Chapter Capítulo 121
Capítulo 121: Era Aterrador Pensarlo Detenidamente
No sabía cuánto tiempo había pasado cuando fui despertado por una voz suave, como si me hubiera sido arrancado de la realidad desde el lejano horizonte.
Abrí lentamente mis ojos adormilados y vi el rostro apuesto frente a mí. Me sorprendí y traté de levantarme de golpe, pero el dolor punzante en mi herida me hizo gemir involuntariamente.
-¿Por qué tanta prisa?– su voz tenía un tono apagado.
Me di cuenta de que todavía estábamos en el coche, pero el sol estaba a punto de ponerse. En el horizonte lejano, un resplandeciente atardecer dorado pintaba la mitad del cielo de oro.
-¿Qué hora es?… ¡Debo recoger a mi hija!– dije con urgencia.
-Ya utilicé tu teléfono para enviar un mensaje a tu amiga y que ella venga a recoger a tu hija por ti- dijo indiferentemente. ¡Levántate! ¡Mis piernas están entumecidas!
Me puse roja al darme cuenta de que había estado durmiendo en sus brazos todo este tiempo, y él ni siquiera me había despertado.
-Uh… ¿Cuánto tiempo he dormido?– pregunté tímidamente, luego me enderecé y me alejé
un poco de él.
-Han pasado más de dos horas- ordenó—. ¡Baja del coche!
Salí rápidamente del otro lado del coche y cuando lo hice, me di cuenta de que habíamos llegado al mismo complejo turístico al que él me había traído la última vez. Sin embargo, parecía que el negocio no iba muy bien, ya que no se veía a otros huéspedes.
Di unos pasos rápidos para alcanzarlo y le pregunté: -¿Qué lugar es este?
-¿Qué pasa?– me miró de reojo y preguntó.
–
-Es hermoso y tranquilo aquí. Me encanta, pero ¿por qué no veo a otros huéspedes? — le pregunté curiosa.
No me respondió y caminó despreocupadamente hacia el interior con las manos en los
bolsillos.
No pude evitar hacer un pequeño gesto con los labios.
Pero en verdad me encantaba este lugar. Todo el recinto estaba lleno de hermosos paisajes, tan hermosos que parecían irreales, como si estuviera en un paraíso.
Me llevó hasta un edificio de estilo europeo, desbloqueó la puerta con su huella digital y entró
a grandes zancadas. Lo seguí rápidamente. El interior estaba elegantemente decorado y
sencillo.
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Me indicó que me sentara en un sofá del salón y luego entró en una habitación. Poco después, regresó con una caja de medicinas en la mano.
Lo miré sorprendida y pregunté: -¿Qué estás haciendo? En serio, no tengo nada grave. ¡Ya me lie aplicado medicina en casa!
Él me miró seriamente y dijo: ¿Tienes miedo de mí?
Me abracé a mí misma, nerviosa, y le respondí con una sonrisa: -No… ¡no! ¡De verdad, no es necesario!
Éramos solo dos en la habitación y me sentía incómoda que un hombre me estuviera aplicando la medicina.
-¡Ven aquí!– me ordenó, señalando el lugar más amplio del sofá-, ¡Acuéstate!
-¡Ya te dije que no es necesario! Prefiero volver más tarde y aplicármela yo misma- insistí. Me preguntaba por qué este hombre estaba siendo tan atento conmigo. Y además, tan terco.
que temes?
-No quiero repetirlo- dijo mientras abría la caja y sacaba un tubo de pomada-, con tu aspecto actual, aunque quisiera hacer algo contigo, no estaría de ánimo. ¿Qué es lo
Cuando dijo eso, mi rostro se puso rojo de inmediato.
-Ya he visto tu cuerpo antes, ¿por qué te pones a la defensiva?– dijo con calma—, es una tontería hacerse tanto daño y luego preocuparse por la apariencia. Ya es un poco tarde, ¿no
crees?
Terminando de hablar, se acercó con grandes pasos, me levantó y me colocó en el sofá cama, diciendo: -No te muevas más, ten cuidado o de verdad te forzaré a tener relaciones.
Al escuchar esas palabras, mi rostro y mis orejas se pusieron rojos. Este hombre parece ser todo un caballero, ¿por qué dice cosas así?
Realmente empecé a cuestionar su carácter. De repente, en este momento, me dio mucho miedo no conocerlo del todo.
Eso me asustó y me di cuenta de que, en efecto, no sabía nada sobre él, aparte de que era el asistente del gerente general de Boreal.
Esto me llenó de temor, parecía conocer cada detalle sobre mí y lo que dijo antes era cierto, había visto mi cuerpo. Era aterrador pensarlo detenidamente.