Se Volvió Loco Tras Mi Muerte ( Violeta and Maurino )

Chapter Capítulo 107



Capitulo 107 

La oscuridad envolvia la noche y en el baño el sonido de la ducha caía como una llovizna fina. El cuerpo frio de Violeta se encontraba acogido por el agua tibia y ella, agotada hasta no poder levantar los brazos, se recostaba en el hombre sentado al borde de la tina. Con los ojos entreabiertos, veía aquella mano con nudillos marcados y un anillo de plata sencillo, pasando una toalla limpia sobre las marcas sucias de sus brazos. 

Un roce accidental en una herida hizo que Violeta despertara con un dolor que le recorrió el cuerpo, pero sintió al hombre a su lado. Hermano. 

Duele.

La mano de Maurino, que la limpiaba, se detuvo un instante, luego continuó con más suavidad. “No aprendes, ¿eh? Si te vuelves a escapar, te rompo las piernas.* 

Violeta estaba demasiado cansada, no entendía lo que él decía, cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño. Había estado huyendo, sin dormir bien, sobreviviendo a duras penas, luchando para no ser arrastrada por la corriente hasta que finalmente alcanzó la orilla. 

Laura entró al baño con una bandeja de primeros auxilios y se detuvo en seco al ver la escena. “Señor, hay que mantener las distancias entre hombres y mujeres, mejor déjeme a mí. 

Usted ya está comprometido con la señorita Salazar, si esto se sabe, la gente hablará.” 

La mirada amenazante de Maurino la atravesó. “Controla lo que dices. Si no hablas, nadie 

sabrá.” 

Laura, con la cabeza agachada, se puso a un lado. “Como diga, señor.” 

Después de limpiarla bien, la sacó de la tina, la envolvió en una bata y la sentó frente al tocador para secarle el cabello. 

“Puedes dejar eso y salir.” 

Laura apretó los labios, “Está bien.” Dejó los medicamentos en la mesa y al salir, lanzó una mirada complicada hacia dentro, agitando la cabeza resignadamente. 

El ruido del secador molestaba a Violeta, dándole un ligero dolor de cabeza. No supo cuánto tiempo había pasado cuando fue levantada y acostada en una cama suave. 

Maurino aplicaba yodo en las heridas de Violeta, que yacía en la cama sintiendo un dolor punzante. Al ver que desatába su bata, ella lo agarró, “Si la abres, quedaré expuesta, hermano, no puedes hacer eso.” 

“Tus heridas están infectadas, necesitas medicina. ¿Vas a portarte bien, hmm?” 

El hombre hablaba con una voz bajita y persuasiva. Ante la mano que no soltaba, Maurino dijo: “Antes, cuando yo estaba herido, también eras tú tquien me aplicabas 

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medicina. Ahora que estás herida, también debería hacerlo. buena, pronto estarás bien 

De hecho, esta situación no era la primera ni la segunda vez que ocurrió, Cuando Violeta era más joven, siempre acosaba a Maurino para que le diera un baño. 

Entre ellos, habían tenido innumerables encuentros sinceros… 

Pero cada vez, había sido por el bien del otro, sin ningún pensamiento inapropiado. 

Al ver que ella aflojaba el agarre, Maurino deshizo con éxito el lazo de su cintura, limpió las heridas y aplicó el ungüento, aliviando el ardor. 

“Hermano, no te enojes conmigo. 

No volveré a escaparme, afuera está muy oscuro. 

No me entregues a alguien más, él… él me encerrará…” 

Maurino la observaba con los ojos cerrados, balbuceando en su delirio. 

En su sueño, Violeta se sentia abrasada por la fiebre. Quería cambiar de posición para estar cómoda, pero no podía moverse y después de varios intentos, simplemente dejó de intentarlo. 

Más tarde, soñó que estaba en el agua, sin poder agarrar nada, golpeando desesperada la superficie. 


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