Chapter Capítulo 17
Pruebas
Pruebas
Mi sonrisa desapareció gradualmente mientras la suya se ampliaba y pasaba su lengua sobre sus labios como si estuviera saboreando algo y sus ojos brillaban como jamás antes lo habían hecho al mirarme. Tuve miedo.
-Te crees muy lista ¿Verdad?– se quejó mientras se aproximaba hacia mí–ir a decirle esa sarta de mentiras a Taylor para que fuera a armar un escándalo a mi oficina y robar el video de la entrevista para hacernos quedar mal frente a todo el
mundo.
Interiormente, sonrei satisfecha o mejor dicho complacida con lo que me decía, esa era una parte de la historia que yo desconocía, pero ahora sabia que mis esfuerzos no habían sido en vano, aun sin ese estúpido video filtrado
-Si Taylor armo un escándalo, ese no es mi problema. Me parece que deberías. seguir las politicas de tu propia empresa ¿No? ¿No tener ninguna relación con alguien de tu propia empresa para evitar este tipo de problema?-me rei, pero fuel apenas una pequeña risita burlona- en cuanto al video, espero que tengas pruebas antes de culparme porque de lo contrario te puedo demandar por difamación, ademas ¿Por qué haría semejante estupidez? ¿Por qué exponerme frente a todo el mundo? ¿No viste lo que acaba de pasar? ¡Casi me aplastan!
-Por favor…-protesto chasqueado la lengua- ¿Crees que voy a creerte después de
todo esto? ¿No fuiste tú a buscar a Taylor para decirle esas mentiras y ponerla en mi
contra?
-¿Mentiras? ¿Realmente crees que dije mentiras?– me queje- podre ser muchas
cosas, pero mentirosa no es una de ellas, ya te dije la verdad, no tendría por qué
mentir. ¡YO NO FILTRE ESE VIDEO!
Arthur no dijo nada, pero me dedico una mirada mordaz, pero eso no fue todo.
-Oh mira, mi zapato esta desatado- comento, cosa que causo que me frunciera el
ceño desconcertada ¿Cómo diablos le interesaba más su maldito zapato que
discutir conmigo?
Se inclino, fue bastante extraño, me parecio que ataba su zapato, pero enseguida me di cuenta de que el estúpido, estaba fingiendo. Fingia atarse los zapatos mientras
Prueban
miraba mis piernas.
-¿Y si existen pruebas de que fuiste tú?– insinuó mientras colocaba la punta de sus dedos sobre mi pierna, como si fueran dos pequeñas piernas de un pequeño ser que caminaba encima de mi para llegar algún lado. Intuitivamente, pensé que buscaba llegar hacia mi entrepiema, así que intente golpear su mano para indicarle que esas tonterías tal vez podían funcionar con sus zorras, pero no conmigo; sin embargo, antes de que mi golpe siquiera lo tocara, Arthur tomo mi mano, debi suponer que lo haria, ese hombre era demasiado rápido y ágil como para ser demasiado predecible con él.
-Enseñámelas–le propuse mientras él tomaba mi muñeca con fuerza, la suficiente para sentirme atrapada entre sus garras, pero no demasiada como para romperme el hueso u ocasionarme dolor, era bastante inteligente, habia demasiadas personas afuera como para hacer una cosa semejante, habría muchos testigos de su insolencia hacia una mujer- si realmente las hay, pero si no es así, tendrás que disculparte por esto y todo lo que me has hecho…
-Jamás he hecho nada en tu contra, al contrario, he consentido cada capricho que has tenido. No creas que no sé qué construiste tu marca con mi dinero..
-¡Aún no termino!-alce la voz y lo mire con furia, una que realmente no super exactamente donde la tenía guardada, pero me ayudo a no flaquear ni temer de su mirada amenazante- si no hay ninguna prueba vas a disculparte y vamos a
divorciarnos.
Arthur me soltó y enseguida comenzó a reírse burlándose de mi petición.
-Preciosa- se atrevió a decirme mientras se reincorporaba–yo jamás pido disculpas y el divorcio es algo que nunca vas a tener.
-Entonces no tengo por qué soportar seguir en este sitio encerrada junto a ti- expuse mientras me levantaba de aquella silla, pero sin alejarme de la puerta, prefería enfrentarme a una ola de gente que podía aplastarme que seguir ahí, me di la vuelta y
tome la perilla.
De pronto y sin previo aviso, Arthur me tomo de la cintura y acerco su cuerpo al mio por detrás, su brazo era tan fuerte que fue suficiente con solo usar uno para evitar que me fuera y con el otro tomo mi cuello, crei que pondría la palma de su mano.
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alrededor de mi cuello para amenazarme, pero en realidad comenzó a acariciar mi piel con cierta lentitud y suavidad que me alarmo.
-Dejame–le ordenó manteniendo la calma, no quería pasar por la misma situación que había ocurrido en ese horrible departamento, esta vez no iba a salir huyendo, si él se atrevía hacer algo obtendría de mi lo que se merecía.
-¿Tanto te disgusta estar casada conmigo?– cuestiono, pero su voz se asemejaba a la mia, era tranquila, pero no con el propósito de asustarme, sino como si estuviera coqueteando conmigo.
-Me has humillado–dijo como respuesta a su pregunta.
-¿De qué forma?-cuestiono como si no lo recordara.
-Con esa maldita zorra–respondí con cierta vergüenza, pero enseguida pensé que yo no tendría por qué sentirla, había actuado como solo una esposa lo habría hecho- me habría importado poco si me hubieras reclamado estando los dos en privado, pero lo hiciste frente a ella.
