Potter Girl [Draco Malfoy]

Chapter Capítulo 58



Lily despertó en medio de tal somnolencia que no abrió los ojos. Estaba segura que era de noche debido a que ninguna luz traspasaba sus parpados y de que no había dormido mucho rato.

—¡Van a despertarla si no se callan!

Lily abrió los ojos lentamente. Theodore, Hermione y Cassius estaban a su lado.

—Oh, Lily.—Llamó Hermione entre lagrimas, enterrando su cara en el pecho de la chica.— Me alegro tanto de que tu estés bien.

—¿Qué ha pasado?—pregunto Lily con la voz ronca, a la vez que Theo acariciaba su cabello y Cassius apretaba suavemente su mano.

—Encerraron a Barty Crouch Jr aquí en el castillo, pero el imbécil de Fudge trajo a un dementor que no espero ordenes y le dio el beso antes de poder confesar algo. Al parecer solo Dumbledore, McGonagall y Snape pudieron sacarle información con Veritaserum, aunque esa es información extraoficial.—informó Theo en voz baja.

—Están aquí afuera, discutiendo sobre eso.—añadió Cassius mientras Hermione seguía llorando en el pecho de Lily.

—¿Qué ha retornado Quien-Tu-Sabes?—escucharon la voz de Fudge.— Absurdo. ¡Dumbledore, por favor...!

—Como sin duda te han explicado Minerva y Severus, hemos oído la confesión de Barty Crouch. Bajo los efectos del veritaserum, nos ha relatado como escapó de Azkaban y como Voldemort, enterado por Bertha Jorkins de que seguía vivo, fue a liberarlo de su padre y lo utilizo para capturar a Lily. El plan funcionó, ya te lo he dicho: Crouch ha ayudado a Voldemort a regresar.

—¡Pero vamos, Dumbledore!—exclamó Fudge y Lily se incorporó en la cama, pudiendo ver en la cama de enfrente a Cedric, sentado en su cama con sus padres mirando al ministro con el ceño fruncido.— ¡No es posible que tú creas eso! ¿Qué ha retornado Quien-Tu-Sabes? Vamos, vamos, por favor...Una cosa es que Crouch creyera que actuaba bajo las ordenes de Quien-Tu-Sabes...y otra es tomarse en serio lo que ha dicho ese lunático.

—Cuando Lily y Cedric tocaron esta noche la Copa de los tres magos, fueron transportados directamente ante lord Voldemort.—afirmó Dumbledore.—Presenciaron su renacimiento y Daphne Greengrass fue en ayuda de Lily, pereciendo en el altercado. Te lo explicaré todo si vienes a mi despacho.

Miro a Lily y vio que estaba despierta, pero añadió:

—Me temo que no puedo consentir que interrogues a Lily esta noche.

La sorprendente sonrisa de Fudge no había desaparecido. También él miro a Lily y luego volvió su vista a Dumbledore y dijo:

—¿Eh...estás dispuesto a aceptar su testimonio, Dumbledore?

—Desde luego que lo acepto.—respondió Dumbledore, con un fulgor en los ojos.— He oído la confesión de Crouch y el relato de Cedric de lo que ocurrió después de que tocaran la Copa: las dos historias encajan y explican todo lo sucedido desde que el verano pasado desapareció Bertha Jorkins.

Fudge conservaba en la cara la extraña sonrisa. Volvió a mirar a Lily antes de responder:

—¿Vas a creer que ha retornado Lord Voldemort porque te lo dicen un loco asesino, un chico y una niña que...? Bueno...

Le dirigió a Lily otra mirada y esta, con rostro asesino, enarcó una ceja.

—¡Usted ha leído a Rita Skeeter!—exclamó Cedric, interviniendo, molesto.— ¿Cómo se atreve a juzgar a Lily basado en puras mentiras? ¡Si no fuera por ella y por Greengrass, yo estaría muerto ahora mismo!

Fudge enrojeció un poco, pero su rostro adquirió una expresión obstinada y desafiante.

—¿Y qué si lo he hecho?—soltó, dirigiéndose a Dumbledore.— ¿Qué pasa si he descubierto que has estado ocultado ciertos hechos relativos a esta niña? Conque habla pársel, ¿eh? ¿Y conque monta curiosos numeritos por todas partes?

