Chapter Capítulo 1
30 de Julio de 1991
Privet Drive, 4
Little Whinging. Surrey, Inglaterra.
Petunia Evans no había tenido una vida fácil, realmente no. Quizá pudo haberla tenido de haber continuado su matrimonio con el arrogante mastodonte de Vernon Dursley, pero después de que este quiso dejar en un orfanato a su desamparada sobrina, Petunia supo que no podía estar un segundo más con él.
A partir de ese momento tuvo que valerse por si misma y agradecía infinitamente el haber tenido de mejor amiga a una abogada que consiguió que su ex esposo le dejara la casa y una cuantiosa mensualidad para su hijo Dudley, de esa manera al menos no tendría que pagar renta y siempre tendría un dinero seguro.
Consiguió un trabajo como contadora de una empresa de cosméticos, cosa que le vino como anillo al dedo porque ella adoraba el maquillaje y los números en partes iguales. El tema de los niños le preocupo, pero para su dicha siempre le han dejado trabajar cuatro días a la semana desde casa y los otros dos va a la oficina pero solo medio tiempo.
Cuando en la madrugada del 1 de Noviembre abrió la puerta de su casa y se encontró con una bebé de revoltosos cabellos rojos, sintió un golpe bajo en su cuerpo. Entonces la bebé, tranquila, la miró con sus grandes ojos verdes. Ella no necesito más, ni siquiera había leído la carta donde se explicaba el porque estaba la niña ahí cuando Petunia ya la había tomado entre brazos y llorado por ella.
Si bien Lily y ella no habían quedado en buenos términos, toda la culpa era de ella y no podía dejar de culparse. En realidad, Petunia quería que cuando volviera a ver a su hermana, hicieran las pases. Una lastima que eso nunca sucedería, pero al menos podía hacer algo por su sobrina.
Desde ese día, Petunia había tenido la esperanza de que su pequeña sobrina Lily no tuviera magia. No porque lo considerará repulsivo, sino porque no quería que tuviera un final tan trágico como su madre, pero conforme pasaban los años se confirmaba que eso no pasaría. Lily tenía pequeñas manifestaciones mágicas que Petunia, de no ser por haber tenido una hermana bruja, pensaría que se estaba volviendo loca.
Y ahora, casi once años después, una nueva carta llegaba a su casa. La misma carta que llego para su hermana hace veintiún años.
Sabía lo que eso significaba, no valía la pena intentar huir del destino, por lo que esa misma noche tomó papel y una pluma y envió con aquella lechuza que no paraba de verla desde que le dejo la carta, una contestación pidiendo que viniera algún representante del Colegio para hablar con Lily.
Miró uno de los retratos de su habitación en donde estaban ella y Lily junto a Dudley cuando participo en un partido de futbol. La niña lucía una sonrisa tranquila a diferencia de la eufórica de Dudley.
(...)
El sonido del despertador resonó en la habitación y la pequeña pelirroja mascullo por lo bajo. Se levantó con pereza y en un modo casi automático coloco una de sus casetes en su reproductor.
This ain’t about no apology
This road was paved by the hopeless and the hungry
This road was paved by the winds of change
Walkin’ beside the guilty and the innocent
How will you raise your hand when they call your name?
Al ritmo de We weren’t born to follow deBon Jovi, tomó su toalla e ingresó a la ducha con la música en alto. Sus movimientos iban acompañados de un constante movimiento de cabeza y cadera al son de la música.
Si existía algo con lo que Lily Potter no pudiera vivir, eso era la música. Ella realmente la necesitaba para ser feliz.
Terminó de ducharse tres canciones después, cuando Hung Up de Madonna, empezaba a sonar.
—¡Por Dios, hermana! ¡Pon música de verdad!—se quejó Dudley desde su cuarto.
—¡Esto es música, inculto!—grito Lily en respuesta.
Secó su cabello y se vistió con un pantalón de mezclilla sencillo y una camiseta blanca con bordes lilas que en medio del pecho decía90′s. Se puso sus converse negros, se colocó su viejo Walkman regaló de su tía en su octavo cumpleaños y apago su reproductor al mismo tiempo que salía de la habitación, empezando a bajar las escaleras.
—Buenos días.—saludó Lily.
—¡Feliz cumpleaños, mi niña!—felicito Petunia con una sonrisa, yendo a abrazarla.
—Feliz cumpleaños, hermana.—dijo Dudley uniéndose al abrazo.
—Gracias, tía. Gracias, Dud.—agradeció Lily con una pequeña sonrisa.
