Chapter 35
35- El cachorro elegido y la ex
(Willa)
-Podemos hablar nuevamente con el consejo y obtener más investigaciones sobre los anteriores -explicó Rendell. Pero él es el elegido. Es un gran honor para todos nosotros y nuestra manada. Estaremos todos allí guiarlo.
para
-Creo que tenemos uno de esos libros en la biblioteca de la manada. Definitivamente tenemos una sección eso – dijo Grace, parada detrás de su compañero-. Puedo ir a verificar.
para
-Lo haré, querida–dijo Rendell mientras se levantaba, pero ella lo hizo a un lado con la mano. -No es necesario, ya estoy de pie -dijo girando sobre sus talones.
-Voy a ver cómo está Emmett -dije. Sabía que Grace estaba justo arriba, pero tenía que asegurarme. Parecía demasiado bueno para ser verdad.
Él estaba durmiendo pacíficamente, su respiración tranquila, sin signos de fiebre ni mejillas rojas. Me senté junto a él en la cama durante unos minutos largos, mirándolo, memorizando este momento y guardándolo para revivirlo más tarde.
Cuando volví abajo, quería acurrucarme en los brazos de Caspien. Necesitaba hacer que dejara de caminar de un lado a otro y se sentara por un segundo, pero ya no estaba parado junto a la repisa. Volví a mi asiento en el sofá y esperé a que regresara, pero no lo hizo.
-¿Dónde fue Cas? -pregunté. Su madre se mordió el labio, un gesto tan poco característico de ella que llamó mi atención-. Grace–pregunté.
Me encontré con Rachel abajo y ella insistió en hablar con él. La llevé a su oficina en lugar de traerla aquí, por razones obvias desvió la mirada Grace.
Rachel. ¿Su Rachel estaba aquí? Mi estómago se hundió y sentí mis manos sudorosas.
-¿Quién es Rachel? -susurró Cali, y negué con la cabeza una vez.
Tragué saliva y salí por la puerta sin decir una palabra. Recuerdos dolorosos me asaltaron, amenazando con abrir esa herida dentro de mí que finalmente había cerrado.
El ascensor tardaba demasiado.
Cerré los ojos, intentando respirar profundamente, pero la ansiedad me atravesaba como un trueno. Conocía a Caspien, confiaba en él, pero esta situación aún no se sentía bien. ¿Y si pasaba lo mismo? No lo sobreviviría otra vez. No podía…
La puerta del ascensor se abrió y entré corriendo, mi respiración acelerándose a pesar de todos mis esfuerzos. Traté de no correr hacia su oficina, de tranquilizarme primero. Sabía que no estaba pasando nada. Esto no era como la última vez.
No era como Nolan. No era Nolan.
No me detuve frente a su oficina. Abrí la puerta de un golpe sin llamar. Tenía que asegurarme de atraparlos si algo estaba pasando. Tenía que saber con certeza. La puerta chocó contra la pared e intenté mantenerme firme para no parecer tan tonto como sabía que sería.
Ella estaba parada frente a él, mirándolo con los brazos cruzados.
Cabello castaño dorado con ligeras ondas caía sobre sus hombros. No del tipo natural, sino el que obtienes si sabes cómo rizar perfectamente tu cabello y cepillarlo. Eso lo hacía aún más intimidante. Me miró, sus ojos marrones oscuros se deslizaron por mi rostro. Tenía una expresión mixta que parecía ligeramente dolorida o triste. Sacudió la cabeza y sus ondas permanecieron en su lugar. No se le escapó ni un mechón.
35 El cachorro elegido y la ex
-Lo siento mucho por interrumpir–logré decir.
Ella volvió a mirar a Caspien, a punto de decir algo, pero salió apresuradamente, rozándome al pasar. Mi corazón seguía latiendo fuertemente en mi pecho, aunque sabía que no encontraría nada, era demasiado cercano a casa, demasiado desencadenante.
Confío en Caspien incluso en una fiesta con modelos desnudos. Seguramente existían, ¿verdad? Al menos para gente adinerada. Confío en él, entonces, ¿por qué todavía me dejo afectar por esto?
