Chapter Capítulo 46
Capítulo 46: Este Asistente Era Tan Presumido
Honestamente, al encontrarme con la mirada de Patricio, me senti un poco incómoda Después de todo, aquella noche seguia fresca en mi memoria, y no habían pasado muchos dias desde entonces. Estaba segura de que él también lo recordaría.
Aquella noche, mi comportamiento fue un completo desastre. En su mente, aún me veia en el rio, y ahora aqui estaba, demostrando afecto a Hernán de una manera tan ostentosa. La ironia era innegable.
Bajo su mirada, sin darme cuenta, retiré mi mano del brazo de Hernán y le dirigí una pequeña
sonrisa.
Cuando Felipe se acercó, la gente a su alrededor se apresuró a congraciarse, saludando efusivamente a todos, incluido Hernán.
Yo observaba con indiferencia a ese grupo de personas. Eran increiblemente “sinceros“. Vi cómo los ojos de Patricio se posaron brevemente en Hernán y su mirada destilaba desdén.
Felipe no presentó a Patricio a nadie, y tampoco Patricio mostró intención de conocer a cualquiera persona. En cambio, se detuvo a mi lado y dijo con tono tranquilo: -Señorita Lara, o quizás debería decir Señora Cintas.
-Señorita Lara aún suena mejor–le dije-, ¡Nunca imaginé que también vendría hoy usted!
-Asi es- tomó un sorbo de su bebida y me miró de reojo, preguntando en voz baja-, ¿Estás de buen humor?
-La vida sigue su curso. Como usted dice, todo depende de uno mismo–mi respuesta fue cautelosa, Ah, por cierto, ¡Sr. Alvarez! Aún no tengo su contacto y su abrigo está aquí conmigo. ¿Podría invitarlo a salir para charlar un rato? También sería una buena oportunidad para devolverle su abrigo.
Él bajó la mirada y dio otro sorbo a su bebida, pero no me proporcionó su contacto. Parecía no tenía intención de därmelo y no queria insistir.
En ese momento, Hernán se acercó, sonriendo al verme hablando con Patricio. Extendió su brazo largo y me abrazó, preguntando con una sonrisa: -María, ¿quién es……?
que
-Oh, él es el Sr. Patricio Alvarez, de la empresa Boreal–lo presenté a Hernán y luego miré a Patricio y le dije: -Sr. Alvarez, este es mi esposo, el CEO de Corporación ConstruMateria, Hernán Cintas.
Hernán extendió amablemente su mano y dijo: Un placer conocerte, Sr. Alvarez.
Patricio le respondió imperturbable: -El placer es mío..
Después de eso, no mostró mucho interés en interactuar más con Hernán
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Se volvió hacia mí y dijo: -Me voy- y se alejó de nuestro grupo, partiendo solo. Parecia no estar muy entusiasmado con la ocasión. A pesar de ser solo un asistente, tenía una actitud bastante distante..
Hernán frunció el ceño, preguntándome: -¿Qué hace en la Empresa Boreal? ¿Tan presumido?
-La última reunión de licitación, él la presidió en lugar del Sr. Salinas- le respondi brevemente. En realidad, no tenía idea de qué papel desempeñaba Patricio en la Empresa
Boreal.
Hernán murmuró: -¡Ja! Parece que tiene cierto renombre, ¡más difícil de abordar que el Sr.
Salinas!
Así era Hernán, muy vanidoso. Esto tenía que ver con su entorno de crianza. En lo más profundo de su ser, había una especie de inferioridad. Siempre temía que los demás lo menospreciaran. Desde que tuvo a la Corporación ConstruMateria, pareció encontrar un apoyo, una base sobre la cual apoyarse, le gustaba que lo elogiaran.
Yo sabía de esta faceta suya desde antes, pero en aquel entonces no quería admitirlo. Tal vez, realmente no puedes ver los defectos de alguien a quien amas. Así que cada vez que esto sucedía, escondía esos defectos suyos y minimizaba su fealdad.
Pero ahora, frente a la traición de Hernán en tantos aspectos, ante la cruel realidad, tuve que admitir que era un canalla desleal. Un traidor desleal, capaz de tener relaciones intimas con su propia hermana. ¿Un individuo tan vil merece mi amor?
Ya solo quedaba asco en mí. Parecía que había salido de ese estado tonto donde perdía mi claridad de juicio debido a mi amor por él. Ahora, sus defectos eran claramente visibles para mi.
Lo miré de reojo. Sus ojos aún seguían fijos en la dirección en la que se alejaba Patricio, con el rostro torcido y una expresión disgustada. ¡Incluso llegué a maldecirlo en mi interior como un
vil!
Cuando la fiesta llegaba a su fin, me encontré de nuevo con Patricio. Él y el Sr. Salinas estaban despidiéndose de las personas, parecía que se estaban yendo.
Había muchas personas haciendo saludos, y por supuesto, Hernán no podía perderse esto. Se adelantó para estrechar manos y destacarse.
Pero Patricio se acercó a mí. En el momento en que pasó junto a mi, me entregó una nota
doblada.