Se Volvió Loco Tras Mi Muerte ( Violeta and Maurino )

Chapter Capítulo 25



Capítulo 25 

Lucrecia sonrió con dulzura, ajustándose la chaqueta sobre los hombros y con un ligero toque en la mano de la chica que hablaba frente a ella, dijo: “¡Ay, chica! No te la pases creyendo todo lo que oyes. Mauri y yo crecimos juntos desde chiquitos, solo yo sé cómo es el de verdad. 

Ya está, compramos lo que necesitábamos y vámonos a casa.” 

Violeta intentaba no darle importancia, pero no pudo evitar escuchar esas palabras. No era de extrañar que en su vida pasada Maurino le diera tanta importancia a Lucrecia; después de todo se conocían desde niños, eran amigos de toda la vida. Frente a Lucrecia, ella nunca podría competir. 

La pasta llegó a la mesa, humeante. Violeta le agregó dos cucharadas de aji picante y justo cuando iba por la tercera, Adrián le sostuvo la mano. “Con dos ya está bien, si comes mucho te puede doler el estómago.” 

“Entonces, esta cucharada es para ti.” 

Violeta aún no habia extendido la cuchara cuando Adrián se la quitó de la mano y la puso en su propio plato, luego le pasó la cuchara a ella. 

Violeta lo reprendió: “Ya usé esa cuchara.” 

Adrián replicó: “No importa.” 

El corazón de Violeta, antes cubierto de nubes oscuras, se despejó de pronto y al bajar la vista, una sonrisa se dibujo en sus labios. Adrián, siempre con tus manias. 

En el Grupo Paz. 

Con una caja de pasteles finos en la mano, Lucrecia bajó del coche y al entrar a la empresa, la recepcionista la reconoció de inmediato y se acercó con una sonrisa. “Srta. Salazar, ¡qué gusto verla! ¿Vino a ver al presidente? Tal vez tenga que esperar unos minutos, está en una reunión, pero le activo la tarjeta para el ascensor.” 

Lucrecia respondió con una sonrisa y un asentimiento. “Gracias, qué amable.” 

La recepcionista dijo: “Es un placer, Srta. Salazar,” 

¿Quién no sabia en toda la capital que la heredera de la familia Salazar era la futura Sra. Paz? Una mujer de gran prestigio, aparie de ella, realmente no había nadie más que pudiera estar a la altura del presidente, un hombre de tal distinción y porte celestial. 

Lucrecia tomó el ascensor privado del presidente hasta su piso. Al salir, vio la sala de juntas de alta dirección con las puertas aún abiertas y alli estaba Maurino, con la actitud de un lider, orgulloso en su asiento, con dos botones de su camisa negra desabrochados, emanando un aura prohibida pero atractiva, su mandibula fuerte y definida la hipnotizó por un momento, impidiéndole apartar la mirada. 

Aunque había dejado la capital por más de una década, Maurino seguia siendo el mismo, igual que cuando eran niños, parecía que nadie podía captar su atención. 

Desde que había regresado hace un año y medio, Lucrecia aún sentía que su relación con él era algo irreal, aunque parecia que ahora habia cierta distancia entre ellos. 

Lucrecia pensó en el distanciamiento que habla experimentado esos dias y se sintió ligeramente 

13:01 

desolada. 

Fue Ernesto quien se dio cuenta de la presencia de Lucrecia fuera de la sala. Se inclinó y le susurró algo a Maurino, quien asintió en respuesta. 

Al poco tiempo, Ernesto salió de la sala de juntas. 

“Srta. Salazar, por favor, acompáñeme.” 

Lucrecia bajó la mirada con humildad. “Disculpa si interrumpo, ¡no quise molestar!” 

Ernesto respondió con respeto: “No se preocupe, usted es la futura esposa del presidente de este grupo. El Sr. Paz dijo que nadie le impidiera venir, Pero la reunión acaba de empezar hace media hora, quizá tenga que esperar un poco más.” 

Lucrecia fue llevada a la oficina del presidente, donde Ernesto le pidió a la secretaria que le sirviera un vaso de agua a la visitante. 

Lucrecia se sentó en el sofá, colocando la caja de pasteles en la mesa y esperó. 

Después de un rato, Ernesto habló de nuevo: “Ah, hay algo más que debo mencionarle Srta. Salazar.” 

Lucrecia sonrio, mostrando una cercanía amistosa: “Ernesto dime, ¿qué sucede?” 


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