Chapter 11
11–Café para llevar
(Willa)
-Hola, mi hermoso niño.
Me agaché y abrí los brazos mientras Emmett se acercaba corriendo después del trabajo.
Odiaba sentir que tenía que ocultar mis emociones cerca de él o de mis padres. Hoy y ayer me sacudieron, y sabía por qué, pero no quería admitirlo. Miré a mi alrededor, este lugar empezaba a sentirse como un hogar, pero me preocupaba que no se sintiera así cuando mis padres se fueran. Estaba aterrorizada, sinceramente.
Aunque había encontrado una increíble oportunidad con Cali, y a Emmett parecía realmente gustarle su hija, nunca lo habría hecho sola. Nunca fuimos solo Emmett y yo, y me asustaba no ser suficiente o no poder hacerlo
todo.
-¿Todo bien, cariño? -preguntó mi mamá mientras doblaba la esquina hacia nuestra cocina, mi cocina,
supongo.
-Si–Asentí, sabiendo que ella no se lo creía.
-¿Tienes hambre? Te dejé un plato aparte–me preguntó.
Negué con la cabeza.
-Comí en el trabajo, gracias. Terminaré de limpiar.
Miré la cocina que ya estaba impecable.
-No es necesario–Mi mamá me sonrió-. Déjame bañar a Emmett.
Me dio una triste sonrisa, y no estaba segura si era por mi mentira a medias o por el hecho de que estos eran uno de los últimos momentos de baño con Emmett por un tiempo.
Me tomé mi tiempo vistiéndome la mañana siguiente en lugar de ponerme cualquier prenda negra que hubiera encontrado recientemente en mis cajas. No sabía por qué, pero quería lucir bien. Bueno, eso era una mentira. Una pequeña parte de mí, que intentaba reprimir, quería lucir bien para él.
Rehíce mi coleta dos veces antes de suspirar ante mi reflejo. De todos modos, era estúpido. Se fue después de que le dije que era madre soltera, dudo que lo vuelva a ver.
Vaya, adiós a nuestra incipiente amistad pensé irónicamente.
Sin embargo, mis pensamientos lógicos no podían anular la sensación de nerviosismo en mi cuerpo durante toda la mañana.
-Pareces tensa.
Salté cuando Cali se apoyó en el mostrador junto a mí.
-No estoy…
-Literalmente saltaste–dijo sonriendo a medias-. ¿Todo está bien?
Asentí.
-Sí, sí, por supuesto respondí. Desearía poder decírselo, pero esto es algo que no puedo explicar a un humano.
-¿Es por tu romántico y taciturno compañero? -preguntó levantando una ceja.
-No dije en voz alta demasiado rápido. No, dudo que lo vuelva a ver de todos modos – repetí más
suavemente esta vez
-¿Quieres apostar? ¿Qué tal si apuesto cien? -preguntó inclinando la cabeza mientras su aroma me alcanzaba.
Frunci el ceño hacia ella, pero estúpidamente se convirtió en una sonrisa antes de darme la vuelta y enfrentarlo.
Tenía dos vasos blancos de café para llevar y me entregó uno antes de que pudiera decir algo.
-¿Gracias? -Miré la taza mientras él tomaba su asiento habitual. No, ¿qué estaba diciendo? Él no tenía un asiento habitual, solo se sentó allí una vez. Me estaba adelantando a los acontecimientos-. Sabes que tenemos café
aquí.
-Dijiste que era una porquería.
Cali resopló a mi lado. Ya había olvidado que estaba allí.
La próxima vez, trae también para la mejor amiga.
-¿Mejor amiga? ¿Cuándo sucedió eso? -Me burlé, sonriéndole.
Encogió los hombros.
No te veo pasar todo el día con nadie más, y tenía una vacante, así que felicidades -dice y luego agrega- Además, soy adicta al buen café. No importa qué título tenga que robar para conseguirlo.
Rodé los ojos mientras ella se daba la vuelta, mostrándome una sonrisa cómplice.