—Supongo que te refieres a los dolores de al cicatriz.—dijo Dumbledore con frialdad.

—¿O sea que admites que ha tenido dolores?—replicó Fudge— ¿Dolores de cabeza, pesadillas? ¿Tal vez...alucinaciones?

—Pídemelo y lo mato.—gruñeron Theo y Cassius. Hermione había dejado de llorar y se paraba

—Escúchame, Cornelus.—dijo Dumbledore dando un paso hacia Fudge, y comenzó a irradiar una indefinible fuerza que Lily nunca le había visto. —Lily esta tan cuerda como tú y yo. La cicatriz que tiene en la frente no le ha reblandecido el cerebro. Creo que le duele cuando Lord Voldemort esta cerca o cuando se siente especialmente furioso.

Fudge retrocedió medio paso para separarse un poco de Dumbledore, pero no cedió en absoluto.

—Me tendrás que perdonar, Dumbledore, pero nunca había oído que una cicatriz actúe de alarma...Por las barbas de Merlín, Dumbledore...esta niña habla con las serpientes, ¿y todavía confías en ella?

—¡No sea necio!—gritó la profesora McGonagall.— Daphne Greengrass y el señor Crouch: ¡esas muertes no son el trabajo casual de un loco!

—¡No veo ninguna prueba de lo contrario!—vociferó Fudge, igual de airado que ella y con la cara colorada.— ¡Me parece que están decididos a sembrar un pánico que desestabilice todo lo que hemos estado construyendo durante trece años!

Lily no se sorprendió. Fudge podía aparentar ser bondadoso, jactancioso y algo pomposo pero en general bueno, sin embargo, ella siempre había notado que era un mago de mente muy estrecha e idiota.

—Voldemort ha regresado.—repitió Dumbledore.— Si afrontas ese hecho, Fudge, y tomas las medidas necesarias, quizá aún podamos encontrar una salvación. Lo primero y más esencial es retirarles a los dementores el control de Azkaban.

—¡Absurdo! ¡Retirar a los dementores! ¡Me echarían a puntapiés solo por proponerlo! ¡La mitad de nosotros solo dormimos tranquilos porque sabemos que ellos están custodiando Azkaban!

—¡A la otra mitad nos cuesta más conciliar el sueño, Cornelius, sabiendo que has puesto a los partidarios más peligrosos de Lord Voldemort bajo la custodia de unas criaturas que se unirán a él en cuanto se lo pida! ¡No te serán leales, Fudge, porque Voldemort puede ofrecerles muchas más satisfacciones que tú a sus apetitos! ¡Con el apoyo de los dementores y el retorno de sus antiguos partidarios, te resultará muy difícil evitar que recupere la fuerza que tuvo hace trece años!

Fudge abría y cerraba la boca como si no encontrara palabras apropiadas para expresar su ira.

—El segundo paso que debes dar, y sin pérdida de tiempo.—siguió Dumbledore— es enviar mensajeros a los gigantes.

—¿Mensajeros a los gigantes?—gritó Fudge— ¿Qué locura es esa?

—Debes tenderles una mano ahora mismo, antes de que sea demasiado tarde.—repuso Dumbledore.— o de lo contrario Voldemort los persuadirá, como hizo antes, de que es el único mago que está dispuesto a concederles derechos y libertad.

—No...no puedes estar hablando en serio.—dijo Fudge entrecortadamente, negando con la cabeza y alejándose un poco más de Dumbledore.— Si la comunidad mágica sospechara que yo pretendo un acercamiento a los gigantes...La gente los odia, Dumbledore...Sería el fin de mi carrera.

—¡Estás cegado por el miedo a perder la carrera que ostentas, Cornelius!—dijo Dumbledore, volviendo a levantar la voz y con los ojos de nuevo resplandecientes, evidenciando otra vez su aura poderosa.—¡Le das demasiada importancia, y siempre lo has hecho, a lo que llaman «limpieza de sangre»! ¡No te das cuenta de que no importa lo que uno es por nacimiento, sino lo que uno es por sí mismo! Tu dementor acaba de aniquilar al último miembro de una familia de sangre limpia, de tanta raigambre como la que más...¡y ya ves lo que ese hombre escogió hacer con su vida! Te lo digo ahora: da los pasos que te aconsejo, y te recordarán, con carrera o sin ella, como uno de los ministros de Magia más grandes y valerosos que hayamos tenido; pero, si no lo haces, ¡la historia te recordará como el hombre que se hizo a un lado para concederle a Voldemort una segunda oportunidad de destruir el mundo que hemos intentado construir!

