Recuperando a mi multimillonaria esposa

Chapter Capítulo 114



Capítulo 114: Fuera Del Plan 

Levanté una ceja en su dirección mientras entré contentamente en el Mundo de hielo y nieve 

con toda la familia, e incluso colaboré con Hernán, mostrándonos afecto constantemente. 

Sofia estaba furiosa, con el rostro completamente enrojecido, pero no se atrevía a responder. Al menos, se calmó un poco bajo esa situación. 

Después de visitar el mundo submarino, llegó el momento de la rifa. Le pedí a Dulcita que participara, y para mi sorpresa, ¡mi hija obtuvo una sorpresa “inesperada“! 

El premio fue realmente inesperado, ¡tres boletos para una estancia gratuita de siete días en la Isla Mallorca! Era algo que despertaba envidia en los demás. 

En ese momento, expresé mi deseo de visitar ese lugar desde hace tiempo. El encanto subtropical con la brisa de coco y el mar siempre me había atraído, y mi emoción contagió a mis padres. 

Inmediatamente me dirigí al organizador para obtener detalles sobre todo el itinerario. 

Incluso cuando llegamos a casa, seguimos discutiendo sobre este asunto. Hernán seguía 

insistiendo, animándome a llevar a mis padres conmigo. 

El dijo con gran importancia: —¡Papá, mamá, vayan y disfruten! Yo cubriré todos los gastos, ya sea gratis o no. Si les gusta, ¡pueden quedarse más días! Realmente es una gran suerte, mi pequeña fue muy afortunada al obtener el primer premio. ¡Es su buena suerte! 

Estuve preparando el itinerario con entusiasmo, incluso compré un boleto adicional para niños. Todo se desarrolló según el plan de Patricio. El abogado González coordinó con el tribunal. Ya tenía un plan, llevarlos allí a mis queridos y luego encontrar una excusa para regresar y asistir a la audiencia. 

Sin embargo, la noche antes de partir, todo estaba listo para el viaje, pero cuando estaba en la habitación de mis padres, hablando con ellos, Dulcita entró llorando desconsoladamente, abrazándome, y dijo: – 

-… Mamá… ¡Papá y tía están peleando! 

La abracé sin entender lo que quería decir. Mis padres vinieron a consolarla, no les gustaba ver 

a Dulcita llorar. 

—Ellos…. ¡están peleando! —dijo con voz temblorosa. 

-No llores, ¿dónde están peleando? ¡Ven, estará jugando contigo! -intenté calmarla, pensando que Sofía la había molestado de nuevo

-En la cama, iba a buscar a papá… y lo vi… lloró mientras me abrazaba fuertemente por el cuello. 

Mi cabeza dio un vuelco. En ese instante, entendí lo que Dulcita quería decir con pelea“. Me 

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olvidado por completo que mis padres todavía estaban presentes, mí única meta era llegar a la habitación principal. 

Ya no podía tolerarlo más. La falta de vergüenza había llegado a un nivel inaceptable, manchando la visión de mi hija. 2 

Abrí la puerta de un puntapié. Estaban dentro las dos personas, al parecer alertadas por el llanto de la niña, y Hernán se vestía apresuradamente. 

Al verme entrar furiosamente, se acercó rápidamente y trató de abrazarme: -María, cálmate, i tus padres están aquí! 

Ya no podía contenerme. Le di una bofetada sin vacilar. -¿Eres animal? ¿No te da vergüenza? Si quieres hacer cosas inmorales, hazlo afuera y no ensucies la vista de mi hija. ¡Lárguenos de aquí! 

Se armó un alboroto, y mis padres, por supuesto, acudieron. Al ver la situación, comprendieron al instante lo que sucedía. 

Sofía, la sinvergüenza, se envolvió en una sábana y se puso de pie mirándome: -¿Qué pasa? ¿ Que me vaya? Este lugar debería ser mío desde el principio. ¡Es que te has adueñado de lo que no te corresponde! 

-Sofía, parece que tu memoria es terriblemente selectiva. ¿Que este es tu lugar?-terminé la frase y me lancé hacia ella. 

Hernán me apartó y protegió a Sofía detrás de él. —¡María, basta! Si te atreves a tocarla, no te sorprendas si hoy me pongo impertinente. No me permites tocarte a ti, ¡pero tampoco me permites tocar a otras! Estamos en mi propia casa. ¡Deja de gritar y hacer tanto alboroto! 

-Hernán… ¿Qué estás haciendo? -fue mi padre quien gritó-, Tú… tú… 

Me sobresalté al escuchar esto, y en ese momento di cuenta de mis impulsos. Rápidamente Me di la vuelta hacia mi padre. —¡Papá! 

Lo sujeté. ¡No te preocupes, papá! Esto no es algo nuevo. Por favor, no te alteres, ya casi he 

resuelto todo. 

-Mi hija, él… mi padre señaló a Hernán y me miró, sin saber cómo abordar la situación. 

-Así es, señor, permítame presentarle formalmente a mi novio, con quien he crecido desde pequeña. Llevamos varios años juntos, pero tu hija no lo deja ir. Ahora que esperamos un hijo de Hernán, j¿cómo se van a enfrentar a esto?! 

-Papá… escúchame, por favor, no te enfades, ipapá! —Mientras intentaba tranquilizar a mi padre, miré a Sofía-. ¡Sofía, cierra la puta boca! 

Ja… ¿cerrar la boca? Bien, jirte de esa casa es la mejor solución! -dijo con malicia, 

su hija. ¡Deja de aferrarte a la familia Cintas! 

Sentí que mi padre temblaba ligeramente. Un presentimiento sombrío comenzó a crecer en mi interior. (3 


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