UN MATRIMONIO INESPERADO… El día del divorcio by Jeda Clavo

Chapter UN MATRIMONIO INESPERADO… El día del divorcio Capítulo 10



Capítulo 10: Un hombre violento. 

Claudia estaba petrificada al ver a Andrew parado ante ella un aura de 

determinación rodeando su figura imponente, y no podía creer que él siguiera insistiendo. 

No entendía por qué ese empecinamiento que tenía con ella, habiendo tantas mujeres en el mundo. 

-¿Qué es lo que ves en mí? ¿Por qué tengo que gustarte?-preguntó Claudia, incapaz de ocultar la sorpresa y la sospecha que agitaban su voz-. Un hombre como tú… podría tener a cualquier mujer a su disposición -expresó mientras su corazón latía con fuerza contra su pecho, cada golpe resonando como un eco de sus palabras. 

Andrew dio un paso hacia adelante, reduciendo la distancia entre ellos con una confianza inquebrantable. 

-Sencillo… porque no quiero a cualquier mujer -dijo con una voz calmada, aunque ronca y llena de pasión-. Te quiero a ti, Claudia. Solo a ti, no deseo a ninguna otra. 

La intensidad de su mirada atrapó la de ella, como si pudiera ver directamente en su alma y su voz provocó que su piel se erizara y una extraña sensación se agitó en su interior. 

-Por eso quiero que dejes de evadirme, porque no voy a dejar de perseguirte. Así te encontraras en el rincón más alejado de la tierra, ¡Yo iría por ti! -señaló él, extendiendo su mano hacia ella -Ven conmigo, vamos a casa. 

Ella suspiró, resignada a la fuerza de voluntad de Andrew, y sin tener otra alternativa, subió al auto mientras él observaba con una sonrisa complacida. adornando sus labios al verla ceder a su solicitud. 

En el auto, mientras la ciudad pasaba por las ventanas en un borrón de luces, Claudia terminó de convencerse en acompañarlo a su casa, pero con una 

condición. 

-Primero necesito pasar por la casa de mi exmarido -dijo, cruzándose de brazos, tengo algunas cosas que quiero recoger. 

El tono de Claudia no admitió ninguna discusión. 

Él asintió, sin mostrar objeción alguna, porque lo que lo llenaba de tranquilidad es que ella hubiera aceptado ir a su casa. 

+15 BONOS 

Andrew condujo hacia el destino desconocido para él, o eso es lo que creía ella, hasta el momento cuando lo vio detenerse frente a la gran casa de los Cáceres. 

-¿Cómo sabías cuál era la casa donde vivía antes? -preguntó Claudia, la sospecha, tejiendo su voz mientras observaba la familiar fachada de la casa que había compartido con quien había sido su esposo . Nunca te di esta dirección. Andrew le dirigió una sonrisa astuta, sus ojos brillando con algo que ella aún no podía descifrar. 

-Lo sé por mí mismo, soy un hombre de recurso, además, no hay nada que no sepa de ti, Claudia -reveló, encogiéndose de hombros con un aire mezclado de indiferencia y misterio. 

-¿Me estás acosando? -inquirió ella frunciendo el ceño, abriendo los ojos con cautela y temor de confirmar sus propias sospechas. 

-Podría llamarse así, en tiempo pasado, o un hombre profundamente enamorado corrigió él, la sonrisa divertida todavía jugando en sus labios mas ahora, todo es justificable porque eres mi esposa, por eso no es acoso, es solo… cuidar lo que tengo -pronunció con una expresión de suficiencia en sus labios. 

Las palabras de Andrew flotaron en el espacio cerrado del coche, envolviendo a Claudia en un torbellino de emociones contradictorias. Por un lado, el cuidado meticuloso que él estaba profesando hacia ella, la hacía sentir valorada, como nunca antes lo sintió, pero por otro, el método invasivo con el que lo manifestaba la dejaba inquieta, preguntándose qué tan bien realmente conocía al hombre con quien había decidido casarse sin pensarlo, solo por llevarle la contraria a Javier. Decidió que era hora de salir a enfrentar su pasado, miró por la ventana y vio la casa de su exmarido, alzándose ante ellos un fantasma de concreto y recuerdos. 