—¡Loco!—susurró Fudge, volviendo a retroceder.— ¡Loco...!

—¡¿Cómo se atreve a llamar así al profesor Dumbledore?!—intervino Amos.

El silencio inundo la sala. La señora Pomfrey estaba inmóvil al pie de la cama de Lily, tapándose la boca con las manos. Hermione estaba incrédula. Los Diggory lucían furiosos, al igual que McGonagall y Snape. Theo, Cassius y Lily, por otra parte, mostraban un rostro completamente frío e indiferente como buenos Slytherins.

—Si sigues decidido a cerrar los ojos, Cornelius, —dijo Dumbledore— nuestros caminos se separarán ahora. Actúa como creas conveniente. Y yo...yo también actuaré como crea conveniente.

La voz de Dumbledore no sonó a amenaza, sino como una mera declaración de principios, pero Fudge se estremeció como si Dumbledore hubiera avanzado hacia él apuntándole con una varita.

—Veamos pues, Dumbledore.—dijo blandiendo un dedo amenazador.— Siempre te he dado rienda suelta. Te he mostrado mucho respeto. Podía no estar de acuerdo con algunas de tus decisiones, pero me he callado. No hay muchos que en mi lugar te hubieran permitido contratar hombres lobo, o tener a Hagrid aquí, o decidir que enseñar a tus estudiantes sin consultar al Ministerio. Pero si vas a actuar contra mí...

—El único contra el que pienso actuar —puntualizo Dumbledore— es Lord Voldemort. Si tu estás contra él, entonces seguiremos del mismo lado, Cornelius.

Fudge no encontró respuesta a aquello. Durante un instante se balanceó hacia atrás y hacia delante sobre sus pequeños pies, e hizo girar en las manos el sombrero de hongo. Al final, dijo con cierto tono de súplica:

—No puede volver, Dumbledore, no puede...

Snape se adelantó, levantándose la manga izquierda de la túnica. Descubrió el antebrazo y se lo enseñó a Fudge, que retrocedió.

—Mire.—dijo Snape con brusquedad.—Mire: la Marca Tenebrosa. No está tan clara como lo estuvo hace una hora aproximadamente, cuando era de color negro y me abrasaba, pero aún puede verla. El Señor Tenebroso marcó con ella a todos sus mortífagos. Era una manera de reconocernos entre nosotros, y también el medio que utilizaba para convocarnos. Cuando él tocaba la marca de cualquier mortífago teníamos que desaparecernos donde estuviéramos y aparecernos a su lado al instante. Esta marca ha ido haciéndose más clara durante todo este curso, y la de Karkarov también. ¿Por qué cree que Karkarov ha huido esta noche? Porque los dos hemos sentido la quemazón de la Marca. Entonces, los dos supimos que el había retornado. Karkarov teme la venganza del Señor Tenebroso porque traicionó a demasiados de sus compañeros mortífagos para esperar una bienvenida si volviera al redil.

Fudge también se alejó un paso de Snape, negando con la cabeza. Daba la impresión de que no había entendido ni una palabra de lo que éste le había dicho. Miró fijamente, con repugnancia, la fea marca que Snape tenía en el brazo. A continuación, levantó la vista hacia Dumbledore y susurró:

—No se a que están jugando tú y tus profesores, Dumbledore, pero creo que ya he oído bastante. No tengo más que añadir. Me pondré en contacto contigo mañana, Dumbledore, para tratar sobre la dirección del colegio. Ahora tengo que volver al Ministerio.

Casi había llegado a la puerta cuando se detuvo. Se volvió, regresó a zancadas hasta la cama de Lily. Theodore y Cassius se colocaron protectoramente frente a ella, impidiéndole pasar.

—¡¿Qué creen que hace?!—rugió Fudge.