Me volví hacia él.
Gracias. ¿Quieres café?
Hizo un sonido levantando la taza. Claro. El café que trajo y por el que acababa de agradecerle. Esa leve sonrisa tiró de su rostro durante un breve segundo.
-Sabes que puedes sonreír -dije y sus ojos parecían clavarse en mi-. No se lo diré a nadie.
(Caspien)
Ella parecía tan indiferente hacia mí. Bueno, sabía que lo era hasta cierto punto. A veces su rostro se volvía ligeramente rosado cuando me hablaba, y se movía de un pie a otro cuando parecía querer apartar la mirada.
Pero no tenía problema en hablarme como si fuéramos iguales, y lo éramos. En realidad, no, ella era una jodida diosa y yo no era digno de estar cerca de ella. Simplemente no me lo esperaba. Aparte de mis padres, Beta y Gamma, tenía una relación muy formal con todos, aunque no quisiera eso.
Solía esforzarme más por hacer que la gente se sintiera cómoda a mi alrededor, pero era agotador, y al final todos seguian tratándome como alguien superior o como una amenaza. No importaba cuánto me esforzara, la gente aún me veía como alguien con quien no podían conectarse realmente.
El título de Alfa, el de Príncipe y mi aura real no ayudaban en nada.
Terminé cediendo a las expectativas de la gente, y eventualmente, eso se convirtió en parte de mí. O al menos en una segunda naturaleza que se sentía más como yo que quien solía ser. Apenas recordaba quién era debajo de la persona que mostraba al mundo.
-Inténtalo continuó ella, sus ojos parecían iluminarse. Estudiaba mis labios de una manera que me afectaba. Sabía que quería que intentara sonreír, así que lo haría.
Abrí la boca y ella contuvo una risa.
-No. Eso solo muestra los dientes -negó con la cabeza, y eso me hizo sonreír de verdad.
Por primera vez en mucho tiempo, sentí algo relajarse dentro de mí. Mi fachada cuidadosamente construida parecía disiparse, aunque solo fuera por un breve instante. Ella me miraba, parecía que no respiraba, y ese ligero. rubor rosado coloreaba sus mejillas mientras tragaba saliva.
-¿Lo hice mal? -pregunté.
-No, eso estuvo, eso estuvo realmente bien–dijo y pareció recobrar su compostura-. ¿Hay algo que pueda traerte?
–
-Estoy bien con mi café -asentí, haciendo un gesto para que hiciera lo suyo mientras una pareja se sentaba
cerca de mí, mirándome con nerviosismo. Sabía que ella no necesitaba mi permiso, y dudo que alguna vez lo hubiera pedido de todos modos.
Fingí no darme cuenta de que ella me miraba de reojo de vez en cuando.
(Willa)
Finalmente, pude observarlo detenidamente, más allá de mi reacción inicial, bueno, corriendo, y luego de nuestro breve encuentro al día siguiente.
Bajo su barba perfectamente cuidada, escondía una mandíbula que podría cortar vidrio.
-La mandíbula de ese chico podría cortar vidrio –me susurró Cali.
La miré.
-Literalmente estaba pensando eso -susurré de vuelta-. Aunque, no sé qué significa.
Aprecié que ella no mencionara nada sobre él, que no preguntara realmente, aunque se notaba en su rostro que quería hacerlo.
De todos modos, no tenía idea de qué decirle si me lo hubiera preguntado directamente. ¿Qué somos amigos? Esa palabra se sentía tan unidimensional. No abarcaba todo lo que éramos el uno para el otro. Él no parecía suavizarse, o rara vez lo hacía. Su rostro siempre era impasible y estoico, y nunca había visto a alguien tan indiferente ante, bueno, todo.
Cuando dejaba que esa máscara se deslizara por un segundo, me afectaba. Durante esos breves segundos en los que olvidaba quién era o lo que fuera que sucedía, emanaba calidez. Solo duraba un segundo antes de que percibiera su sorpresa y volviera a ponerse la máscara.
