Chapter Capítulo 58
Capítulo 58
“Sin él habrá otro, hermano, ¿cuándo te volviste tan egoista?
¡No quiero hablar contigo!” Violeta comia enojada el plato que tenía delante, un atole dulce que, de alguna manera, nunca sabía tan rico como el que Adrián preparaba. Maldita sea la habilidad culinaria de Adrián en su vida pasada, que habla vuelto su paladar tan exigente.
Ahora, bebiendo su atole y comiendo sus antojitos, todo le parecia insipido.
“Acabo de llegar y escucho que Violeta está enojada, ¿qué pasó? ¿Tu hermano te molestó?”
Al oír esa voz familiar y suave, Violeta giró la cabeza hacia la dirección de dónde venía, era Lucrecia quien habia llegado. Se levantó rápidamente y saludó, “Hola, cuñada…” Por alguna razón, la presencia de Lucrecia la ponía un poco nerviosa.
Maurino preguntó: “¿No estabas en el hospital? ¿Cómo viniste?”
¿Hospital? ¿Por qué estaria Lucrecia hospitalizada?
Inmediatamente, el camarero añadió un cubierto al lado de Maurino y Lucrecia se sentó a su lado.
Violeta también lo notó, el rostro pálido y enfermizo de Lucrecia, los moretones de la aguja en el dorso de su mano aún no hablan desaparecido de aquellas manos blancas y delicadas, suaves como las de un bebé.
“Llame a Ernesto y supe que estabas aqui, celebrando el cumpleaños de Violeta. Como no era nada serio, pensé que como cuñada no debería faltar. De camino, preparé un regalo esperando que a Violeta le gustara.” Lucrecia sacó una pequeña caja de terciopelo rojo de su bolso y la puso frente a Violeta, quien al abrirla, encontró un broche rosa. ‘Consegui este broche en una subasta benéfica la Última vez, cuando vi el color y el diseño, pensé que le quedaria perfecto a Violeta, así que lo compré sin dudar.”
Violeta recordó que ese broche era un tesoro medieval único en el mundo, de incalculable valor.
¿Se habia vuelto loca Lucrecia?
¿Por qué, sin más, le daria algo asi?
Violeta miró a Maurino de reojo, que parecia completamente ajeno a la situación. Ella fingió ignorancia y con inocencia comentó, “Hermano, cuñada, no es de extrañat que hagan tan buena pareja, hasta en el gusto para elegir regalos son iguales.”
Saco el llavero rosa que Maurino le habia dado y lo puso junto a su regalo, “¿Verdad, cuñada?”
Lucrecia tenia una mirada llena de ternura, miró al hombre a su lado con una sonrisa profunda, pero también con un toque de timidez, luego volvió su vista a Violeta, “Anoche me senti un poco mal y Maurino me llevó al hospital Qué mala suerte enfermarme justo ahora, si no habria celebrado tu cumpleaños con Maurino.
Si no te molesta, esta noche Maurino y yo pod mos prepararte una cena, como una forma de compensarte.”
Violeta, honrada por la oferta, sabía en su corazón que Lucrecia era tan amable con ella solo por Maurino. Si no tuviera nada que ver con él, ¿por qué se asociaria con alguien como ella?
Violeta sabia su lugar y cómo actuar, “Yo…”
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Justo cuando iba a decir algo, Maurino intervino, “¿Quieres ir?”
Violeta quería rechazar la oferta, pero al ver a Lucrecia levantarse y sentarse a su lado con una
sonrisa cariñosa, tomando su mano debajo de la mesa y haciendo un pequeño gesto con la palma de su mano, ella entendió el mensaje, “Espero no causarles problemas.”
“Perfecto, también puedo presentarte a Rosalía, tienen más o menos la misma edad, ambas son chicas jóvenes, ¡seguro que se llevarán bien!”
¿Rosalía?