Secreto de amor novela por ursula suarez

Chapter Capítulo 33



Capítulo 33 Evitarlo como si fuera una plaga

Ante la mención de Alejandro, Victoria recordó de repente la escena que vio la noche anterior afuera del club nocturno. «¿Dónde está? Por supuesto, está en casa de Claudia». En cuanto qué había ocurrido y qué habían hecho la noche anterior para que no se presentara en ese momento ante Griselda, Victoria sentía que la respuesta estaba más que clara. Estaba enfadada, pero no podía desahogar sus emociones ante la abuela, entonces buscó una excusa que no saliera. fácilmente a la luz más tarde para cubrir a Alejandro.

-Anoche se quedó despierto hasta tarde, así que aún está descansando.

Después de decir eso, Victoria se dio cuenta de que estaba diciendo la verdad. Alejandro había estado despierto hasta tarde esa noche, pero nadie sabía lo que estaba haciendo. En tanto Griselda oyó eso, se quedó resentida al instante y lo criticó:

-¿Cuántos años tiene? ¿Por qué se sigue quedando despierto toda la noche? -Mientras tanto, Victoria sonreía y no decía nada. Cuando la gran señora se dio cuenta del comportamiento de la joven, suspiró-. Eres la única que soporta su actitud.

-De ninguna manera respondió en voz baja.

Como no quería seguir con ese tema, sugirió sacarla a pasear por el jardín en su silla de ruedas y Griselda aceptó. Acto seguido, la cuidadora acercó la silla y la ayudó a sentarse. Las piernas de la anciana no estaban en muy mal estado, pero no podía andar durante mucho tiempo; podía caminar algunos pasos por la habitación, pero no podía salir.

Una vez acomodada en la silla de ruedas, Victoria abrió el armario y tomó un chal grueso y una manta, luego abrigó a Griselda antes de salir. Mientras tanto, la gran señora se acomodó el chal con satisfacción antes de exclamar:

-Qué cómodo es este material. Recuerdo que cuando era más joven me quejaba de que eran gruesos y pesados. Ahora me gustan más, pero ya no soy joven.

Victoria pudo oír un rastro de consternación en su voz y se sintió extraña, así que la consoló:

-Abuela, creo que este material te sienta mejor ahora. Combina bien con el vestido a medida. llevas en este momento y hace que te veas increible. Siempre he admirado tu belleza y tu temperamento.

que

Esa era la verdad, ya que todas las mujeres de la familia Calire lucian hermosas, ya fuera Griselda o la suegra de Victoria. Eso demostraba que los Calire tenían buen ojo para elegir mujeres.

-Abuela, recuerdo haberte visto a ti y a madre juntas en un banquete al que asistí cuando aún era una niña. Pensé que eran hermanas añadió al mencionar eso.

En ese entonces era joven. Por eso, al ver juntas a las dos hermosas mujeres de rasgos delicados y sin arrugas, pensó que parecían hermanas, elegantes y nobles.

-Oh, qué aduladora eres. Estoy convencida y de repente siento que ya no soy una anciana –

bromeó, ya que le hizo gracia.

Después de decir eso, Victoria se agachó y rodeó los hombros de Griselda con los brazos para

abrazarla.

-Abuela, para empezar, no eres una anciana. Te quiero mucho.

Griselda la trataba muy bien, así que Victoria la quería mucho, pero no porque la gran señora fuera la abuela de Alejandro o porque quisiera ser su nieta política, sino porque siempre había sido amable con la joven desde la infancia. «Mi abuela falleció pronto y no tengo madre, pero el cariño que me dio la abuela compensó todo eso. Aunque Alejandro y yo nos divorciáramos…”. Al pensar en eso, Victoria la abrazó aún más fuerte.

-Siempre serás mi abuela.