Me sentía tan estúpido, tan avergonzado. No debería haber entrado corriendo como una novia celosa. Esperaba que no estuviera enojado. Traté de regular mi respiración, miré a Caspien y él me devolvió la mirada, sin siquiera voltear a ver a Rachel o intentar detenerla.
-Así que… –Suspiró, pasándose una mano por la cara-. Ella es Rachel.
-Supuse algo así encontré mi voz tomando un aliento tembloroso.
–
-Olvidé mencionarle que había encontrado a mi pareja dijo encogiéndose de hombros. Lo miré con los brazos
cruzados. No hablamos. No he hablado con ella desde que te encontré, lo juro.
-¿Y no se te ocurrió mencionarle a la persona con la que has estado durmiendo consistentemente durante años que encontraste a tu pareja? -pregunté incrédulo.
-Honestamente, no lo hice -me miró fijamente. Lo estudié. No parecía estar mintiendo. Tampoco pensé que
lo estuviera.
-Bueno, ahora entiendo por qué estaba molesta -concedí.
-¿Por qué?-preguntó confundido.
¿En serio? Crucé los brazos. Él no dijo nada. Probablemente se siente irrespetada. Incluso si no estaban
saliendo, habría sido algo agradable decirselo en lugar de que ella se enterara por alguien más y sentirse
sorprendida, como si no significara nada para ti.
-Ella no significaba nada para mí.
-No es el punto -Lo miré fijamente y él levantó la mano.
-Sinceramente, no lo pensé. No lo hice intencionalmente -Hizo una pausa-. Faltarle al respeto.
Simplemente no se me ocurrió.
Sacudí la cabeza.
-¿Qué dijo ella?
-No mucho, no estuvimos aquí mucho tiempo. Preguntó por ti y parecía enojada – El negó con la cabeza-. No entiendo eso. Ella sabía lo que esto era.
-Tal vez pensó que cambiarías de opinión.
Tenía que admitir que la idea de que él eligiera a otra persona como compañera elegida me dolía. La idea de que estuviera con ella tampoco me hacía sentir bien. Sabía que estaba con otras personas, probablemente muchas, pero no quería verlas en la vida real, especialmente cuando lucían así.
Ella es lógica, lo sabía. Tampoco me quería de esa manera. Sé que ha querido ericontrar a su compañero.
-Pero no lo ha encontrado.
-No–asintió.
-Y los rumores comienzan en algún lugar.
-Así es -Asintió una vez. Se acercó a mí y tomó mis manos en las suyas. ¿Estás enojada?
-No–negué con la cabeza. No lo estaba-. Revivió algunos recuerdos desagradables -dije suavemente.
Él me estudió, sus ojos se estrecharon imperceptiblemente.
Confío en ti, de verdad. Solo me preocupé por un momento.
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-No tienes nada de qué preocuparte cuando se trata de mí, Willa dijo mientras apartaba un mechón de pelo suelto detrás de mi oreja. Tragué saliva-. Ahora eres mi mundo. No hay parte de mi vida en la que no estés arraigada, ninguna parte de mi que no haya cambiado por ti.
-Lo sé suspiré. Era difícil apartar la mirada de su intensa mirada que llevaba el peso de esas palabras que sabía que eran verdaderas. Pero, quiero decir, es agradable escucharlo una vez más.
Sonreí.
Él me sonrió con esa sonrisa que solo reservaba para mí y bajó los labios, rozándolos contra los míos.
Las palabras no le hacen justicia. ¿Por qué no me dejas mostrártelo?
-Um–Tragué saliva. ¿Por qué demonios me estaba sonrojando? Llevaba la marca de este hombre. -Dime, Willa. ¿Te gustaría venirte en mi lengua, mis dedos o mi pene?
¿Todo lo anterior?
Él levantó mi mentón para que lo mirara, sus ojos recorrieron mi rostro.
-Tienes razón, estás cansada dijo y soltó mi mentón, frunciendo ligeramente el ceño.
