Chapter Capítulo 47
Capítulo 47
Lucrecia se mostró preocupada: “¿Qué pasa? ¿Violeta tendrá algún problema?”
Maurino dejó ver un atisbo de sombra en sus ojos, su tono era grave y frío. “Si no está, llámala o manda gente a buscarla, ¿acaso necesitas que te enseñe como contactar a alguien?”
Ernesto, sin mostrar la menor negligencia ante el enojo percibido, respondió con prisa: “Si, ya mismo hago las llamadas.”
En el cine.
Violeta, con un gran balde de palomitas de maíz en los brazos, seguía a Adrián hacia la sala número tres, donde verían una pelicula de fantasia extranjera de dos horas y media de duración.
Sin embargo, ella desconocía que en ese momento, Maurino movía cielo y tierra para encontrarla. Ernesto, tras recibir noticias de los guardaespaldas, informó: “Hemos buscado en la casa y en todos los lugares cercanos, pero no hay rastro de la señorita Violeta.
Pero alguien vio que salió con un hombre.”
La mirada de Maurino se tornó gélida, “¿Un hombre?”
Ernesto asintió: “Si. Ya envié la ubicación a los guardaespaldas, pronto tendremos noticias.”
Lucrecia se sorprendió al ver el aura helada que emanaba del hombre a su lado, nunca lo había visto asi. Queria decir algo, pero sus labios carmesi se detuvieron antes de hablar y sin decir una palabra, simplémente se quedó a su lado esperando noticias.
El tiempo se esfumaba lentamente.
Una hora más tarde, se había rastreado toda la zona sin resultados.
La reunión de padres en el colegio estaba llegando a su fin y las personas comenzaban a marcharse.
La paciencia de Maurino se estaba agotando.
El cielo se teñía con los colores del atardecer mientras las nubes brillaban con el resplandor dorado, iluminando las calles.
Un guardia de seguridad cerró la puerta y al ver a alguien aún afuera, se acercó.
El guardia golpeó la ventana del coche y fue Ernesto quien bajó el cristal. Con buena intención, le advirtió: “¿Eres padre de un estudiante del Colegio Los Olivos? Todo el mundo se ha ido ya, deberian volver a casa ustedes también.”
Ernesto volvió a cerrar la ventana y mirando al hombre que descansaba con los ojos cerrados en el espejo retrovisor, comentó: “Señor, el evento ha terminado, hemos esperado más de tres horas. Quizás la señorita Violeta solo se distrajo y olvidó la hora, podría ser que ya haya regresado por su
cuenta.”
Maurino cuestionó con tono sereno pero evidente irritación: “¿Distraida?
¿Y aún no la han encontrado?”
Ernesto percibia la calma antes de la torment abia que el jefe estaba realmente enojado.
11:50:
Lucrecia también perdia la paciencia y sugirió: “Mauri, mejor volvamos, Violeta seguramente estará bien, siento un malestar en el pecho.”
Al salir del cine, Violeta y Adrian se fueron de compras al centro comercial.
Ese chico era muy practico, ¿quien iba a imaginar que el regalo de cumpleaños que le daría sería un Get de exámenes de admisión universitaria y pruebas de competencia matemática?
Estaba a punto de enloquecer,
Violeta se tapó los oidos, “Adrián, no tengo nada contra ti, pero parece que quieres acabarme, ¿quién regala eso?”
En la libreria no se podia hablar alto, asi que Adrián la llevó a un rincón tranquilo. Con una cicatriz en la palma de su mano y un calor abrasador, cubrió los lablos de Violeta: “Los problemas no son dificiles, presta atención en clase, tengo paciencia para enseñarte.”
Ella tomó su mano y su mirada hacia él era cualquier cosa menos Inocente, “Adrián, estás buscando maneras de torturarme, cuando te cases y tengas hijos, serás igual de exigente con tu esposa?”
Él se percató de la proximidad anormal entre ambos y dio un paso atrás, desviando su mirada, “No plenses en cosas que no vienen al caso, aún es temprano para ti, toma tus cosas, te llevaré a casa,”
Violeta hizo una mueca detrás de su espalda y al pasar por un estante, vio una serie de libros titulados. “Trescientas veinte maneras de mejorar la inteligencia emocional de un hombre“.
Adrián sacó el dinero para pagar, mientras que Violeta se hizo de la vista gorda incluso teniendo un cuenta de ahorros muy alta. Ese dinero era lo que Maurino le habia dado para sus gastos y tenía una buena cantidad. La verdad es que Violeta no se atrevia a gastar ese dinero, y tampoco es que tuviera en qué gastarla.