La Traición Silvia G. Rivero novela completa

Chapter Capítulo 21



Capítulo 21 

Ainhoa levantó la vista hacia él, mientras que con una mirada fría y los ojos ligeramente) enrojecidos dijo: “¿Y si digo que sí, el presidente Castro va a obligarme a subir a la mesa de operaciones para abortar?” 

Los ojos de Enzo se oscurecieron levemente mientras observaba las delgadas mejillas de Ainhoa durante un buen rato. Después de mucho tiempo, finalmente habló: “¿Por qué no me dijiste un asunto tan importante?” 

Ainhoa se burló: ¿Decirtelo un día antes para que me hicieras abortar al niño antes, verdad?” 

“Ainhoa, ¿puedes escucharme bien?” Enzo agarró su barbilla con fuerza. 

Ainhoa, con los ojos levemente enrojecidos, miró a Enzo y le dijo: “El presidente Castro ya va a casarse y tener hijos con otra persona, ¿te importará que tenga un niño?” 

Enzo miró esa cara obstinada de Ainhoa y se mordió los dientes por dentro. Sin importarle cómo se resistiera Ainhoa, tomó su muñeca y la llevó hacia la sala de cirugía de ginecología y obstetricia. Ainhoa intentó liberarse, pero escuchó la voz irrefutable de Enzo en su oído diciendo: “Tranquila, te aseguraré la mejor especialista en ginecología y obstetricia.” 

Al oír esas palabras, el ya destrozado corazón de Ainhoa se sintió aún más adolorido. 

Mientras Enzo llevaba a la mujer que amaba a hacerse chequeos prenatales, también pensaba en abortar a su hijo. Si ese niño todavía estuviera ahi, ¿no sería mucho más doloroso si fuera eliminado por su propio padre biológico? 

Pensando en todo eso, Ainhoa cerró los ojos con tristeza. Ella se soltó de Enzo diciéndole: “No se preocupe, presidente Castro, realmente no estoy embarazada.” 

Retrocedió unos pasos, miró esos ojos profundos de Enzo y se dio la vuelta para irse. Pero no había caminado mucho cuando fue levantada en el aire por alguien. La voz profunda de Enzo llegó a su oído: “¿No te atreves a hacerte la prueba? ¿O quieres dar a luz al niño en secreto y luego, con la ventaja de ser madre, me obligarás a casarme contigo?” 

Ainhoa luchó por salir de sus brazos y le dijo: “Enzo, jun hombre como tú no merece tener hijos! ¡Bájame!” 

Enzo la llevó a una habitación sin más preámbulos. No fue hasta entonces que notó que la cara de Ainhoa estaba aún más delgada que dijo con molestia: “¿No eras muy capaz? ¿Cómo has permitido llegar a este estado después de dejarme? Mira tu cara, ¿aún se puede ver?” 

Sus fríos dedos acariciaron la mejilla de Ainhoa, y su voz se volvió aún más ronca: “Te lo dije, vuelve a mi lado y todos tus problemas desaparecerán. 

19:58 

Ainhoa se rio con desdén gritándole: “¡Ese día nunca llegará!” 

Dicho eso, intentó levantarse para irse. Pero Enzo la presionó firmemente por los hombros. En medio de su discusión, sonó el teléfono de Ainhoa y ella respondió de inmediato. Su voz cambió de fría a dócil en un segundo: “Compañero.” 

“Ainhoa, he venido a ver a tu padre y te he traído tus dulces favoritos, ¿dónde estás?” 

“Gracias, compañero, ya voy para allá.” 

Después de colgar el teléfono, Ainhoa miró fríamente a Enzo y le dijo: “No tengo tiempo para tus escenas, déjame ir.” 

Esos ojos profundos de Enzo parecían cubiertos de hielo y nieve. Su alta y erguida figura presionó a Ainhoa contra la cama advirtiéndole: “Ainhoa, mientras yo no acepte la separación, ¡no pienses en estar con otro hombre!” 

Su voz era tan fría que helaba los huesos y su aliento tan caliente que daba miedo. Antes de que Ainhoa pudiera reaccionar, sus labios y lengua húmedos y cálidos invadieron su territorio de golpe. En el momento en que sus labios se tocaron, una sensación familiar se extendió rápidamente por su pecho. 

Ainhoa intentó luchar, pero sus manos fueron firmemente controladas por Enzo. Él sujetó su barbilla y la besó con locura y dominación. El aliento de ambos se entrelazó rápidamente. Las imágenes de ellos juntos en locura, como en una película, se reproducían una y otra vez en la mente de Enzo. 


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