-No dije tan rápido, finalmente encontrando mi voz-. No repetí con más firmeza.
Recorrió mi rostro con la mirada como si estuviera decidiendo si eso era cierto. Levanté la barbilla, encontrando algo de confianza.
-Entonces elige.
-Estás siendo tacaño -cruzé los brazos.
-No tenemos mucho tiempo, nuestros padres nos están esperando arriba.
-Vaya forma de arruinar el ambiente resoplé.
—
Agarró mi mentón de nuevo y respiré hondo.
-Elige. Luego mañana puedes tenerlos todos en el orden que quieras.
– Pene.
-No suenas muy segura. Eso no es típico de ti.
Hizo un gesto de desaprobación. Mis ojos se encontraron con los suyos. Me encantaba cómo me veía, y estaba empezando a creer en esa versión de mí misma que era con él.
Me quité las tiras del vestido, dejándolo caer al suelo con más esfuerzo del que hubiera deseado. Me di la vuelta y me deslicé fuera de mi ropa interior, erguida para desabrochar mi sujetador, afortunadamente sin titubear, y caminé hacia el otro lado de su escritorio. Me recosté completamente desnuda sobre él, con el cabello extendido detrás de mí mientras abría mis piernas ampliamente.
Tu turno dije, con el corazón latiendo fuertemente en mi pecho.
Se me erizaron los vellos de todo el cuerpo cuando la fría madera hizo contacto con mi piel desnuda. Caspien dio unos pasos y el sonido de su cremallera electrificó mi cuerpo de anticipación. Me negué a mirarlo y jugué con un mechón de mi cabello que no lograba distraerme.
Caspien apareció frente a mí. Algunos de sus oscuros cabellos caían sobre su rostro. Su piel ligeramente bronceada se ajustaba a los contornos de su cuerpo desnudo. Miré hacia abajo, donde su cuerpo parecía apuntar hacia mi parte favorita de él.
Sus fuertes manos separaron aún más mis piernas, hundiéndose suavemente en mi carne mientras bajaba ligeramente su cuerpo sobre el mío. Sus ojos destellaron en n***o y su respiración se aceleró mientras recorría mi
desnudez con la mirada.
Quería que me viera por completo. No había ninguna parte de mí que quisiera ocultarle. Me encantaba cómo se excitaba con mi cuerpo. Enrollé un mechón de cabello alrededor de mi dedo mientras él me decía que no teníamos
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mucho tiempo y que ahora dependía de él.
Levanté una ceja esperando a que continuara.
Su cuerpo se inclinó completamente sobre mí, su peso encima de mí me hacía sentir arraigada.
Él era mío.
Su longitud se deslizó arriba y abajo de mi entrada mientras se cubría con mi humedad, chispas surgieron del contacto entre él y yo. Mis ojos se cerraron mientras las chispas giraban y se asentaban, retorciéndose profundamente dentro de mí.
– Última oportunidad para cambiar de opinión, ¿esto es todavía lo que quieres?-susurró en mi oído, empujándose ligeramente hacia mis pliegues.
-Sí–suspiré.
Se levantó y me llevó al borde del escritorio. No apartó los ojos de mí mientras lentamente se introducía en mí, llenándome por completo.
Mi boca se abrió mientras el calor y las chispas se mezclaban, creando un cóctel embriagador de puro deseo y placer. La forma en que me miraba con hambre me decía que él sentía lo mismo.
Se retiró lentamente y gemí antes de que volviera a embestir. Aumentó el ritmo con cada embestida hasta
encontrar un ritmo constante que me excitaba cada vez más.
Sus manos me mantenían abierta, inmóvil para él. El placer que me provocaba casi se volvió insoportable cuando alcanzaba mi clímax. Un gruñido bajo proveniente de mi pareja comenzó a deshacerme.
-Willa -Se detuvo profundamente dentro de mí. Emití un gemido mientras él se movía una vez más, sin
continuar sus movimientos.
Me movi contra él, anhelando la liberación que me había prometido.