—Cuidado con como me habla, Ministro.—dijo Theo con una frialdad que hizo empalidecer a Fudge.— Le recuerdo que soy un mago emancipado desde los ocho años y que soy el Lord de la casa Nott, así como Cassius es el heredero de la familia Warrington.— se acercó un paso, amenazadoramente.— Si se atreve a hacerle algo a Lily, lo pagará caro.

Fudge no respondió, en su lugar, fue a la cama que había a lado de Lily.

—El premio. Diggory insistió en que era tuyo. —dijo escuetamente, sacándose del bolsillo una bolsa grande de oro y dejándola caer sobre la mesita de la cama de Lily.— Mil galeones. Tendría que haber una ceremonia de entrega, pero en estas circunstancias...

Se encasquetó el sombrero hongo y salió de la sala, cerrando de un portazo. En cuanto desapareció, Dumbledore se volvió hacia el grupo que rodeaba la cama de Lily.

—Minerva, quiero ver a Hagrid en mi despacho tan pronto sea posible. Y también...si consiente en venir, a Madame Maxime.

La profesora McGonagall asintió con la cabeza y salió sin decir una palabra.

—Poppy, ¿serías tan amable de bajar al despacho del profesor Moody, donde me imagino que encontrarás a una elfina doméstica llamada Winky sumida en la desesperación? Haz lo que puedas con ella, y luego llévala a las cocinas. Creo que Dobby la cuidará.

—Muy...muy bien.

—Señores, Cedric, creo que lo mejor es que vayan a sus casas y Cedric a su sala común. Gracias a Merlín no tiene heridas de gravedad.—dijo Dumbledore.

—Seguro, Dumbledore.—dijo Amos ayudando a su hijo a levantarse.— Lo que necesites sabes que cuentas conmigo. Y Lily, —miró a la chica.— gracias por salvar a mi hijo.

—Gracias, Lily.—susurró Cedric, saliendo junto a sus padres.

Dumbledore se aseguró de que la puerta estuviera cerrada cuando la familia Diggory salió.

—Sirius y Remus querían quedarse pero lamentablemente el tiempo apremia y les pedí que alertaran a un antiguo grupo nuestro.— habló Dumbledore.— Severus, ya sabes lo que quiero de ti. Si estás dispuesto...

—Lo estoy.—contestó Snape. Parecía más pálido de lo habitual y sus fríos ojos negros resplandecieron de forma extraña.

—Buena suerte entonces.—le deseó Dumbledore, y, con una mirada de aprehensión, lo observó salir en silencio de la sala. Pasaron varios minutos antes de que el director volviera a hablar.

—Me encantaría hablar contigo, Lily, pero me supongo que no querrás hablar conmigo, como siempre.—dijo con suavidad. —Tengo que bajar, los Greengrass están aquí. Los veré a todos más tarde. Lamento su perdida.

En cuanto Dumbledore se fue, Lily se dejó caer en las almohadas. Sus tres amigos la miraron. Nadie hablo por un tiempo.

—Tomate esta poción, Lily.—pidió Hermione con suavidad.— Tienes que dormir y mucho. Intenta pensar en otra cosa...¡piensa en lo que puedes comprar con el dinero!

—Dáselo a esos gemelos Weasley.—replicó Lily.— Yo no quiero ese dinero y hasta donde me has contado, ellos quieren hacer un negocio. Dáselos.

—Pero...

—Debes terminar con Draco.—dijo Theo.

—Créeme. Lo sé.

Lily se incorporó nuevamente y miró fijamente a Theo, quien le regresó la mirada con profundidad.

—Lo lamento...en serio lo lamento, —su voz se quebró y observaron, anonadados como las lagrimas inundaban los ojos esmeraldas de Lily.— Yo...no pude protegerla...tu la querías y yo no pude...

Los brazos de Theo pronto la rodearon, al mismo tiempo que Cassius y Hermione tomaban cada uno una de sus manos.

—El deber de la corte es proteger a su reina, Lily. Créeme que...—la voz de Theo se quebró.— Daphne te quería mucho y se que no está arrepentida de su decisión. Quizá en otra vida ella y yo...

Las palabras murieron en sus labios y ambos, Theo y Lily, como habían sido en un principio, rompieron en llanto.