Realmente ella no era una persona revoltosa, era más bien tranquila y algo fría pero no mala ni grosera. Petunia sirvió el desayuno favorito de Lily para todos: huevos estrellados con un trozo de tocino y malteada de fresa.
—Realmente, Lily. No se porque no te gustan los hotcakes.—comentó Dudley.
—No es que no me gusten, simplemente no soy de comer mucho pan o harinas.—explicó Lily encogiéndose de hombros.
—Bueno, bueno. ¿Quién quiere saber que haremos hoy?—pregunto Petunia, emocionada.
—Por favor, no el zoológico.—dijeron Lily y Dudley al mismo tiempo con gesto lastimero.
La sonrisa de Petunia flaqueo un poco al recordar como en el cumpleaños de Dudley habían ido al zoológico y de pronto una boa se salió de su hábitat, no sin antes parecer agradecer a su sobrina. Lily no había querido hablar del tema y Petunia lo respetaba. Eso era lo que Lily más apreciaba de su tía, que siempre le daba su espacio.
—No, no es el zoológico.—dijo Petunia y ambos niños suspiraron aliviados.— Iremos al cine, tienen películas viejas como Casablanca y desayuno en Tiffanys.
—¡Asombroso!—exclamó Lily emocionada, pues eran sus películas favoritas.
—Mientras haya comida soy feliz.—dijo Dudley.
—Bien, entonces después del desayuno y de abrir los regalos, iremos y cuando acabemos, si aún nos queda espacio, cada uno tendrá un gran helado.—sonrió Petunia.
Desayunaron en completa tranquilidad, escuchando el parloteo de Dudley sobre como estaba emocionado por ingresar a la secundaria. Al terminar, Lily se acercó a los dos regalos que estaban sobre la mesita de centro de la sala.
Abrió el más pequeño, el cual estaba mal envuelto en un papel azul brillante con un moño plateado. Dentro había una camiseta blanca con la impresión de la firma de Jimi Hendrix.
—Al fin estas aprendiendo de música, Dudders.—dijo Lily encantada.
—En realidad me base en el primer casete que me encontré en tu cuarto, pero de nada.—sonrió Dudley y ambos rieron.
El otro regalo que era un poco más grande, estaba pulcramente envuelto en un papel gris de flores azules con un listón dorado. Al abrirlo, Lily soltó un grito de emoción.
—¡Oh por Dios!—exclamó Lily con una gran sonrisa y abrazó a su tía.— ¡Gracias, gracias, gracias!
—De nada, mi niña.—dijo Petunia con una sonrisa.
Se trataba de un nuevo Walkman Sony WM-2 negro con sus respectivos audífonos de almohadillas negras. Este era una versión más pequeña y compacta del Walkman original y con mejor sonido.
Y tal como Petunia dijo, en cuanto Lily termino de abrir los regalos, ingresaron al auto de Petunia y se dirigieron al cine local. Ni a Petunia ni a Dudley les gustaban esas películas, pero como Lily las amaba ellos no decían nada.
El día transcurrió perfecto. Vieron esas dos películas, dieron una vuelta por la plaza donde Petunia aprovecho para comprar una gorra para Dudley y un cárdigan gris a Lily. Compraron dos grandes helados con dos bolas de helado cada uno, eligiendo Petunia chocolate y fresa, Dudley chocolate y menta, y Lily vainilla y fresa.
—Aún no entiendo, si te encanta tanto el chocolate, ¿porqué no te gusta el helado o la malteada de chocolate?—cuestionó Dudley confundido en cuanto llegaron a casa.
—Solo me gusta el chocolate cuando es en tabletas o bombones.—respondió Lily saliendo del auto.
—Eso no tiene sentido, el chocolate es chocolate.
—Saben distinto.
—Pero...
—Buenas tardes, señora Dursley.
Una voz femenina y estricta llamó la atención de los tres miembros de la familia, quienes al girarse vieron a una mujer vestida con un muy viejo traje azul cenizo junto al buzón. Lily no pudo evitar analizarla detenidamente.
Era alta, de cabello negro peinado hacia atrás en un moño apretado. Usaba unas pequeñas gafas cuadradas y tenía un rostro muy serio. Lo primero que pensó Lily fue que probablemente era una persona a la cual sería bueno no enojar.
—Es Evans.—corrigió Petunia con una sonrisa escueta.— Esperaba que vinieran después, no hoy mismo.
—Como sabrá, es un caso importante.—replicó la mujer.
—Lo sé.—suspiró Petunia y miro a los dos infantes.— Chicos, entremos a casa. Necesitamos reunión familiar.
