Potter Girl [Draco Malfoy]

Chapter Capítulo 43



Los días siguientes pasaron sin grandes incidentes, aunque Snape estaba de peor humor de lo usual. Era comúnmente sabido que Snape ansiaba el puesto de profesor de Artes Oscuras, y era el cuarto año consecutivo (al menos desde que Lily estudiaba) que se le escapaba de las manos. Siempre había odiado a los anteriores titulares de la asignatura y nunca se había esforzado en disimularlo. No obstante, parecía especialmente cauteloso a la hora de mostrar cualquier indicio patente de animosidad contra Moody, excepto con sus Slytherin, quienes ya de por si no querían a Moody, lo odiaban con más ganas desde lo sucedido con su reina.

La primera clase de Moody fue el jueves con Gryffindor. Lily se sentó al frente de la clase con Draco, pues Hermione, disculpándose con una sonrisa nerviosa, se había sentado con Ron. Theo se sentó detrás de Lily con Blaise y Daphne con Pansy.

—Ya pueden guardar los libros.—gruño Moody, sentándose tras su mesa.— No lo necesitaran para nada. Bien. He recibido carta del profesor Lupin a propósito de esta clase. Parece que ya son bastante diestros en enfrentamientos con criaturas tenebrosas. Han estudiado los boggarts, gorros rojos, hinkypunks, grindylows, kappas y hombres lobo, ¿cierto?

Todos asintieron.

—Pero están atrasados, muy atrasados, en lo que se refiere a enfrentarse a maldiciones. Así que he venido para prepararlos contra lo que unos magos pueden hacerles a otros. Dispongo de un curso para enseñarles a tratar con las mal...

—¿Por qué, no se va a quedar más?—interrumpió Ron.

—Supongo que tú eres hijo de Arthur Weasley, ¿no?, Hace unos días tu padre me sacó de un buen aprieto...Sí, solo me quedare este curso. Es un favor que le hago a Dumbledore: un curso y me vuelvo a mi retiro.

Soltó una risa estridente.

—Así que...vamos a ello. Maldiciones. Varían mucho en forma y en gravedad. Según el Ministerio de Magia, yo debería enseñarles las contramaldiciones y dejarlo en eso. No tendrían que aprender como son las maldiciones prohibidas hasta que estén en sexto. Se supone que hasta entonces no serán lo bastante mayores para tratar el tema. Pero el profesor Dumbledore tiene mejor opinión de ustedes y piensa que podrán resistirlo, y yo creo que, cuando antes sepan a que se enfrentan, mejor. ¿Cómo pueden defenderse de algo que no han visto nunca? Un mago que esta apunto de echarles una maldición prohibida no va a avisarles antes. No es probable que se comporte de forma caballerosa. Tienen que estar preparados. Tienen que estar alerta y vigilantes. Y usted, señorita Brown, tiene que guardar eso cuando yo estoy hablando.

Lavender se sobresaltó y se puso colorada, pues le estaba mostrando a Parvati debajo de su pupitre su horóscopo completo.

—Así que...¿alguno de ustedes sabe cuales son las maldiciones más castigadas por la ley mágica?

Varias manos se levantaron. Moody señaló a Ron.

—Eh...mi padre me ha hablado de una. Se llama maldición imperius o algo parecido.

—Así es. Tu padre la conoce bien. En otro tiempo la maldición imperius le dio al Ministerio muchos problemas.

Sacó de su escritorio un jarrón con tres arañas grandes y negras. Sacó una de estas, le apunto con la varita y dijo:

—¡Imperio!

La araña se descolgó de la mano de Moody y empezó a balancearse como si estuviera en un trapecio. Después, comenzó a bailar sobre dos de las patas traseras. Todos se reían menos Lily y Longbottom.

—Les parece divertido, ¿verdad? ¿Les gustaría que se lo hicieran a ustedes?—la risa ceso.— Esto supone el control total. Yo podría hacerla saltar por la ventana, ahogarse, colarse por la garganta de cualquiera de ustedes...Hace años, muchos magos y brujas fueron controlados mediante esta maldición. Le dio bastante que hacer al Ministerio, que tenía que averiguar quien actuaba por voluntad propia y quien, obligado por la maldición.

