Chapter Capítulo 18
Para suerte de Lily, sus compañeros de casa creyeron en ella cuando afirmo no ser pariente de Salazar Slytherin pero tampoco saber porque hablaba dicha lengua. Se llego a debatir si el pársel sería una habilidad aleatoria, como los metamorfomagos.
Otra dicha que tuvo fue que nadie fuera de Slytherin la escucho hablar pársel, así que quitando de lado los cuchicheos que había hacia su persona por ser la famosa Lily Potter y estar en Slytherin, tachándola de posible futura bruja oscura, todo siguió perfectamente.
Al menos hasta que después Justin Finch Fletchley y Nick Casi Decapitado, fantasma de Gryffindor, fueran petrificados en medio de un pasillo. Después de ese incidente, fue llamada a la oficina del director.
Mientras estaba en el despacho, sentada, esperando al director, Lily pensaba en su opinión respecto a este. Albus Dumbledore no le agradaba, principalmente porque le daba mala espina y ella no solía equivocarse en eso, más aparte, a veces, como en primer año cuando le envió la capa de invisibilidad, sentía como si quisiera conmoverla y arrastrarla hacia el en busca de una figura de autoridad.
Lastima que había tenido una linda infancia con su tía y ella era muy poco propensa a caer en persuasiones hacia su persona.
Sin embargo, el hombre tampoco le desagradaba del todo. En realidad, le divertía un poco ver su pequeña mueca de irritación cuando veía que se llevaba bien con su casa, aunque, también parecía preocuparse genuinamente por ella.
No estaba segura de que pensar respecto a el.
—Buenas tardes, Lily.—saludó Dumbledore, entrando.—disculpa el retraso.
—Su fénix ardió, pero ya renació.—notifico Lily.
—Es bueno saberlo.—sonrió.—Quería hablar contigo.
—¿Sobre que?
—Quiero preguntarte, Lily, si hay algo que te gustaría contarme.—dijo con amabilidad.— Lo que sea.
Se vio tentada a revelar su habilidad con el pársel, solo para ver su reacción y que más podía sonsacar, pero decidió no jugar con su suerte.
—En absoluto.—respondió.
La doble agresión del Hufflepuff y del fantasma de Gryffindor, convirtió en autentico pánico lo que hasta entonces solo había sido inquietud, pues todos se preguntaban que era lo que podía hacer aquello a un fantasma; que terrible poder podía afectar a alguien que ya estaba muerto.
El semestre concluyo y sobre el colegio cayó un silencio tan vasto como la nieve en los campos. En la sala de Slytherin solo estaban Crabbe, Goyle, Blaise, Theo, Draco y Lily, donde estos cinco compartían habitación. Tristemente, ese año Lily no dormiría con Theo.
Los días pasaron tranquilos, Theo y Lily estaban todo el día con Hermione jugando en la nieve, leyendo en la biblioteca o repasando apuntes. El día de navidad amaneció frío y blanco. Lily despertó temprano y fue a la habitación de los chicos, ya vestida con un cárdigan azul y su bufanda platinada, y se lanzó sobre Theo.
—¡Feliz Navidad!—exclamó Lily, riendo ante la mueca de dolor de Theo por su repentino ataque.
—¡FELIZ NAVIDAD, MI REINA!—exclamo Blaise con una gran sonrisa, lanzándose a sus brazos pero Lily lo esquivo.
—Feliz Navidad.—dijo Draco con voz ronca, levantándose.
—¡Feliz Navidad!—dijeron Crabbe y Goyle, despertando alegres.
—Aquí les dejo sus regalos. Theo, me avisas cuando estés listo, mientras estaré en mi cuarto.—dijo Lily antes de salir de la habitación.
En su cuarto reviso sus obsequios, bastante generosos a decir verdad. Su tía Petunia y Dudley le habían enviado una caja de chocolates Mars y una camiseta de John Lennon. Hagrid, un bote grande de caramelos de café con leche; Hermione, una lujosa pluma de águila para escribir; Blaise, un libro titulado Volando con los Cannons; Theo, un nuevo libro de pociones avanzadas; Crabbe y Goyle una caja de pastelillos de plátano; Daphne (a quien no esperaba que le enviara obsequio) un kit de limpieza para su escoba, y Draco le regaló una bonita horquilla para el cabello estilo japonesa, de oro blanco con incrustaciones de esmeraldas.
Observo la horquilla que Draco le había obsequiado, era simplemente preciosa, tanto que no pudo contenerse y utilizarla para sujetar su cabello.
—¡LILY! ¡YA VAMONOS!—grito Theo desde abajo.