En un momento, vieron que alguien se acercaba a ellas cuando estaban a punto de llegar a la puerta. Esa persona tenía una figura alta y delgada, y un rostro apuesto, pero su mirada parecía distante. Tras encontrarse, Victoria se detuvo.

-¿Alejandro?

Griselda se sorprendió al verlo.

-Abuela. La saludó con su voz profunda y un poco ronca, además tenía una mezcla de sensualidad.

Al verlo, Victoria se mofó en voz baja. Su burla fue tan suave que resultó casi inaudible, pero Alejandro pareció darse cuenta y la miró.

-¿Qué te sucede? Victoria me dijo que anoche te quedaste hasta tarde, así que pensé que hoy no llegarías.

El

Él no esperaba que esa fuera la excusa que utilizara Victoria, por lo que frunció los labios con ligereza antes de halagar a Griselda diciendo:

-No importa si me quedo hasta tarde. Aunque me quede despierto toda la noche, seguiré viniendo a verte.

-Qué adulador -lo criticó deliberadamente con desdén, pero no pudo reprimir su alegre.

sonrisa.

Después de eso, Alejandro se acercó a Victoria y le ofreció al señalar:

-Déjame hacerlo.

Al acercarse, ella ya no le percibió olor a alcohol, sino que olía a jabón fresco. No solo eso, sino que la ropa que llevaba también era diferente; la camisa estaba planchada y le marcaba muy bien su figura. Victoria sintió que podía adivinar con facilidad quién estaba detrás de todo eso. Podía ser que Alejandro se había quedado a dormir en la casa de alguien y esa persona le había planchado la ropa esa mañana.

Mientras seguía sumida en sus pensamientos, Alejandro ya estaba muy cerca de Victoria. Justo cuando estaba a punto de posar la mano en la silla de ruedas, ella retiró rápido la suya y dio dos pasos hacia atrás para mantener una pequeña distancia entre ellos. Actuaba como si él fuera una plaga o algo así. En tanto, Alejandro se quedó atónito ante su repentino accionar. Unos segundos. más tarde, su apuesto rostro se tornó sombrío y a la vez lo rodeaba un aura escalofriante.

Al principio, el sintió un poco de ternura luego de escuchar la hipótesis de Norberto, pero en ese momento, se burló en silencio, -Parece que he estado pensando demasiado sobre esta situación». Griselda notó que aún no se habían movido después de que Alejandro se quedara parado, así que preguntó por curiosidad:

-¿Qué ocurre?

Al oir su pregunta, su nieto recuperó la compostura y curvó los labios.

-No es nada, abuela. Vámonos.

Tras aquello, la llevó al jardín y Victoria los seguía a su lado. Cuando acompañaban a Griselda, Alejandro solía empujar la silla de ruedas mientras Victoria lo tomaba del brazo o le tiraba de la esquina de la camisa; a veces parecia empalagosa. Sin embargo, ese día ella mantenía una distancia bastante grande entre ellos, lo que hacia que pareciera que no eran pareja sino extraños. A medida que pasaba el tiempo, la expresión de Alejandro se tornaba más sombría y el aura que lo rodeaba era más escalofriante. De repente, se detuvo.

-Abuela, tengo que enviar un mensaje de texto le dijo.

Griselda asintió con la cabeza, pues no creía que aquello fuera un asunto fuera de lo habitual. Entonces, sacó el teléfono y empezó a pulsar la pantalla. Al ver esa escena, Victoria desvió la mirada, impávida. Debe estar enviando un mensaje a su adorada Claudia. Puede que no lleven. mucho tiempo separados y ya la esté extrañando. ¡Qué dependiente es!». Perdió por completo el control de sus emociones y estaba muy celosa.

El teléfono que estaba en su bolso vibró, así que lo sacó frustrada sin pensarlo demasiado. Un momento después, se quedó paralizada; era un mensaje de Alejandro que decía: «¿Por qué estás tan lejos? ¿Intentas que la abuela dude de nuestra relación?».


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