»Podemos combatir la maldición imperius y les enseñare como, pero se necesita mucha fuerza de carácter y no todo el mundo la tiene. Lo mejor, si se puede, es evitar caer víctima de ella. ¡ALERTA PERMANENTE!...¿Alguien conoce alguna más? ¿Otra maldición prohibida?

Hermione volvió a levantar la mano y Lily se estremeció al ver que Longbottom también lo hacía. Moody lo señaló.

—Hay una...la maldición cruciatus.— dijo en voz muy leve pero clara. Moody lo miró fijamente.

—¿Tu te llamas Longbottom?

El asintió nervioso, Moody no hizo más preguntas. Alcanzó el tarro para tomar la siguiente araña y ponerla sobre la mesa.

—La maldición cruciatus precisa una araña un poco más grande para que puedan apreciarla bien. —apuntó a la araña.— ¡Engorgio!— La araña creció hasta ser más grande que una tarántula, entonces, Moody volvió a apuntarle.— ¡Crucio!

De repente, la araña encogió las patas sobre el cuerpo. Rodó y se retorció cuanto pudo. Moody no apartó la varita y la araña comenzó a estremecerse y a sacudirse más violentamente.

—¡Pare!—dijo Lily furiosa, mirando a Longbottom, quien tenía las manos aferradas al pupitre. Los nudillos blancos y los ojos desorbitados de dolor.

Moody dejó a la araña, la redujo y volvió a meterla al tarro.

—Dolor. No se necesitan cuchillos ni carbones encendidos para torturar a alguien si uno sabe llevar a cabo la maldición cruciatus...También esta maldición fue muy popular en su tiempo. Bueno, ¿alguien conoce alguna otra?

Hermione alzó la mano nuevamente.

—¿Sí?

Avada Kedavra.—susurró Hermione, mirándola, tensa.

—¡Ah!— Moody hizo una ligera y torcida sonrisa.—Sí, la última y la peor. Avada Kedavra: la maldición asesina.

Sacó la tercer araña, que correteó por la superficie de la mesa. Moody levantó la varita y, previendo lo que iba a ocurrir, Lily se obligo a no cerrar los ojos.

—¡Avada Kedavra!

Hubo un cegador destello de luz verde y un ruido como de torrente. Al instante, la araña se desplomó patas arriba, sin ninguna herida, pero indudablemente muerta. Algunas gryffindor profirieron gritos ahogados.

—No es agradable, ni placentero y no hay contramaldición. No hay manera de interceptarla. Sólo se sabe de una persona que haya sobrevivido a esta maldición, y está sentada delante de mí.

Moody la miró con ambos ojos y Lily lo miró con frialdad. Todos la miraban. Por debajo del pupitre, Draco apretó su mano en apoyo.

—Esta es una maldición que solo puede llevar a cabo un mago muy poderoso. Podrían sacar las varitas mágicas todos ustedes y apuntarme con ellas y decir las palabras, y dudo que entre todos consiguieran siquiera hacerme sangrar la nariz. Pero eso no importa, porque no les voy a enseñar a llevar a cabo esa maldición.

»Ahora bien, si no existe una contramaldición para Avada Kedavra, ¿porqué se las he mostrado? Pues porque tienen que saber. Tienen que conocer lo peor. Ninguno de ustedes querrá hallarse en una situación en que tenga que enfrentarse a ella. ¡ALERTA PERMANENTE!

»Veamos, esas tres maldiciones son conocidas como las maldiciones imperdonables. El uso de cualquiera de ellas contra un ser humano está castigado con cadena perpetua en Azkaban. Quiero prevenirlos, quiero enseñarles a combatirlas. Tienen que prepararse, tienen que armarse contra ellas; pero, por encima de todo, deben practicar la alerta permanente e incesante. Saquen las plumas y copien lo siguiente...

