Chapter Todo por amor Capítulo 44
Capitulo 44 Ese tono de voz sarcástico
La historia Victoria comenzó a recordar que Griselda le estaba contando sobre su juventud y como se divertia cuando, de repente comenzó a sentir sueño. No quería interrumpirla, así que hizo un gran esfuerzo por mantenerse despierta y continuar escuchando, pero ni siquiera se dio cuenta de cuando se quedo dormida y se sentia mal por ello.
No queria dormirine Crees que la abuela estará enojada conmigo?
Alla te quiere demasiado hi qué crees?
Alejandro le conto que Griselda no permitió que él la despertara cuando llegó y ella bajó la mirada mientras se reia en voz baja.
-Exeterto
Como acababa de despertarse, lucia aún más ingenua y desorientada; al verla, él le acarició la
frente.
-En que has estado pensando todo el día?
Ella se puso tensa; quizás estuvo un poco desorientada en cuanto se despertó, pero ya podia pensar con claridad. Se masajeó la frente mientras lo observaba desconcertada. En algunas situaciones, Alejandro la confundía y ella pensaba que quizás había comenzado a quererla un poco luego de estar juntos un tiempo. Esa ilusión la tuvo durante los últimos dos años, pero desaparecía en cuanto volvia a la realidad. Sin embargo, con el paso del tiempo, ambos comenzaron a conectarse y ella empezó a creer que en verdad estarian juntos por siempre. Por eso, se desilusionó tanto al ver cómo era en realidad la situación.
En cuanto Claudia regresó, se convirtió en la prioridad de Alejandro. La mirada de la joven se torno sombria al mismo tiempo que bajaba la mano sin decir nada y él dejaba de sonreir. Aunque ella no habló, él notó que en ese momento era mucho más apática.
-¿Qué sucede?
-Nada-respondió y sacudió la mano-. Solo estoy un poco dormida aún.
Intentó levantarse de la cama y, al verla, él le dio la mano para ayudarla, pero en cuanto la extendió, ella se alejó. Ambos se quedaron perplejos.
-A esto te refieres con dejar de pelear?
-Lo lamento, no volveré a hacerlo.
La joven se dio cuenta de la mirada apática de Alejandro y cómo la observaba; se sentó sin su ayuda y, aunque se disculpó, el ambiente se tornó tenso por la manera en la que lo esquivó. Ella miró lo disgustado que él estaba y suspiro.
La situación iba a tornarse peor si ambos debían permanecer allí y esperar a que Griselda
terminara con su revisión.
-No debería haberlo hecho, pero, de todos modos, la abuela regresará pronto, ¿no? ¿Por qué no te marchas tú primero? -sugirió.
-¿Qué dijiste? -preguntó de manera apática.
-No te estoy echando de este lugar, pero ¿quieres que la abuela te vea asi? Aún debes trabajar hasta tarde; yo le explicaré.
La habitación quedó en silencio y Victoria bajó la cabeza sin decir nada más. Luego, Alejandro se retiró. Estaba muy molesto, pero, aun así, se contuvo y no golpeó la puerta al salir. Victoria respiro profundo e intentó mantener la compostura. Parece que será muy dificil soportar esta relación luego de lo ocurrido. Solo debo hacerlo algunos días más; después, todo estará bien-. Victoria esperaba que, cuando llegara el momento, Griselda aceptara la noticia con calma.
Cuando la anciana regresó y preguntó por Alejandro, la joven le dijo que se fue a la oficina y Griselda asintió.
-Creo que ni siquiera habria venido si tú no estuvieras aquí.
Victoria estaba estupefacta. «¿Eso es cierto? ¿El vino porque yo estoy aquí?». No obstante, negó de inmediato esa idea, ya que no era importante de todos modos. Aun así, ellos iban a divorciarse, por lo que no tenía sentido pensar en esos asuntos que no iban a cambiar la decisión final.
Alejandro regresó a la oficina con una expresión sombría. Continuaba molesto y, en cuanto ingresó, arrojó su abrigo al sofá. Su asistente, que lo había seguido todo el camino, se asustó; pensó en retirarse, pero tuvo un recuerdo y se quedó allí.
Alejandro tardó un momento en calmarse; cuando se volteó, vio a su asistente de pie en la oficina.
-¿Qué estás haciendo aqui? -preguntó.
El joven se asustó y dejó la vianda sobre la mesa.
-¿Qué es eso?
El hombre estaba muy cansado.
-Es el almuerzo que la señorita Juárez preparó con esmero para usted, señor Calire. Cuando la dejé en su casa, lo dejó en el auto cuando no estaba prestando atención y me pidió que se lo trajera.
El asistente se molestó al recordar esa escena; estaba a punto de retirarse luego de dejarla, cuando ella se la entregó y le pidió ese favor. No supo qué hacer porque él ya la había rechazado una vez; supuso que no podia tirarlo a la basura, así que lo llevó de regreso a la oficina.
-¿Preparó con esmero?». Alejandro había estado tan ocupado que no pudo almorzar; pensó que, al llegar al asilo, iba a hacerlo con Griselda, así que por eso no había comido con Victoria cuando despertó, pero no esperaba que ella lo echara del lugar. En otras palabras, no almorzó y estaba tan
enojado que una comida preparada con cariño no iba a calmarlo. Aunque fuera uno de los mejores chefs del mundo a cocinarle, no iba a comer porque estaba muy molesto.
-Ya comi; puedes quedártelo -dijo de manera apática.
-Ah.-El asistente sacudió la cabeza-. Mejor no, señor Calire. La señorita Juárez me dijo que lo preparó especialmente para usted; no me atrevería a comerlo,
Alejandro no esperaba que le respondiera eso y miró a su asistente con el ceño fruncido.
-¿Quién dijo que podías hablarme de esa manera sarcastica?
El hombre fue tan poco amigable que el joven se acobardó.
-Vete de aquí.
Frunció los labios y salió de la oficina. Alejandro se sacó la corbata y la arrojó al sofá; luego se sentó y suspiró. Qué gran día», pensó con sarcasmo. No solo Victoria lo había despreciado, sino que su asistente comenzaba a faltarle el respeto. Inesperadamente, el joven golpeó la puerta a tan solo unos minutos de haberse retirado.
-¿Y ahora qué? -preguntó de manera poco amigable.
-Vino un repartidor y nos entregó esto-explicó con una bolsa de comida en la mano-. Dijo la señorita Selva ordenó este almuerzo para usted.
que