Era un misterio, algo que quería seguir descubriendo. Quería entender todo acerca de él. Me intrigaba, y cuanto más parecía aprender, más confundida estaba.
El seguía apareciendo todos los días, después de eso.
Siempre después del ajetreo de la mañana, pero nunca a la misma hora exacta. Mi corazón conocía el horario mejor que yo. Sentía que estaba en tiempo extra unos minutos antes de que él entrara.
-Willa–Me sonrió y deslizó una taza de café hacia mí.
Has estado practicando -dije mientras agarré la taza apreciativamente, y eso me valió una sonrisa real de su parte . ¿Siempre vienes aquí? ¿O lo hacías? -Finalmente hice la pregunta que estaba en mi mente.
Tenía curiosidad por saber por qué estaba aquí, y Cali no parecía reconocerlo. No parecía el tipo de lugar que alguien como él frecuentaría. Me lo imaginaba más cómodo en algún buen restaurante de sushi donde todo fuera
blanco, moderno y sin gluten.
Encogió los hombros, deslizándose en la silla frente a mí. Incluso cuando no estaba detrás del mostrador, era
una regla no escrita entre todos nosotros que yo me encargaría de él.
a él.
-Mi oficina está cerca dijo y esperé a que continuara, pero no lo hizo.
Me encogi de hombros, volviendo a mi sección para limpiar una mesa, y tomando un pedido antes de volver
-¿De qué manada eres? -pregunté. Siento que hemos hablado un poco, pero no hemos hecho ninguna pregunta, realmente. Supuse que era hora de retomar la charla superficial que nos saltamos por completo.
Hizo una pausa por un momento, sus ojos estrechándose
Crescent Moon.
Oh maldición. Adiviné eso. Esa manada poseía la mitad de la ciudad, pero había bastantes otras cerca.
Eran la manada más grande de todas. Blue Ridge y las demás estaban básicamente bajo su jurisdicción. Aunque
cada manada era una entidad propia, Crescent Moon hablaba en nombre de esta área con los Ancianos hombres lobo y lo que quedaba de la realeza.
-Willa–me llamó. Sus ojos azul hielo parecían suavizarse al decir mi nombre.
-Esa es una manada elegante – Logré decir.
-Lo es confirmó y sus labios se apretaron-. Un poco diferente a lo que seguramente estás acostumbrada también, pero es todo lo que he conocido.
-Entonces, ¿a qué te dedicas? -le pregunté.
Siempre estaba bien vestido, con traje. Supongo que no lo hacía por comodidad.
Una vez más, hizo una pausa, estudiándome.
-Trabajo en desarrollo inmobiliario para una de las compañías del grupo Dracos–dijo y dio un largo sorbo a
su café.
-Señora -Alguien me llamó con la mano y me excusé.
Este tipo estaba muy por encima de mi nivel. Ya sabía que era refinado y se hacía respetar, pero la manada a la que pertenecía y el trabajo que tenía. Sabía que debía ser alguien importante. Vínculo de pareja o no, ¿qué querría él
con una madre soltera sin manada que técnicamente ni siquiera ha comenzado sus cursos universitarios?
Intenté apartar ese pensamiento, pero persistió en mi mente y me punzó en el pecho. Esto, lo que sea que fuera esto, probablemente terminaría antes de empezar.
Tenía que recordarme a mí misma que yo era la que no estaba segura acerca de tener una pareja, aunque esa incertidumbre parecía desvanecerse cada vez que él me miraba..
Maldito vínculo de pareja.
Es solo que cuanto más lo conocía, o cuanto más me acostumbraba a su presencia. No sabía si quería dejarlo ir. No es como si esa elección dependiera solo de mí. Después de decir que quería ser amigos, él no mencionó lo de la
pareja nuevamente.
Solo pasaba con café para mí y luego comenzó a traerle a Cali después de que ella prácticamente lo exigiera. Se sentaba unos minutos al día y hablaba conmigo y luego se iba.
Todos los días era lo mismo hasta que ya no lo vi más.
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