Esa noche, los cuatro se quedaron en la enfermería. Madame Pomfrey ni siquiera los regaño. A la mañana siguiente, con ayuda de Hermione, Lily se arregló. Para cuando salió de la enfermería, todos estaban en clase y Lily lo aprovecho para ir a su habitación, pues realmente no quería encontrarse con nadie. Le daba pena admitirlo, pero tenía miedo.

Miedo de tener que ver con sus propios ojos lo que su cerebro ya acepto: el hecho de que sus compañeros ahora eran sus enemigos.

En cuanto entró a su habitación, se detuvo abruptamente, pues en la cama de Daphne, llorando, estaba Pansy Parkinson.

Ambas se miraron unos largos segundos sin decir nada. Realmente no se llevaban mal, tenían una relación indiferente y educada después de lo sucedido en primer año. Lily se acercó lentamente y a su mente llegó el recuerdo de la última petición de Daphne: cuidar de Pansy y Astoria.

—La muerte de Daphne será vengada. —aseguró Lily— Yo misma me encargaré de ello.

—¿Quién fue?—pregunto Pansy.

—Voldemort.

—¿Lo mataras?

—Haré que desee estar muerto.

Ante las palabras de Lily, Pansy asintió y se levanto. Se miraron unos segundos y Lily fue quien dio el primer paso, se acercó y abrazó a Pansy. Pronto, ambas estuvieron llorando en los brazos de la otra.

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Un mes después, al rememorar los días que siguieron, Lily no podía creer lo rápido y abrupto que había cambiado su vida. Pansy se había integrado a su corte como otra guardiana, pues Lily no había querido darle el puesto de dama de compañía.

No.

Ese lugar siempre sería de Daphne.

Por otro lado, Astoria, la hermana menor de Daphne, ahora era la protegida de Lily y para nadie era un secreto eso. La casa Slytherin estaba dividida, entre un 40% que apoyaba a su reina y estaban dispuestos a seguirla y otro 60% que apoyaba a su rey y no lo traicionarían. Si bien, Lily y Draco no habían hablado, era más que obvio que ahora tenían caminos separados.

La actitud de Lily había cambiado. Nunca fue una chica muy alegre o vivaz, sino más bien seria y algo apática, pero ahora no era así. Lily Potter estaba, como diría el verdadero Moody, en alerta permanente. La frialdad reposaba en su rostro y no conversaba con nadie que no fuera su corte o Hermione.

Cedric Diggory intentó hablar con ella muchas veces, siendo ignorado en cada uno de sus intentos, al darse cuenta de esto, opto por apoyarla y seguirla en silencio, aunque en realidad, casi todo Hufflepuff parecía apoyarla, posiblemente era el efecto de Diggory.

Una mañana, mientras caminaba por el patio escoltada por su corte, se encontró con Hagrid, la única persona a parte de sus amigos con quien podía hablar.

—¿Estas bien?—pregunto bruscamente.

—Sí.

—No, no lo estás. Por supuesto que no lo estás. Pero lo estarás.

Lily no dijo nada.

—Sabía que volvería.—dijo Hagrid y todos lo miraron sorprendidos.— Lo sabía desde hacía años, Lily. Sabía que estaba por ahí, aguardando el momento propicio. Tenía que pasar. Bueno, ya ha ocurrido, y tendremos que afrontarlo. Lucharemos. Tal vez lo reduzcamos antes de que se haga demasiado fuerte. Eso es lo que Dumbledore pretende. Un gran hombre, Dumbledore. Mientras lo tengamos, no me preocupare demasiado.

Hagrid alzó sus pobladas cejas ante la expresión de incredulidad de los chicos.

—No sirve de nada preocuparse. Lo que venga, vendrá y le plantaremos cara. Dumbledore me contó lo que hiciste, Lily.— el pecho de Hagrid se infló con orgullo al mirarla.— Fue lo que hubiera hecho tu padre, y no puedo dirigirte mayor elogio.

Y por primera vez en muchos días, Lily sonrió.

La noche antes del retorno a Privet Drive, Lily preparó su baúl llena de pesadumbre. Sentía terror ante el banquete de fin de curso. Desde que había salido de la enfermería, había procurado no ir al Gran Comedor a las horas en que iba todo el mundo, y prefería comer cuando estaba casi vacío para evitar las miradas de sus compañeros.