El resto de la clase tomaron apuntes sobre las maldiciones imperdonables. Al salir, todos hablaron al respecto. La mayoría de los Gyrffindor, emocionados.

—Neville.—llamó Hermione al salir del salón.

—Ah, hola.—respondió con voz más aguda de lo usual.— Que clase tan interesante, ¿verdad? Me pregunto que habrá para cenar, porque...porque me muero de hambre, ¿ustedes no?

—¿Estás bien?—pregunto Hermione.

—Sí, sí, claro, estoy bien. Una cena muy interesante...clase, quiero decir...¿Qué habrá para cenar?

Lily, quien se había detenido junto a sus amigos, veía la escena con seriedad. Entonces, Moody se acercó a Longbottom, Hermione y Weasley.

—No te preocupes, hijo.—dijo a Neville.— ¿Porqué no me acompañas a mi despacho? Ven...tomaremos una taza de té.—Neville pareció aterrorizarse y miro a sus Ron y Hermione, suplicante.

—Longbottom.—intervino Lily acercándose.— Prometiste ayudarme en Herbología, ¿recuerdas?—mintió.

—Eh...ah, sí, sí, claro, Potter.—asintió Neville repetidas veces. Lily miró a Moody desafiante.

—Longbottom no podrá ir con usted, profesor.—dijo Lily casi con desdén. El hombre sonrió un poco.

—De acuerdo, entonces bien. Diviértanse.—dijo con tranquilidad, regresando a su salón.

—Gracias...—murmuró Neville en cuanto se fue Moody. Miraba a Lily con extrema gratitud. Ella lo miro con pesar.

—No es nada...te...te entiendo.—dijo Lily en voz baja. Neville endureció el rostro con tristeza y asintió.

Después de todo, no había sido una clase dura solo para él.

No solo él había perdido a sus padres a manos de una maldición imperdonable.

—Vámonos, Lily.—dijo Draco tomándola por la cintura.

—Sí.—asintió y miro a su amiga.— ¿Vienes, Hermione?

—Lo siento, prometí ayudar a Ron con su tarea de pociones.—dijo Hermione con una sonrisa.— pero prometo reunirme con ustedes pronto.

—Seguro...—murmuró Lily y emprendió camino junto a Draco y los demás.

Después de la cena, Hermione se acercó a Theo, Lily y Daphne para pedirles que se unieran a la P.E.D.D.O., su nuevo “grupo” para abolir la esclavitud de elfos domésticos. La cosa no salió bien cuando tanto Theo como Daphne le explicaron que los elfos tenían en su naturaleza el amor por servir a sus amos y que todos estos sufrían mucho cuando los liberaban. Lily, siendo más lista, tomó uno de los pines que le extendía y se lo puso sin decir nada.

Durante las dos semanas siguientes, Lily se dedicó a llevar sus clases de la mejor manera, convivir con Hermione los ratos que ella podía y besarse con Draco en la sala común cuando todos ya estaban acostados. Si bien aún no tenían un titulo a lo que eran, para todo Slytherin era claro que ambos se pertenecían y el que los reyes estuvieran juntos, les alegraba.

Por otro lado, la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras no estaba siendo fácil, especialmente cuando Moody les anunció que les echaría la maldición imperius por turno, tanto para mostrarles su poder como para ver si podían resistirse a sus efectos.

—Pero...pero usted dijo que eso estaba prohibido, profesor.—dijo Hermione, vacilante, al tiempo que Moody apartaba las mesas, dejando un amplio espacio en medio del aula.

—Dumbledore quiere que les enseñe como es.—la interrumpió Moody.— Si alguno de ustedes prefiere aprenderlo del modo más duro, cuando alguien le eche la maldición para controlarlo completamente, por mí de acuerdo. Puede salir del aula.

—Esta idiota.—murmuró Blaise, indignado y varios Slytherin asintieron de acuerdo.

