Chapter Tras mi renuncia el CEO luchó por mi amor Capítulo 35
Capítulo35 No digna de este dinero
-Tu jefe? -Laura estaba sorprendida.
Ximena respondió de manera evasiva:
-El padre tenía deudas, y las personas que lo persiguen a menudo me siguen. Mi jefe es amable y ha mandado un par de guardaespaldas para mí.
Laura finalmente se sintió aliviada y le dijo a Ximena:
-Bueno, mientras estés bien. La próxima vez, no apagues tu teléfono, me asustaste mucho.
Ximena la calmó y luego colgó el teléfono. Se dirigió hacia la ventana, nerviosa, mirando hacia abajo.
No pasaron diez minutos cuando un Mercedes–Benz negro entró rápidamente en el patio, Alejandro bajó del auto y entró a la casa con una expresión sombría.
Ximena cerró los ojos exhausta, sabiendo que se avecinaba otra confrontación. Se dio la vuelta y caminó nerviosamente hacia la puerta de la habitación.
Justo cuando su mano tocó la manija de la puerta, esta se abrió de golpe con un fuerte golpe. La puerta golpeó su hombro, causándole un dolor sordo que se irradió hacia la cabeza.
Instintivamente, Ximena cubrió su hombro, frunciendo el ceño al ver al hombre. frente a ella. Su rostro era sombrío y su frente mostraba venas prominentes, incluso a través de la distancia.
A pesar de la separación, Ximena podía sentir claramente la intensa ira que emanaba de él.
Asustada, retrocedió un paso.
Sin embargo, el hombre levantó la mano y’agarró su hombro, empujándola violentamente contra la pared.
-¡Habla! ¿Por qué apagaste el teléfono? -Alejandro gruñó fríamente entre dientes.
Ximena, soportando el dolor en su hombro, levantó la cabeza y dijo:
Te lo he dicho, mi téléfono se quedó sin batería…
-¡Bah! -Mientras explicaba, algunas fotos frías fueron arrojadas en su cara, y las fotos cayeron al suelo. Vio la imagen de un Lamborghini familiar y una foto de
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ella hablando junto al automóvil.
-¿Aprovechaste que no estaba para coquetear con otros hombres, eh?
Alejandro rugió como una bestia fuera de control, su voz resonando como un trueno en los oídos de Ximena.
-¡Ximena! ¡Por primera vez, veo cuán astuta eres en realidad!
llena de desprecio.
Su voz estaba
Ximena sintió un profundo peso en el pecho, pero no pudo encontrar las palabras adecuadas para defenderse. Ella no tenía ninguna relación con Andrés, pero las fotos parecían sugerir lo contrario.
Respiró profundamente y levantó la mirada para enfrentar la mirada asesina de Alejandro.
-¿Me permitirías explicar? ¿Puedes siquiera considerar mi explicación?
-¡Tu explicación me da asco!-Alejandro estaba completamente furioso.
Ximena frunció el ceño, sintiéndose herida. No había tenido la oportunidad de explicar antes de que él la juzgara.
-¿Y tú? ¿No sientes asco? -Ximena miró hacia abajo con desprecio-. Prometiste que, una vez que encontráramos a Manuela, nuestro contrato se terminaría automáticamente. Pero, ¿qué hiciste? Te compadeciste de Manuela mientras me tratabas como a una criada que debía estar disponible para ti en cualquier momento. Tú decides mi vida entera con una sola palabra, ¿por qué? ¿ No merezco este dinero después de dedicar tres años completos de juventud y esfuerzo total para servirte?
Ximena dijo sus palabras y las lágrimas también comenzaron a caer.
Ella se enjugó las lágrimas con fuerza, apartó a Alejandro, y con determinación expresó:
-¡Voy a renunciar!
Al escuchar la última frase y al ver las lágrimas en el rostro de Ximena, el corazón de Alejandro pareció recibir un golpe fuerte.
Sus ojos oscuros parpadearon con una sensación de confusión, una sensación que no podía controlar.
Pero en cuestión de momentos, apretó los labios finos y volvió a llenar sus ojos. de un frío glacial.
-¿Renunciar?-Alejandro se rio fríamente-. Antes de que me canse de ti, no tienes permitido tener ningún pensamiento de escapar sin mi permiso.
Con una sola frase, Alejandro aplastó todos los planes de Ximena.
-¡Guardias! -Alejandro gritó con frialdad.
En un instante, varios pasos resonaron desde las escaleras y los guardaespaldas comenzaron a aparecer uno tras otro en la puerta de la habitación.
-¡Nadie la sacará sin mi permiso!-ordenó el hombre con dureza.
Después de dar sus órdenes, Alejandro salió de la habitación implacablemente.
Cuando la puerta se cerró de golpe, Ximena se sintió completamente desesperada y cerró los ojos,
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Ximena pasó una noche en vela, aguantando hasta que Doña Alicia subió a llevarle el desayuno. Cuando la puerta se abrió, Ximena vio que los guardaespaldas seguían parados en la entrada, sin moverse.
Señorita Pérez, no puedes resistirte de esta manera al señor -suspiró Doña Alicia mientras colocaba la comida en la mesita junto a la cama.
-No sabes en qué estado estaba el señor anoche. Dio órdenes para que más d
cien guardias la buscaran por toda la ciudad. Yo lo vi. Su rostro se volvió rojo cuando no pudo comunicarse contigo. Señorita Pérez, siendo una persona experimentada, sé que el señor se preocupa por ti, pero ¿por qué te empeñas en desobedecer?-le dijo.
-¿Se preocupa por mi?
Ximena se rio friamente. Si mi mascota se perdiera,
también estaría preocupada.
Ximena estuvo a punto de decir que ella era peor que una mascota.
Doña Alicia la miró con compasión,
Señorita Pérez, esta no es la solución. Deberías ceder. Será mejor que estar encerrada todo el tiempo…
Ximena apretó los labios, terca y en silencio. Lentamente se acurrucó, abrazándose a sí misma. Con una voz profunda, dijo:
-Doña Alicia, no insistas más.
Se ha doblegado durante tres años.
No queria seguir así. Si no, realmente habrá perdido toda su dignidad.
+15 BONUS
Capítulo36 ¿A quién intentas