-Tú lo has dicho, era solo una simple zorra, solo uso por un mes el departamento. Ahora esta vacío.- informo como si me importara.
-No es el hecho de que ya no este, sino lo que yo sentí al verla ahí, al usar mi nombre para comprárselo–proteste cerrando mi puño.
espero
-Voy a decirte algo y que lo entiendas–dijo soltando un suspiro como si estuviera harto de escuchar el mismo reclamo–soy un adulto, puedo hacer lo que me plazca cuando y donde yo quiera. Esa zorra solo fue un pasatiempo porque tuve la brillante idea de casarme con una chiquilla de quince años. ¿Entiendes mi punto?
No dije nada, senti que tal vez me defendía mejor estando callada.
-¿De verdad te habrías acostado con un hombre mayor que tú por más de veinte años?-se excusó–dime, porque no entiendo tu enojo, solo estoy tratando de llevar la vida que un hombre debería tener.
-¡Fuiste tú quien me eligió!-proteste–itú quisiste casarte conmigo sin pedirme mi maldita opinión!
-¡YO NO TE ELEGI!
Les
La huida
-Te jactas de ser un adulto, pero mira que casarte con una niña cuando pudiste elegir no hacerlo–impungne y me pareció que mis palabras rindieron un efecto qué no esperaba, ya qué tanto la mano qué me sujeta a de la cintura como la que había estado acariciando mi cuello con cierta ternura, se alejaron de mi, así que me gire hacia él y no temi señalar lo con la punta de mi dedo–dices consentir mis caprichos,
me humillas frente a otras mujeres. ¿Crees que por ser un “adulto” tienes
derecho a pisotear mi dignidad?
nero
Vi a Arthur abrir los labios, quizás para responder mis reclamos, pero antes de que
labios emitieron algún sonido, la puerta de aquella sala se abrió sin previo aviso, cosal
que me alarmo un poco.
-Oh, disculpenme, llame varias veces, pero nadie respondió–dijo el mismo gerente mientras se abría con cierta lentitud la puerta, tal vez para evitar que las cámaras lograrán captarnos.
Me vi forzada a tratar de calmar mis nervios y por supuesto, la ira acumulada qué estaba guardada al fondo de mi corazón y la cual le pertenecia a Arthur única y exclusivamente. Ese era el único espacio disponible para él.
Gire y entonces me mostré apenada con el tipo por no prestar atención a mi entorno qué no fuese Arthur.
-No se preocupe, entiendo
que el ruido de afuera pudo opacar mi llamado–expreso comprendiendo la situación–los guiaremos hacia una salida de empleados no muy lejana, así que si pueden llamar un vehículo qué pase por ustedes, sería lo mejor.
-Por supuesto, me haré cargo–dijo Arthur, pero su voz, esa maldita voz me perturbó o al menos lo hizo su tono de voz, era evidente qué estaba molesto o quizás esa palabra se quedaba bastante corta.
-Excelente, en cuanto su vehículo este estacionado sobre la puerta de empleados, podremos llevarlos–expreso el gerente, pero nadą de lo que habían dicho esos dos me convenció.
-Entonces llamaré a alguien para que venga por mi–indique mientras sacaba mi teléfono para llamar un taxi de aplicación, no iba a irme con ese remedo de marido de
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pacotilla, mujeriego y sin remedio solo porque él lo decía.
Claro que el gerente me dirigió una mirada de duda y desconcierto, seguro pensabal que porque se suponía qué él era mi esposo ambos nos iríamos juntos, pero aquel título, era solo algo escrito en un papel que a estas alturas ya no tenia valor para mi, aunque de hecho Arthur Jamás tuvo respeto por el matrimonio.
-¡Dije que me haría cargo! -repitió Arthur con el mismo tono de voz severo e irritado y para evitar que siguiera insistiendo en el tema, simplemente me arrebato mi teléfono de las manos como si se tratara de una barra de mantequilla y después lo guardo en un bolsillo interno de su chaqueta.
-¿Qué haces? -cuestione tratando de no perder los estribos frente a un
desconocido, es decir, el gerente.
-Lo que tanto deseabas, querida–respondió con un sarcasmo frio y un tanto cruel- me comporto como el “adulto” responsable qué quieres que sea, el esposo qué debe elegirte a ti sobretodo lo demás.
Cerré los ojos y me lleve la mano hacia mi cien para darle un ligero masaje para darme ánimos para soportar esta humillación, ese hombre era un experto para hacerme sentir de la peor manera en el peor lugar y situación. Definitivamente lo odiaba.
-Mi auto estará aquí en cinco minutos, así que puede decirle al personal de seguridad de la plaza que se preparen para ello–indico Arthur mientras me rodeaba para acercarse al gerente, quizás para darle otra indicación.
Cerré el puño, tenia ganas de golpear su ridículo y atractivo rostro, pero como pude me controle, después de todo no valía perder mi buena imagen por él, así que solo me cruce de brazos y desvíe la mirada mientras pensaba maldiciones y otro tipo de obscenidades qué Arthur ya venía mereciendo.
Con mi silencio había aceptado irme con él, pero ¿Adonde? ¿Planeaba llevarme a casa? ¿A cuál?
Hacia días qué no iba a sú casa, estar ahí se había vuelto en cierta forma insoportable, era como una jaula en donde me había mantenido cautiva, por supuesto, con mi propía libertad, pero aun así sujeta a él y a su apellido al ser su esposa.
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