Moody empezó a llamar por señas a los alumnos y a echarles la maldición. Lily vio como uno a uno, sus compañeros hacían cosas extrañas bajo su influencia. Ninguno de ellos parecía capaz de oponer resistencia alguna a la maldición y se recobraban solo cuando Moody la anulaba.

—Potter. Ahora te toca.

Lily se colocó al centro del aula. Moody le apuntó con la varita y dijo:

—¡Imperio!

Se sintió como flotando cuando toda preocupación y todo pensamiento desaparecieron de su cabeza, no dejándole otra cosa que una felicidad vaga que no sabía de donde procedía. Se quedo allí, inmensamente relajada, apenas consciente de que todos la miraba. Luego, oyó la voz de Moody, retumbando en alguna remota región de su vacío cerebro: salta a la mesa...salta a la mesa...

Lily, obedientemente, se acercó a la mesa y flexionó solo un poco las rodillas.

Salta a la mesa...

«Pero ¿por qué?» «Qué idiotez, la verdad»—dijo una voz en su cabeza.

Salta a la mesa...

«No, creo que no lo haré, gracias. No, realmente no quiero...»

¡Salta ya!

Lo siguiente que notó Lily fue mucho dolor. Al resistirse a la maldición terminó pegándose la cabeza contra la mesa.

—Bien, por ahí va la cosa.—gruño Moody mientras ella sentía que la sensación de vacío desaparecía de su cabeza.— ¡Miren esto, todos ustedes...Potter se ha resistido! Se ha resistido ¡y la condenada casi lo logra! Lo volveremos a intentar, Potter, y todos los demás presten atención. Mirenla a los ojos, ahí es donde pueden verlo. ¡Muy bien, Potter, de verdad que muy bien! ¡No les resultará fácil controlarte!

Moody se empeño en repetir cuatro veces la experiencia hasta que Lily logró resistirse completamente a la maldición, teniendo como resultado que cojeara un poco.

Pero si Moody se había sorprendido con la tenacidad de Lily, cuando fue el turno de Draco, no pudo más que quedarse callado.

Le lanzó el imperio, sí, peor casi con la misma facilidad con la que Moody se lo había lanzado, Draco se libero de esta.

—Vaya, vaya...una pareja con mucho poder mental, puedo ver.—había dicho Moody, mirándolos con sorna mientras Draco se colocaba protectoramente frente a Lily y estaba era ayudada a pararse con ayuda de Theo y Blaise.

Ninguno dijo nada y salieron de inmediato en cuanto acabo la clase. Al llegar al vestíbulo, no podían pasar debido a la multitud que se arremolinaba al pie de la escalinata de mármol, alrededor de un gran letrero. Draco, Blaise y Theo, siendo más altos que Daphne, Pansy y Lily, leyeron en voz alta:

TORNEO DE LOS TRES MAGOS

Los representantes de Beauxbatons y Durmstrang llegarán a las seis en punto del viernes 30 de octubre. Las clases se interrumpirán media hora antes. Los estudiantes deberán llevar sus libros y mochilas a los dormitorios y reunirse a la salida del castillo para recibir a nuestros huéspedes antes del banquete de bienvenida.

—¡Solo falta una semana!—exclamó un Hufflepuff—Me pregunto si Cedric estará enterado. Me parece que voy a decirle...

—¿Cedric?—cuestionó Theo.

—Diggory.—explicó Hermione llegando hacia ellos.—Querrá participar en el Torneo.

—¿Ese idiota, campeón de Hogwarts?—se burló Blaise.

—No es idiota. —replicó Hermione.— He oído que es un estudiante realmente bueno. Y es prefecto.

—Solo te gusta porque es guapo.—replicó Blaise mordazmente.— pero te comento, leona, que soy más atractivo que el.

—Perdona, a mí no me gusta la gente solo porque sea guapa.—repuso Hermione indignada.

—No recuerdo que eso fuera así en segundo, futura señora Lockhart.—se burló Lily y Theo rompió a carcajadas.

—¡LILY!


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