Willa
repitió-. Mírame.
Dejó de moverse por completo. Mis ojos se abrieron de golpe. Se inclinó sobre mí, sus ojos a centímetros de los míos, destellos de hielo revoloteando.
-No es educado apartar la mirada mientras te hago llegar al orgasmo dijo y su mandíbula se tensó. -Caspien, por favor -Intenté moverme contra él, pero su peso me mantenía inmovilizada.
-Mantén los ojos abiertos, Willa ordenó.
Él se retiró y yo gimoteé. Se mantuvo allí, solo la punta de él aún dentro de mí. Cada parte de mi cuerpo se enfocaba en ese pequeño contacto que prometía mucho más.
-Mantén tus ojos en mí–repitió lentamente, y así lo hice.
Él embistió en mí y sus labios se separaron. Se retiró y tragó.
Mi cuerpo comenzó a cantar, apretándose y enrollándose profundamente otra vez. Él me observaba, pero sus movimientos reveladores fueron mi perdición. La forma en que reaccionaba al estar dentro de mí. Su mandíbula se tensó y apretó, su boca se abrió y su respiración se volvió agitada.
Sentí cómo me acercaba al borde, esperando ser deshecha por él.
Sus ojos helados, sin apartarse de los míos, estaban llenos de tanto deseo y adoración al mismo tiempo, y eso me quebró mientras él me embestía constante y profundamente.
-Caspien.
Su nombre era lo único que podía recordar. Mis gemidos y jadeos se formaban alrededor de su nombre. Mis ojos
se cerraron contra mi voluntad.
–
Willa gruñó él, pero no se detuvo.
Los abrí de nuevo para encontrar sus ojos fijos en los míos, inclinado sobre mí. Acortó la distancia entre
nosotros y me besó profundamente. Nuestros gemidos se entrelazaron. Nuestros nombres se intercambiaron y estallé por completo.
El placer se extendió desde él, desde nosotros. Se liberó y regresó desde donde fue creado una y otra vez.
En este momento, no había nada más. No me importaba cómo sonaba, cómo lucía. Me entregué por completo a
la dicha que creamos.
El gruñó contra mis labios abiertos. Mientras volvía en mí, pensé que podría haber sido mi nuevo sonido favorito. Uno que él hacía solo por mí, debido a mí, mientras comenzaba a derramarse dentro.
Él embistió y gimió una última vez, cayendo sobre mi cuello. Su aliento se extendió sobre el lugar donde me marcó, y aunque pensé que no quedaría placer en iní, algo nuevo se encendió.
Intenté desenredar mi cabello con los dedos, pero no sirvió de nada. Opté por hacerme un moño alto y esperé que nadie notara el cambio de peinado. Cali estaba esperando junto a la puerta principal del apartamento de Caspien cuando regresamos, con una bebida en la mano para mí. Me estudió con una sonrisa pícara. Debería haber sabido que nada se le escaparía.
-¿Cómo estuvo su ex? -preguntó, levantando una ceja y dando un sorbo a su propia bebida.
-Es hermosa–suspiré.
Realmente está buenísima asintió Cali, haciendo una mueca.
-Por supuesto, tenía que ser guapa.
Siempre lo son asintió Cali.
Apoyé mi vaso y murmuré:
-Apuesto a que también tiene una personalidad genial.
-Parecía simpática —dijo ella.
-¿Tal vez, se tira pedos muy fuertes o algo así? -pregunté, mirando a Cali por encima de mi bebida.
-No anularía lo buena que está.
-Tienes razón, guapa y simpática -negué con la cabeza.
-El peor tipo de personas
estuvo de acuerdo Cali.
-Espera me volví hacia ella. ¿La conociste siquiera?
–
-Brevemente.
-¿Dónde?
Encogió los hombros, removiendo el hielo en su vaso.
-En el ascensor.
-¿Pasas todo el tiempo en el ascensor? En serio – rodé los ojos.
-Allí es donde hago mis mejores trabajos -me guiñó un ojo.
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