Salió de su habitación, encontrándose con que los chicos vestían los regalos que les había hecho: uno bonitos suéteres. Los de Crabbe y Goyle eran morado oscuro con un panquecito bordado cada uno, el de Blaise era plateado con la torre de pizza bordada, el de Draco era negro con un dragón plateado. Todos los bordados eran pequeños y estaban en el lado derecho del hombro, con un tamaño de cinco centímetros.
Theo, por otra parte, vestía un cárdigan azul oscuro al igual que Lily, quien llevaba en sus brazos uno parecido pero en color dorado.
—Pensé que esto era cosa nuestra.—se quejó Theo.
—Y es cosa nuestra, ellos usan suéteres, nosotros cardiganes.—dijo Lily guiñándole un ojo.
—Eres cruel, Reina.—negó Blaise dramáticamente.— pensé que ya formábamos un mismo grupo.
—Sueñas, Zabini.—se burló Theo.
Los seis Slytherin desayunaron juntos para después separarse. Theo, Hermione y Lily volvieron a pasar el día juntos, esta vez investigando más sobre el misterio de la cámara sin éxito alguno. Para cuando la noche cayó, cenaron juntos con Hermione, quien solo hablaba con Lily y Theo. Los Weasley los ignoraban (excepto Percy que platicaba con Hermione), aunque de vez en cuando los gemelos veían a Lily.
Por la noche, mientras estaba acostada con la música sonando a través del regalo de Draco, Lily solo podía pensar en la cámara de los secretos y la insistencia de Hermione en que Draco podía estar detrás de todo eso. También pensó en su Walkman, el cual no le habían regresado y en su tía y primo, de quienes sentía que cada vez se alejaba un poco más.
Decidida a relajarse un poco, sujeto su cabello con la horquilla, se puso la bufanda y bajo a la sala común para sentarse a ver el fuego un rato, encontrándose con que Draco también estaba ahí. Ambos en pijama, se miraron unos segundos hasta que Draco la invitó a sentarse a su lado.
—Se ve bien en ti.—dijo Draco, haciendo referencia a la horquilla.
—Gracias, es hermosa.—agradeció sinceramente.— Probablemente la use siempre.
—Eso espero.—Draco sonrió un poco.
Miraron el fuego, en silencio. En algún punto, ambos se acomodaron en el sofá con los pies arriba, compartiendo una manta.
—...Draco.—llamó Lily, un poco vacilante.
—Dime.
Ambos se miraron a los ojos. Plata y Esmeralda.
—¿Eres el heredero de Slytherin?—pregunto, casi con temor a la respuesta. Draco sonrió y con su mano derecha acaricio el rostro de Lily.
—No, así que no debes preocuparte. Dudo que sea alguno de nosotros.—respondió con tranquilidad.— Supongo que Granger te insistió mucho con el tema y te hizo dudar.— lo miró.— Las escuche una vez.
—Lo siento.—dijo Lily.
—Esta bien.—asintió Draco y acarició un mechón de su rojo cabello.— Solo recuerda que nunca haría nada que dañara a mi Reina.
—No me estarías dañando a mi, sino a los nacidos de muggles.—replicó Lily.
—Eso incluye a tu insufrible amiga.—dijo Draco.— y eso te haría sufrir, por lo que no lo haría. No quiero verte sufrir.
—...Gracias...
Ninguno de los dos volvió a hablar. Su relación ya era bastante intima y a la vez distanciada, pero eso no importaba. Ambos se tenían y al mismo tiempo no.
Para el mes de febrero, el sol había vuelto a brillar sobre Hogwarts. La gente parecía mas optimistas porque no había vuelto a haber ataques y la señora Pomfrey le encantó anunciar que las mandrágoras pronto estarían listas para ser procesadas.
Cuando Lily ingresó junto a Theo al Gran Comedor para el desayuno, sintió un fuerte deseo de huir. Las paredes estaban cubiertas de flores grandes de un rosa chillón. En el techo, de color azul pálido, caían confetis en forma de corazones. Mientras se dirigían a la mesa de Slytherin, vieron a Hermione reír tontamente desde su mesa.
Las preguntas internas de los amigos parecieron ser respondidas cuando, mientras se sentaban en su mesa, vieron que Lockhart llevaba una túnica color rosa que combinaba con la decoración. Los profesores a su lado lo miraban estupefactos. McGonagall tenía un tic en la mejilla, mientras que Snape parecía haber bebido un gran vaso de crecehuesos.
