Chapter CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 8
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VISITA FAMILIAR.
La habitación estaba impregnada de un silencio denso después de las palabras de la abuela. Zahida luchaba
por comprender la magnitud de la situación en la que se encontraba y se preguntaba qué había sucedido en
la vida de Rania para merecer tal desprecio y cuestionamiento.
Para todo esto, necesitaba encontrar a Laya, ella podía ayudarla…..
La abuela, con una expresión seria, continuó examinando al bebé como si su presencia no tuviera importancia y después de una pausa, dijo algo que impactó profundamente a Zahida.
-Omar… Mi nieto será el futuro rey…
Zahida abrió la boca seca, y se aturdió ante esta confesión.
-¿Futuro rey…?
La abuela deslizó la mirada, como si la humillara con el gesto y negó.
-El hecho de que Samir te mire con lujuria, no significa que pongas eso por encima de tu hijo. -Y Zahida
quiso vomitar.
-No sé a qué se refiere, señora… -Zahida respondió con cautela, tratando de ocultar su confusión.
-Por supuesto, no eres tan tonta… tienes al rey, nunca pensaría corresponder al alguien más porque perderías mucho… además, Samir no es digno de una corona, y esa será su ruina… sin embargo, no eres muy diferente, tu propósito es solo el poder y la riqueza, sin importar el sufrimiento que causan a mi familia.
Zahida apretó los dientes con fuerza, sintiendo la indignación crecer dentro de ella. No entendía por qué estaba siendo juzgada de esa manera, pero sabía que debía mantener la calma.
-Solo sé que acabo de dar a luz a su nieto, Omar, y estoy comprometida a cuidarlo y amarlo yo no dejaré que alguien lo crie por mí…
La mujer mayor soltó una risa sarcástica.
-Cuidar de él, dices. ¿Cómo puede una mujer como tú cuidar adecuadamente de un niño?
Zahida se mordió el labio inferior para contener su rabia. Quería gritarle a esa mujer que no entendia nada, que ella no era Rania y que estaba atrapada en este cuerpo sin saber cómo. Pero se contuvo.
-Señora, respeto su posición como abuela de Omar, pero me gustaría que me diera la oportunidad de demostrar que puedo ser una buena madre para él…
La mujer la miró con incredulidad, pero luego su expresión cambió a una mirada pensativa.
-Hakim siempre ha sido un buen hijo, a pesar de las elecciones equivocadas que ha hecho en su vida amorosa. No permitiré que mi nieto sufra por esos errores, y tampoco creeré este brote de ingenuidad tuya, porque hayas dado a luz a mi nieto… vendré en otra oportunidad -La mujer se levantó-. En ese momento, cuando estés ocupada en tu belleza… porque esto se te pasará rápido… vendré por mi nieto.
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Zahida soltó el aire cuando la vio salir, y la señora miró por última vez, al bebé que Zahida ahora sabía se
llamaba Omar.
La mujer salió de la habitación, dejando a Zahida con una mezcla de confusión y determinación. Necesitaba
descubrir más sobre la vida de Rania, entender por qué era vista de esa manera y, al mismo tiempo,
asegurarse de proteger a su hijo de cualquier conflicto que pudiera surgir.
Decidió que necesitaba encontrar a Laya. Sin embargo, sabía que la tarea no sería fácil, y tendría que moverse con cuidado dentro de este complicado entramado de relaciones y secretos que envolvían su nueva
identidad como Rania.
Zahida se dio cuenta de que esta mujer tenía todo a la mano, porque al finalizar la tarde, entraron más
personal para maquillarla y arreglar su cabello.
El traje de color crema la hizo lucir elegante, y sus criadas le dijeron que podía salir a la sala de su habitación, donde recibiría las visitas. Allí puso a su bebé en una cuna preciosa, y esperó con ansias las personas que se pudiera encontrar, pero cuando aún estaba sola, ella solo miró a través de la ventana, para, de alguna forma, agradecer a Alá por esta nueva oportunidad.
Y cuando una criada le anunció que estaba por entrar parte de la familia, Zahida se atrevió a preguntar
primero.
-¿Dónde está el Emir?
-Vendrá después… mi señora Rania…
Zahida asintió, las puertas del salón se abrieron y ella tuvo que tomar muchas fuerzas de su nueva realidad,
para no estremecerse con lo que veía.
Allí estaba Samir, y Adilá… pero detrás de ellos había otra chica joven, junto a las criadas, entre esas, Laya.
Ella intentó levantarse, pero se retuvo, aunque su corazón se estrellaba fuertemente contra su pecho. Y en el momento en que se detuvieron frente a ella, notó como Samir le mostró una sonrisa, que nunca había visto en él, mientras que Adilá parecía molesta.
-Rania
¡Felicidades! -Samir tomó su mano, una mano que Zahida miró mientras temblaba y luego besó
su dorso-. Es increíble que… estás más hermosa y radiante que nunca…
Zahida pasó un trago y retiró su mano, desviando la mirada hacia Adilá.
-Señora… ella hizo un ademán, y luego la otra chica, vino a hacerle una reverencia.
-Felicitaciones, señora Rania… -Zahida frunció el ceño, y notó como Samir la ponía detrás de él.
¿Se había casado de nuevo?
-Gracias fue lo único que pudo procesar, pero en ese momento vio cómo Adilá intentaba llegar a su hijo y ella se tensó.
-Qué impresión, es igual al Emir… ¡Que Alá lo bendiga! -Adilá no pidió permiso, pero tomó al bebé que se inquietó en sus brazos, pero al instante tropezó, y Zahida se levantó de forma apresurada.
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-Ten cuidado… —ella se lo quitó de los brazos de golpe como si fuese una fiera y todos abrieron los ojos
ante la impresión.
-Fue ella… me hizo tropezar… –Adilá culpó a la mujer detrás de su esposo, y ella negó.
-¿Qué? No… yo no…
—Eres demasiado torpe, Sahar…… ¡Por Alá!
-Basta… -Zahida lo dijo en un buen tono, y estaba dispuesta a usar su influencia cuando alguien más entró en la sala, y esa era la misma Yassira que sonrió.
-La favorita…
-Madre por favor… -Samir intervino y Yassira hizo un ademán.
-Esperemos cuánto dura…
Zahida frunció el ceño, con su bebé en los brazos, mientras la respiración seguía agitada, ella quería mandar a volar a todo el mundo, y luego sus ojos se posicionaron en Laya.
-Tú··· ven aquí…… —Laya abrió los ojos observando a todos incrédula y Samir frunció el ceño.
-Rania… ¿Deseas algún servicio? Puedo llamar a tus criadas…..
Y Zahida negó.
-Quiero que todos ustedes se vayan… quiero que salgan de aquí… y tú te quedas… -volvió a señalar a
Laya.
-Pero… -Adilá intentó decir, y Zahida se sintió tan estresada que alzó más la voz.
-¡Váyanse!
-¿Qué pasa aquí? -todos se giraron ante una nueva entrada, y el silencio se impregnó, cuando Zahida puso los ojos en el Emir, que estaba frunciendo el ceño ante su grito…
Como si de nuevo, reprobara su conducta…
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