Cuando Lily entro, acompañada de su corte y de Astoria, vieron enseguida que faltaba la acostumbrada decoración. Aquella noche había colgaduras negras en la pared de detrás de la mesa de los profesores. Lily no tardó en comprender que eran una señal de respeto por Daphne y casi se sintió agradecida con Dumbledore por tener tal detalle con Daphne.

En cuanto se hubieron sentado en la mesa, en medio, ignorando la mirada de Draco y Blaise, quienes estaban en la cabecilla, el profesor Dumbledore se levantó de su silla. El Gran Comedor quedó en completo silencio y las miradas de Cedric y Lily chocaron.

—El fin de otro curso.—dijo Dumbledore, mirándolos a todos. Hizo una pausa y posó sus ojos en la mesa de Slytherin, la cual, aunque siempre era la mesa más silenciosa, el último mes había sido prácticamente callada, teniendo muchas caras pálidas y tristes.

»Son muchas las cosas que quisiera decirles esta noche, pero quiero antes que nada lamentar la pérdida de una gran persona que debería estar ahí sentada,—señaló con un gesto a los Slytherin. La mayoría lo miro con hostilidad.— disfrutando con nosotros este banquete. Ahora quiero pedirles, por favor, a todos, que se levanten y alcen sus copas para brindar por Daphne Greengrass.

Así lo hicieron. Todos se pusieron de pie, alzando las copas y repitieron:

—Por Daphne Greengrass.

Astoria, a lado de Lily, le caían por la cara unas lágrimas silenciosas. Cuando volvieron a sentarse, bajó la vista a la mesa.

—Daphne ejemplificaba muchas de las cualidades que distinguen a la casa de Slytherin. Era una amiga buena y leal, muy astuta e inteligente. Con mucha clase y elegancia. Su muerte nos ha afligido a todos, la conocieran bien o no. Creo, por eso, que tienen derecho a saber que fue exactamente lo que ocurrió.

Lily giró el rostro con brusquedad, miro a Dumbledore con el ceño fruncido y luego a Cedric, quien asintió de acuerdo, ignorante de la furia que invadía a la pelirroja en ese momento.

—Daphne Greengrass fue asesinada por Lord Voldemort.

Un murmullo de terror recorrió el Gran Comedor. Los alumnos miraban a Dumbledore horrorizados, sin atreverse a creerle. El estaba tranquilo, viéndolos farfullar en voz baja.

—El Ministerio de Magia no quería que se los dijera. Es posible que algunos de sus padres se horroricen de que lo haya hecho, ya sea porque no crean que Voldemort haya regresado realmente, o porque opinen que no se debe contar estas cosas a gente tan joven. Pero yo opino que la verdad es siempre preferible a las mentiras, y que cualquier intento de hacer pasar la muerte de Daphne por un accidente, o por el resultado de un grave error suyo, constituye un insulto a su memoria.

»Hay otras dos personas más a quien debo mencionar en relación con la muerte de Daphne. Me refiero, claro está, a Cedric Diggory y Lily Potter.

»Cedric Diggory fue apresado por Voldemort y liberado por Daphne Greengrass. Los tres lograron escapar de Voldemort y Lily arriesgó su vida para poder traer a sus amigos de regreso a Hogwarts. Lily mostró, en todo punto, el tipo de valor que muy pocos magos han demostrado al encararse con Lord Voldemort y por eso quiero alzar la copa por ella.

Todos, incluso los Slytherin, se levantaron, excepto Lily. Los Hufflepuff eran quienes más orgullosos lucían de brindar a su salud. Muchos Slytherin también.

—El propósito del Torneo de los tres magos fue el de promover el buen entendimiento entre la comunidad mágica. En vista de lo ocurrido, del retorno de Lord Voldemort, tales lazos parecen ahora ser más importantes que nunca.

»Todos nuestros invitados, han de saber que serán bienvenidos en cualquier momento en que quieran volver. Les repito a todos que, ante el retorno de Lord Voldemort, seremos más fuertes cuanto más unidos estemos, y más débiles cuanto más divididos.