—¡Feliz día de San Valentín!—grito Lockhart.— ¡Y quiero también dar las gracias a las cuarenta y seis personas que me han enviado tarjetas! Sí, me he tomado la libertad de preparar esta pequeña sorpresa para todos ustedes...¡Y no acaba aquí la cosa! —dio una palmada y entraron una docena de enanos con aspecto hosco, vestidos con alas doradas y un arpa.— ¡Mis amorosos cupidos portadores de tarjetas! ¡Durante todo el día de hoy recorrerán el colegio ofreciéndoles felicitaciones de San Valentín! ¡Y la diversión no acaba aquí! Estoy seguro de que mis colegas querrán compartir el espíritu de este día. ¿Porqué no piden al profesor Snape que les enseñe a preparar un filtro amoroso? ¡Aunque el profesor Flitwick, el muy pícaro, sabe más sobre encantamientos de ese tipo que ningún otro mago que haya conocido!
El profesor Flitwick se tapó la cara con las manos. Snape parecía dispuesto a envenenar a la persona que se atreviera a pedirle aquello.
—¡Blaise!—llamó Lily y este volteó. Sonrió maliciosa.— Una semana de tus tareas si le pides a Snape en su clase que nos enseñe el filtro.
—Que sea una semana y un abrazo tuyo.
—Hecho.
—A veces olvido que eres Slytherin.—río Marcus.
Al salir del Gran Comedor, todos emprendieron camino hacia su primer clase hasta que un enano llamando a Lily, los hizo detenerse.
—¡Tengo un mensaje musical para entregar a Lily Potter en persona!—dijo rasgando el arpa de manera pavorosa.
—Yo me largo.—dijo Lily, irritada, tratando de escapar.
—¡Párate!—gruño el enano, aferrando a Lily por la bolsa para detenerla.
—¡Suéltame!—grito Lily, tirando fuerte.
Tiro tan fuerte que la bolsa se partió en dos. Los libros, la varita mágica, el pergamino y la pluma, se derramaron por el suelo, y la botellita de tinta se rompió encima de todas las demás cosas. Lily maldijo por lo bajo y con ayuda de Theo y Hermione, quien acababa de llegar, empezaron a recogerlo todo con la intención de acabar antes de que el enano comenzara a cantar.
—¿Ahora que pasa?—pregunto la fría voz de Draco, llegando hasta el lugar.
Lily continuó metiendo rápidamente sus cosas en el bolso de Theo. Si ya de por si era malo que los demás escucharan la dichosa felicitación musical de San Valentín, la cosa empeoraba si también Draco la escuchaba.
—¿Por qué toda esta conmoción?—pregunto Adrian, acercándose.
El trio de amigos intento escapar corriendo, pero el enano se echó a las rodillas de Lily, derribándola.
—Bien.—dijo sentándose en los tobillos de la chica.— esta es tu canción de San Valentín:
Tiene los ojos verdes
como un sapo en escabeche
y el pelo rojo
como el cielo al atardecer.
Quisiera que fuera mía,
porque es gloriosa,
la héroe que venció al Señor Tenebroso.
El pasillo quedo en silencio unos largos segundos hasta que fue roto por, nada más y nada menos que Theo, quien no pudo contener la risa y comenzó a carcajearse, siendo imitado por los demás.
—¡Perdón, Lily!—dijo Theo al ver la mirada furiosa de la chica.— ¡No lo pude aguantar! ¡Es que...¿A quien se le ocurre comparar tus ojos con un sapo?! ¡Que cumplido tan mas malo!
Lily se levantó, furiosa, se sacudió la falda y cruzó sus brazos indignada, intentando ignorar la risa de los demás. La menor de los Weasley, Ginny, pasó por su lado para entrar en el aula, justo cuando Draco grito:
—¡Me parece que a Lily no le gusto mucho tu felicitación de San Valentín!
La atención dejo de ser para Lily y paso a ser para Ginny, quien se cubrió la cara con las manos y entro a su clase corriendo.
—Eso fue cruel.—dijo Lily cuando Draco se acerco. Este enarco una ceja.
—¿Prefieres que te sigan molestando?
—Dije que fue cruel, no que no agradecía el favor.—ambos sonrieron divertidos.
—Feliz San Valentín, reina.—dijo Draco extendiéndole un bonito chocolate con forma de rosa.
—Gracias, Draco.—sonrió Lily, un poco sonrojada.
A unos metros de distancia, Theo y Blaise miraron a sus respectivos monarcas con el ceño fruncido. No por estar molestos o inconformes, no, sino porque cavilaban que podría llegar a suceder con ellos en el futuro.