Chapter Capítulo 487
Capítulo 487
Incluso vistiendo la sencilla bata blanca, ella lograba destacar a primera vista, convirtiendo todo lo demás en un mero fondo borroso.
Cuando trabajaba, su actitud seria y meticulosa le añadía un aura de misterio y seducción, convirtiéndola en una presencia tanto pura como deseable en el frío y solemne laboratorio. Era difícil resistirse al impulso de arrancarle aquella holgada bata blanca para descubrir las curvas que se insinuaban debajo, absolutamente encantadoras.
Roman la observaba concentrada, su hermoso rostro absorto en el trabajo, sus dedos moviendo suavemente un tubo de erayo, sus ojos oscuros como la obsidiana brillando con una luz profunda. Tragaba con dificultad, como si estuviera sediento, deseando devorar algo desesperadamente.
-Nerea, estos datos ya se han revisado varias veces, no hay problema alguno, continuaremos con el resto mañana, ¿de acuerdo?
-Sí, ustedes pueden irse, yo terminaré de anotar el último conjunto de datos y luego me voy.
¡Está bien!
Uno a uno, los miembros del laboratorio se fueron retirando, y Nerea se preparaba para terminar de registrar el último conjunto de datos.
De repente, alguien la abrazó fuertemente por detrás.
Ella, asustada, levantó el instrumento que tenía en la mano para golpear, pero entonces escuchó su voz baja y ronca, -Mi amor, soy yo.
-¿Roman? ¡Casi me matas del susto!
Había entrado sin hacer ruido, envolviéndola como una serpiente, haciéndola erizar la piel, ¡pensó que era algún pervertido!
-Te llamé hace un momento, pero no respondiste.
-Yo… cuando estoy trabajando, siempre estoy muy concentrada, ¿no lo sabías?
-Lo sé, tan concentrada que me hace querer arrancarte la ropa poco a poco.
Escuchando sus palabras crueles y la voz ronca cargada de un deseo ferviente, Nerea tragó saliva. Era una señal de peligro, típica de él cuando estaba… en esos momentos.
-Roman, ¿qué estás pensando hacer?
-Quiero, quiero hacer…
Ella le tapó la boca rápidamente, deteniendo sus palabras atrevidas, -Estamos en un laboratorio sagrado, modera tu lenguaje.
Pero la idea de estar en el laboratorio lo excitaba aún más.
-¿Cómo no querer, si mientras trabajas, intentas seducirme, tocarme?
-¿Qué?
Nerea se mostró totalmente inocente, -Roman, no inventes, ¿cuándo te… toqué?
Roman miró acusadoramente hacia el tubo de ensayo sobre la mesa.
Nerea:… ¡Este hombre estaba completamente loco, no tenía remedio!
-Nea, Nea, Nea…
Roman la abrazó, incapaz de resistirse más, su deseo era como una adicción. Con un movimiento brusco, rasgó su bata de trabajo. Lamentablemente, Nerea, con su pequeña estatura, no podía oponer resistencia.
-¡Eh, eh, eh! Roman, para, ¡idiota, esta bata es nueva, apenas la estrené!
-Si me llamas ‘amor, te dejo.
-¡ldiota, pervertido, bestia… amor, amor, por favor, déjame en paz!
Qué mentira, al llamarlo ‘amor‘ ¡se emocionó aún más!