Chapter Tras mi renuncia el CEO luchó por mi amor Capítulo 2
Capítulo2 Ser humillada
El corazón de Ximena dio un salto, pero por los quinientos mil pesos, forzó una sonrisa.
—Señor Mathew, lamento la interrupción.
Mathew encogió un hombro, sonriendo mientras se apartaba para darle paso. Con un español no muy fluido, dijo: —Señorita Pérez, yo he estado esperándola.
El corazón de Ximena latía frenéticamente, pero mantuvo la calma en su rostro. Entró en la suite y colocó el contrato que había preparado previamente sobre la mesa de centro.
Echó una mirada rápida a todos los objetos en la habitación mientras Mathew se sentaba en el sofá frente a ella. Luego, Ximena retiró su mirada y se sentó a una distancia prudente de él.
Poco después, Mathew le entregó una copa de vino.
Ximena la tomó y juntos hicieron brindis.
—Gracias por su hospitalidad, caballero.
Mathew mostró una pizca de satisfacción en sus ojos.
—Señorita Pérez, eres de las que van directo al grano, ¡eso me fascina!
La sonrisa de Ximena era forzada, pero estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para cerrar el contrato. Levantó la copa y tomó lentamente un sorbo del vino tinto.
Viendo esto, Mathew pareció un poco decepcionado.
—Pero intentar persuadirme con solo una copita es demasiado fácil.
Ximena ya esperaba que Mathew no fuera tan fácil de convencer. Puso la copa de vino en la mesa y respondió: —He escuchado que el Señor Mathew tenía la intención de colaborar con nuestra empresa MIK desde hace un tiempo. Naturalmente, también somos conscientes de la influencia de MIK en América Latina. En lugar de que usted busque al señor Méndez, sería más apropiado que yo, en representación del señor Méndez, viniera personalmente a firmar el contrato con usted. Esto demuestra el respeto que le tenemos, a usted estimado caballero, ¿no le parece?
La sonrisa de Mathew se desvaneció ligeramente mientras la miraba fijamente. Aunque estaba nerviosa por dentro, Ximena se mantuvo serena en su exterior. Utilizar a Alejandro como presión era su única opción.
El ambiente en la habitación se volvió tenso, pero solo duró un momento antes de que Mathew sonriera. —Me encanta lo que dices, señorita Pérez. Si MIK me trata con tanto respeto, sería inaceptable no firmar este contrato.
Dicho esto, Mathew tomó un bolígrafo y firmó el contrato sin siquiera leerlo detenidamente.
Ximena quedó momentáneamente sorprendida; no esperaba que Mathew firmara tan rápidamente. Sin embargo, entendió que no podía bajar la guardia ante Mathew.
Después de firmar el contrato, Mathew se lo entregó a Ximena. —Listo, ya te he dado lo que querías. ¿Ahora no deberías darme alguito de lo tuyo en retribución?
Ximena cambió ligeramente su expresión, como haciéndose la desentendida.
—Caballero, temo que mi resistencia al alcohol no se puede comparar con la suya.
—¿Quién dijo que tienes que emborracharte conmigo?
Mathew se inclinó hacia adelante y agarró su muñeca sin darle tiempo de responder.
—Señorita Pérez, MIK solo me está dando el 30% de las ganancias. He hecho una concesión, así que solo puedo obtener por medio de estos algunos pequeños beneficios en otra área…
La mente de Ximena quedó en blanco. ¿El contrato… fue modificado de alguna manera?
¿Acaso todo esto fue obra de Alejandro?
Después de todo, solo ellos dos habían tenido el contrato en sus manos.
Su corazón se apaciguó gradualmente, pero en este momento, una sensación ardiente surgió en su cuerpo sin razón aparente.
Ximena abrió los ojos, mirando el vaso de vino en la mesa. Si sus sospechas eran correctas, ¡Mathew debía haber puesto alguna cosa rara en el vino!
Apretando los dientes, Ximena se resistió con todas sus fuerzas contra Mathew, pero sintiéndose un poco mareada no pudo liberarse de su agarre.
Al ver los intensos y ansiosos ojos verdes de Mathew, Ximena comprendió al instante que Mathew había puesto alguna cosa rara en su propia copa. Su fuerza evidentemente no pudo competir con la de Mathew, y al ver que él se acercaba para besarla, Ximena inclinó la cabeza y mordió con fuerza su dorso de la mano.
Mathew, soltó un alarido de dolor.
Viendo su mano con algunas gotas de sangre después de semejante mordida, le zampo una bofetada en el rostro.
Ese golpe fue tan fuerte que Mathew no sabía cuánta fuerza había usado.
Mientras Ximena veía todo oscuro frente a ella, además percibió el sabor cálido a sangre en su boca.
—Ya que has llegado hasta aquí, ¿por qué te atreves a fingir ser tan inocente? —exclamó Mathew mientras tomaba una botella de vodka de la mesa.
Todo tipo de improperios salían de su boca, mientras sostenía el rostro de Ximena y le obligaba a beber alcohol.
El líquido inundaba su boca y nariz, y Ximena se sentía sofocada por la intensidad.
Ella luchaba desesperadamente, pero no lograba liberarse del cuerpo de Mathew que la mantenía presa.
Ximena estaba al borde del colapso emocional, y las lágrimas caían incontrolablemente de sus ojos.
¡Debería haberlo sabido desde el principio!
El bono de quinientos mil era algo que nunca había tenido en los tres años que llevaba en MIK.
Pero ella se engañó a sí misma, creyendo que Alejandro nunca sería lo suficientemente cruel como para empujarla a los brazos de alguien tan retorcido.
Pero quizás estaba equivocada, y su error había sido confiar demasiado en Alejandro.
Ella era su confidente en la noche, pero él solo la veía como un juguete de desecho.
Mathew le rasgó la cogió de la blusa, haciéndole girones a esta, Ximena notó un jarrón al lado.
Agarró el jarrón y se lo zampo con todas sus fuerzas en la nuca.
El dolor agudo hizo que Mathew la soltara de inmediato, y mientras se sujetaba la cabeza adolorida, maldijo a Ximena con enojo: —¡Maldita desagradecida! ¡¿Cómo te atreviste a hacerme esto?!