Sin entender muy lo que sucedía, todos, incluida la extraña mujer, ingresaron al hogar y se acomodaron en la sala donde Petunia sirvió té con galletas. Dudley y Lily compartieron una mirada significativa.
—Chicos, ella es la profesora Minerva McGonagall.—presentó Petunia.
—Es un placer conocerlos.—saludó la mujer, viendo y sonriendo directamente a Lily.
—El placer es nuestro.—dijo Dudley, educadamente.
—Mucho gusto.—murmuró Lily, sintiéndose incomoda ante la mirada.
—Bien...estoy aquí para hablar con Lily sobre su ingreso a nuestro Colegio, el cual...
—¿Qué?—intervino Lily y miro a su tía.—¿No se supone que iré a la escuela de señoritas St Ives?
—Cariño, deja terminar a la profesora.—intervino Petunia.
—Como decía.—continuó la profesora. — Lily, tu has tenido una vacante en nuestro Colegio prácticamente desde que naciste. Tus padres también fueron a este Colegio.
—Mis...padres...—murmuró Lily con el rostro ensombrecido. No le gustaba hablar de ellos.
—Sí...ellos eran como tú, Lily.—afirmó la profesora.
—¿Cómo yo? ¿A que se refiere con como yo?—cuestionó Lily.
—Cuando tus emociones se descontrolan a veces provocas cosas, ¿no es así? —inquirió la profesora y Lily empalideció ligeramente.— Desde el volcar un vaso o hasta el deshacer el cristal de un zoológico. Hacer flotar un libro o volver a hacer crecer tu cabello.
—¿Podría hacerme el favor de no darle tantas vueltas al asunto y decirme de que se trata todo esto?—pidió Lily, incomoda.
—Eres una bruja, Lily Potter.—informó la profesora McGonagall.— Probablemente una de las más poderosas.
Un silencio se instaló en el lugar. Dudley tenía la boca abierta, incrédulo. Petunia se removía incomoda en su lugar mientras que Lily tenía una batalla de miradas con la profesora McGonagall.
— O sea...—miro a su tía.— que no soy esquizofrénica.
—¿Esquizoque?—la profesora McGonagall se mostró sorprendida.
—¿De dónde sacaste eso, Lily?—cuestionó Petunia en el mismo estado que la profesora.
—Bueno, ese trastorno afecta la capacidad de una persona para pensar, sentir y comportarse de manera lúcida. —explicó Lily— Dan pensamientos o experiencias fuera de la realidad así que...creí que con todo lo que pasaba...
—¿Te habías vuelto loca?—completo Dudley.
—Exacto.—confirmó Lily.
—Que más quisiera yo.—murmuró Petunia resignada.
—Entonces...¿Lily puede hacer magia?—pregunto Dudley.—¿Yo también?
—Lamentablemente, señor Dursley, usted no es poseedor de un núcleo mágico, por lo que no puede ingresar a nuestro Colegio.—explicó la profesora con suavidad.— La señorita Potter sí, ya que proviene de una larga familia de magos.
—¿Mi...padre?—pregunto Lily con dificultad y la profesora asintió.
—Los Potter eran lo que se conoce como una familia de Sangre Pura. Su madre era considerada de sangre impura por ser nacida de muggles...
—¿Muggles?—cuestionaron Lily y Dudley.
—Persona sin magia.—respondió la profesora.— Como decía, entonces, cuando sus padres se casaron y la tuvieron a usted, técnicamente debía ser una bebé de sangre mestiza, sin embargo, todas las mujeres Potter sin excepción están protegidas por una magia demasiado antigua y poderosa por lo que cuando usted nació, el rastro muggle de su madre desapareció de su sangre.
—En pocas palabras, también soy sangre pura.—dijo Lily.
—Es correcto.
—Bien, ahora, ¿Qué pasa si no quiero entrar al Colegio?—cuestionó Lily.
—¿Disculpe?—la profesora la miro sorprendida.
—Eso me suena a que es voluntariamente a fuerza.—mascullo Lily con cansancio.
—Esperaba que estuviera más entusiasmada con la idea de estar más cerca del recuerdo de sus padres.—comentó la profesora.
—No se usted, profesora, pero personalmente no me gusta recordar que estoy huérfana— dijo Lily con frialdad.— Y ya que ha tocado el tema y que mi tía se ha puesto blanca, —señaló a Petunia quien parecía fundirse con la pared blanca.— supongo que ha llegado el momento de que me expliquen como murieron mis padres.
Involuntariamente, Minerva McGonagall no pudo evitar tensarse ante la fría mirada de la chica y su actitud tan dominante. Pocas veces se había sentido así y estuvo segura de que al menos la chica se parecía más a James enfadado que a su madre.