Under Mafia Protection by chavonthe

Capítulo 0257 

Por la noche, Silvia regresó a su habitación para descansar. 

Acostada en lá cama, al cerrar los ojos, la imagen de Julio al irse apareció en su mente. Esa profunda mirada solo la había visto en su boda, cuando él descubrió la traición. 

Con una inquietud en el corazón, Silvia no pudo dormir bien. Mientras tanto, Julio se hospedaba en un lujoso hotel cercano, mirando la calle desde arriba con una expresión bastante sombría. 

Luis siempre pensó que Brasmo era el territorio de Julio, però no sabía que allí él se contenía. Ahora en el extranjero, no tenía restricción alguna. 

Después del incidente, la familia de Luis lo llevó y mantuvo todo en secreto, Silvia no sabía absolutamente nada del accidente. Al despertar al día siguiente, pidió a alguien a arreglar la puerta de su cuarto. 

Durante este tiempo, ella planeaba quedarse allí y continuar 

componiendo música. Una vez que Julio dejara de molestarla, iría a ver a Nuria y los niños. 

Por la mañana, ella se preparó para hacer la compra. Al abrir la puerta, vio justo a Julio de pie junto a un coche, fumando muy distraído. Cuando él la vio salir, de inmediato apagó el cigarrillo y lo arrojó en un cubo de basura cercano. Silvia fingió no verlo y caminó apresurada en dirección opuesta. 

Después de que el olor a cigarrillo se disipó un poco, Julio la siguió rápidamente. 

-¡Silvia! 

Ella se detuvo y se volteó hacia él. 

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-Si no fui lo suficientemente clara ayer, hoy lo diré otra vez. No quiero estar contigo. Por favor, déjame en paz, Que todo termine bien. 

Un gran destello de tristeza cruzó por los ojos de Julio. 

-¿Sabes que no he dormido bien ni una noche desde que te fuiste? 

Silvia se rió con gran amargura. 

-Si no puedes dormir, ¿deberías ver a un médico? 

Durante los tres años de su matrimonio, ella había pasado aún más noches sin dormir. Julio se atragantó al instante. La abrazó con fuerza, ignorando su resistencia. 

¿Qué quieres que haga para que regreses? 

Silvia percibió el fuerte olor a tabaco que quedaba impregnado en él, sintió náuseas. Se contuvo y le preguntó: 

-Deberías haber leído la carta que te dejé, ¿no? 

Julio se quedó rígido. 

-Quizás desde el principio me equivoqué de persona. La persona que amo no eres tú. 

Un fuerte escalofrío recorrió todo el cuerpo de Julio al instante. 

-Lo siento mucho. Durante todos estos años, te he retenido por mi culpa. Ahora te dejo libre, y tú también deberías dejarme ir, ¿no te parece? 

La persona que amo, no eres tú. Te dejo libre… Los ojos de Julio se enrojecieron ligeramente, y sintió un fuerte y profundo dolor en la garganta. 

-¡Eso es imposible! -dijo él, suavemente palabra por palabra. 

Silvia no entendía. Al principio, él no la quería y siempre quería que se 

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fuera, pero ahora, ¿por qué no estaba dispuesto a dejarla ir? 

Julio se esforzó un poco por contenerse, asegurándose de no hacerle daño, y bajó la voz: 

-Te devolveré los negocios de tu familia, tal como estaban, ¿de acuerdo? 

Silvia no respondió. Él continuó: 

-También compré la hermosa casa antigua de los Orellana. Si 

regresas, podemos vivir allí juntos. Si no quieres vivir en la mansión, podemos regresar a tu lugar de la infancia, en Seveza, ¿qué te 

parece? De ahora en adelante, puedes hacer lo que quieras, pedir lo que desees, yo te lo concederé. 

Silvia nunca había visto a Julio así. Ella separó sus manos y retrocedió un paso, con una mirada muy decidida. 

-No quiero absolutamente nada de ti. 

Ahora solo quería vivir en paz con sus dos hijos y Nuria, sin ser molestada. En cuanto al amor y al matrimonio, hacía tiempo que había dejado de esperarlos. 

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