»La fuerza de Lord Voldemort para extender la discordia y la enemistad entre nosotros es muy grande. Solo podemos luchar contra ella presentando unos lazos de amistad y mutua confianza igualmente fuertes. Las diferencias de costumbres y lengua no son nada en absoluto si nuestros propósitos son los mismos y nos mostramos abiertos.

»Estoy convencido, y nunca he tenido tantos deseos de estar equivocado, de que nos esperan tiempos difíciles y oscuros. Algunos de ustedes, en este salón, han sufrido ya directamente a manos de Lord Voldemort. Muchas de sus familias quedaron deshechas por él. Hace una solo unos días, una compañera suya fue aniquilada.

»Recuerden a Daphne. Recuérdenla si en algún momento de su vida tienen que optar entre lo que está bien y lo que es cómodo, recuerden lo que le ocurrió a una muchacha que era buena, amable, valiente e inteligente, sólo porque se cruzó en el camino de Lord Voldemort. Recuerden a Daphne Greengrass.

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Antes de ingresar al tren de regreso a Hogwarts, Fleur Delacour y Viktor Krum se despidieron de ella, reiterándole su amistad y brindándole su mas sentido pésame por la muerte de Daphne.

El tiempo no pudo ser más diferente en el viaje de vuelta a King’s Cross de lo que había sido a la ida en septiembre. No había ni una nube en el cielo. Lily, Theo, Hermione, Pansy, Astoria y Cassius habían conseguido un compartimiento para ellos solos. Hermione confesó, para el impacto de todos, que Rita Skeeter no escribiría nada por un buen tiempo, pues al parecer la mujer era una animago: un escarabajo.

—Bromeas.—dijo Astoria, mirándola escéptica.

—Nop.—dijo Hermione, muy contenta, sacando de su mochila un tarro de vidrio. Dentro había ramitas, hojas y un escarabajo grande y gordo.

—Mierda, Granger...que bueno que nunca he sido tu enemiga.—dijo Pansy y todos rieron a excepción de Lily, quien solo pudo dar una sonrisa de lago.

Hermione explicó que la dejaría salir en Londres y que Skeeter tendría prohibido escribir en un año a menos de que ella se lo permitiera. En un momento dado, Lily se excuso para ir al baño, siendo jalada a un compartimiento cuando iba por el pasillo.

Rápidamente apunto con su varita a su atacante, encontrándose con el rostro sereno de Draco Malfoy.

—¿Bajaras la varita?—pregunto Draco.

—Suéltame.—dijo ella.

Inmediatamente Draco la soltó y Lily bajó su varita. Draco se sentó frente a ella y con un ademán la invito a imitarlo. Una vez sentados frente a frente, ambos se miraron a los ojos.

—¿Así será de ahora en adelante? ¿Actuaremos como si nunca hubiera pasado nada entre nosotros?—cuestionó Draco.

—Tu padre estuvo muy contento durante mi sesión de tortura bajo el cruciatus. Voldemort ha retornado y estoy segura de que en algún punto, no muy lejano, te obligarán a servirle.—replicó Lily.

—De mi padre me encargare llegando, créeme.—dijo Draco con un brillo de frialdad.— En cuanto a Voldemort, ya te dije que no soy alguien que siga los ideales de un mestizo hambriento de poder.

—Es más fácil decirlo que hacerlo.—dijo Lily.— Lo mejor es dejarnos antes de que...

—No.—Draco la interrumpió.—Me rehúso a perderte.

—Draco...

—No negaré que serviré a Voldemort, porque se que lo haré en algún punto, pero recuerda esto Lily: yo nunca haría nada que pudiera dañarte. Siempre voy a protegerte...porque te amo.

—No hay esperanza para nuestro amor, Draco.—dijo Lily con una sonrisa amarga mientras una lagrima descendía por su mejilla. Se levantó.

—Lily...

—Te amo, Draco.

Dicho esto, salió del compartimiento. Fue al baño, se lavó el rostro y volvió con sus amigos. El resto del viaje fue tranquilo, aunque Lily tuviera el corazón roto. Cuando llegaron al andén 9 3/4, tía Petunia esperaba a Lily y Theo al otro lado de la barrera. En cuanto se encontraron, la mujer abrazó con fuerza a su sobrina, quien, entre los brazos de la mujer que consideraba su madre, sintió una protección que añoró todo el año.


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