a Griffen.
-Gracias le hice un gesto con la cabeza. No esperaba que trajera eso.
-Te debemos dijo Ezra. Él y su nueva manada inclinaron la cabeza, con las manos sobre sus corazones–
Nos diste nuestra libertad.
No respondi, también nos ayudaste. Lograste esto por ti mismo, llamémoslo un empate. Ya no estás en
deuda con nadie.
La cabeza de Ezra se levantó y encontró mi mirada con algo tan profundo y sincero que me dejó sin aliento.
-Gracias, Príncipe -dijo, una sonrisa real bailó en su rostro, iluminando sus rasgos. Nosotros nos encargaremos de las consecuencias y los cuerpos dijo uno de ellos.
-No–interrumpi-. Nosotros nos encargaremos de los cuerpos.
-Entendido asintió. Nos vemos dijo, la tensión parecía abandonar su cuerpo.
Él y Los Sin Manada se volvieron hacia sí mismos y se alejaron con facilidad. Eran más ruidosos al caminar de lo
que eran cuando llegaron. Cada paso sonaba pesado y jubiloso..
Les estaba agradecido. Si no hubieran estado a nuestro lado, sabía que no habríamos salido vivos de aquí.
Miré al suelo. El Asesino Silencioso yacía con los ojos abiertos de par en par, cubierto de su propia sangre fresca. El hombre que infundía miedo en tantos ya no existía. No quiero llamarlo suerte, no creía en esa tontería. Pero algo funcionó a nuestro favor, algo se alineó, y lancé una oración y agradecimiento a la Diosa Luna.
-Deshazte de ellos dije e hice un gesto con la cabeza hacia Griffen, abri la mano para recibir la carpeta.
Di la espalda al claro y respiré profundamente, feliz de que todo hubiera terminado y anhelando a mi pareja y a nuestro hijo. Necesitaba volver a mi teléfono real para ponerlos al tanto.
Abrí el archivo y hojeé las páginas. Tantos nombres, tantas muertes.
Me detuve cuando vi el nombre de Emmett.
Mi estómago se contrajo y todo el aire me abandonó. Temblaba, luchando por aferrarme a la carpeta mientras escaneaba la página hasta encontrar el nombre del monstruo que intentaba robar a mi hijo.
Rugi, dejando caer la carpeta cuando lo encontré.