Chapter Capítulo 142
Capitulo 142
En su vida pasada, Adrián era muy disciplinado consigo mismo, se mantenía en forme y de hecho, tenía mucho en común con Maurino, a ninguno de los dos les gustaban los dulces.
Violeta salió del baño tras una ducha, con zapatillas y pijama puestos, el pelo aun goteando agua y la piel ligeramente enrojecida por el agua caliente, sintlendo un dolor en el tobillo, probablemente por golpearse sin querer con la ducha.
Cojeando y saltando en un pie, llegó al borde de la cama y extendió la mano para buscar la pomada en la mesita de noche. La joven tenía un cuerpo bien desarrollado, con curvas que no podían ser contenidas en una sola mano.
En ese momento, se oyó un ruido fuera de la puerta.
“A esta hora, la Srta. Violeta ya debería estar acostada. En estos últimos días, me ha parecido que está un poco asustada de la oscuridad, siempre se queda dormida con la luz encendida.”
La manija de la puerta de afuera se presionó hacia abajo, luego sin decir palabra, Maurino se alejó con el sonido de sus pasos.
Violeta suspiró aliviada, se aplicó la medicina en el tobillo y apagó algunas luces, dejando solo la lámpara de la mesita encendida. Casi de inmediato, se durmió profundamente.
Algunos pasan la noche en vela y otros duermen hasta el amanecer.
Violeta no tenía la costumbre de quedarse en la cama, su alarma estaba puesta para las cinco y media y se levantó casi a tientas, se aseó y bajó en pijama, justo para encontrarse con dos personas que salían de la habitación principal.
“Hermano, buenos días.”
Maurino levantó la mano para ajustarse el botón de la manga de su traje. “Mmm, buenos
días.”
Había algo extrañamente tenso entre Dana y él.
Violeta les echó un vistazo y notó que Dana usaba un traje de hombre que le quedaba grande, pero no desentonaba en ella, incluso le daba un aire despreocupado. Su rostro. seguía sereno pero sus ojos mostraban cansancio y su tez estaba pálida. Al notar la mirada de Violeta, la saludó con voz ronca, “Srta. Violeta.”
Ella no respondió, sino que se dirigió directamente a la cocina para desayunar.
Las empleadas domésticas iban y venían ocupadas en sus quehaceres. Violeta tomó un algo de comida y esperó a que Maurino también se sentara. Dana rompió el silencio, “Sr. Paz, lamento las molestias. No quiero interrumpir su desayuno con la Srta. Violeta, me voy a la empresa.”
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Siéntate
Dana vaciló, “Mejor no.
Una de las empleadas ya había colocado un juego de cubiertos frente a la chica.
¿No puedes entender lo que digo?” Maurino habló con un tono claramente impaciente. Violeta también intervino, “Danita, ven, siéntate a comer con nosotros.
La comida está rica hoy.”
Dana, conteniendo su malestar, apretó los labios y se sentó junto a Maurino, “No querría ser una molestia.”
“¿A qué hora te acostaste anoche? Te ves cansada.” Maurino jugueteó con el cabello despeinado de Dana, quien se había olvidado de peinarse y tenía algunos nudos en las puntas.
Violeta respondió, “Casi a las doce, creo.
Maurino continuó, “No tienes que esforzarte tanto con los estudios, trata de descansar más temprano a partir de ahora.”
Ella replicó, “Entendido.”
Los asuntos de Dana no eran algo que pudiera preguntar abiertamente.
¿Acaso a Maurino realmente no le importaba lo de Lucrecia?
¿Su comportamiento con Dana era solo por apariencia?
¿0 tenía otros propósitos ocultos?
Después de tantos años junto a él, nunca había logrado entenderlo del todo.
Tras el desayuno, Violeta regresó a su habitación para cambiarse el uniforme escolar.
Cuando estaba a punto de subirse al asiento del copiloto del coche privado, escuchó la voz de Maurino, “Violeta, ven aquí.”