Claudia inhaló profundamente, intentando apaciguar los nervios que le recorrían como una corriente eléctrica. 

-Espérame aquí, ¡No bajes! -dijo ella a Andrew, la voz firme, pero temblorosa. 

-Ya no tienes que luchar tus batallas en solitario -replicó él, su tono llevando esa promesa de protección. 

-Gracias por tu ofrecimiento, pero esta es una sombra del pasado que debo enfrentar yo sola, déjame dar este paso a mí. 

La determinación brillaba en sus ojos, un reflejo de la mujer independiente que fue en el pasado y que cuando estuvo casada con Javier quiso ser, pero que no encontró el valor para serlo, hasta ahora. 

O +15 BONDS 

Se perdió, por agradarle a un hombre, por complacerlo. Al principio fueron pequeños detalles que eran casi imperceptibles, hasta que no supo en qué momento esa pequeña bola de nieve se convirtió en una avalancha que enterró su verdadero yo. 

Con un suspiro de resignación, él asintió. Mirándolo por encima del hombro, ella bajó, cruzó la calle, se dirigió hacia la puerta y tocó el timbre. 

No tardó mucho tiempo en que Eloísa, la nueva mujer de su exmarido, abriera la puerta; su sonrisa parecía una cuchilla afilada. 

-¿Qué pasa? ¿Acaso has venido a suplicarle de rodillas a Javier que te tome de vuelta? 

-no esperó respuesta y continúo-, déjame decirte que eso no será posible, porque ahora soy yo quien está en su vida 

escupió, cada palabra destilando veneno con una expresión de complacencia en su mirada. 

-¡Estás equivocada, mujer! Basurz, que boto no la vuelvo a recoger respondió Claudia en tono burlesco. Aunque manteniendo su compostura en medio del huracán del desprecio. Lo único que me trae por aquí son mis pertenencias. 

Los ojos de la mujer brillaron de enojo. 

Por favor, respiras por la herida. Javier es un hombre poderoso, cosa que no puede decirse del desconocido con quien te casaste, ni siquiera sabes de dónde vino, seguro es solo un pobretón sin medios de fortuna. Y en cuanto a tus cosas, ¿ Para qué las quieres? Para dárselas a ese nuevo marido, seguro no es más que un vividor señaló Eloísa burlesca, su risa cortante como el viento invernal. 

Claudia sintió la ira arder en su pecho, pero la sofocó con la dignidad de quien sabe que su valor no depende de las palabras ajenas. 

Mira, mujer, déjame dejarte claro, primero que no necesito de nadie. para sostenerme, aunque no sé si pueda decir lo mismo de ti, dos, te aseguro que mi nuevo marido tiene más por sí mismo, no necesita de lo que yo tenga -repuso con calma. 

Elisa se carcajeó. 

-Cómo digas, pero seré yo quien te entregue tus cosas, no voy a permitir que entres a mi casa, no sé si tengas malas mañas y termines robándome lo mío–rió Eloísa. 

-No querida, no soy yo quien tiene fama de cogerme lo que no es mío, creo que cada ladrón juzga por su condición, porque esa eres tú, solo que terminas. robándote lo que no vale la pena -espetó con firmeza. 

Eloísa se quedó en silencio, dio un suspiro de impaciencia y se retiró, buscó una 

+15 BONOS 

gran caja y un pesado bolso, se lo entregó a Claudia y le cerró la puerta en la cara. 

Claudia dio media vuelta, la caja presionada contra su pecho salió en silencio hacia la calle, cuando notó la figura de Javier descendiendo de su auto. 

Este se apresuró a caminar hacia ella, no se dio cuenta de la figura de Andrew parado frente a su lujoso auto, cerca de allí, mirándolos sin perder detalle de lo que pasaba. 

Por su parte, Claudia lo ignoró, no esperó su reacción, ni mucho menos se sintió amenazada por su presencia, hasta que fue demasiado tarde; la bolsa que colgabal de su hombro fue arrancada bruscamente, desequilibrándola por completo, enviándola al suelo en un acto violento de humillación junto con la caja y haciendo sangrar sus rodillas. 

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