Chapter Capítulo 12
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Ni en la muerte me detendrán
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Capítulo 12 La hermana menor de dos caras.
Aunque sólo había tocado sus labios durante un instante, Clotilde se sintió de inmediato más feliz. Hacía tiempo que queria hacerlo, pero no se atrevía. Así que ahora que queria intentarlo, ¿por qué no? Se lamió los labios, saboreando el momento.
-Justo lo que pensaba, eres más mono cuando no dices nada.
-¡Clotilde! -Armando se levantó de repente. Definitivamente no iba a admitir que había sentido algo parecido a electricidad cuando ella lo besó. ¿Cómo podía tener esos sentimientos hacia una mujer asi? Era más alto que Clotilde por una cabeza, y su mirada era muy imponente-. ¡De verdad que no tienes vergüenzal
Clotilde lo miró inocentemente.
-Dijiste que me hacia la dificil, asi que decidi tomar la iniciativa. Dijiste que no tengo vergüenza, así que deberia aprovecharme un poco de ti para hacer que este humillante titulo merezca la pena. Piensas que soy francamente asqueroso, asi que no tienes que aparecer delante de mi en el futuro, ¿sabes?
-Tu–Armando entrecerró los ojos al mirarla, y se sorprendió al ver a esa maldita mujer tan excitada y provocativa.
-Antes era tan pegajosa y timida, cómo se habia convertido en una persona diferente de la noche a la mañana?–.
Por desgracia para él, Gabriela volvió. Los vio de pie uno junto al otro y hablando, y no pudo evitar
sonreir.
-¿De qué están hablando los dos?
Armando quiso retroceder, pero la joven que tenía delante se le adelantó, y aquella determinación en sus: ojos de trazar claramente la linea con él le hizo sentirse sumamente desgraciado.
-Señora Farias… -Clotilde sonrió con suavidad a Gabriela y dijo-: No me habia dado cuenta de que llevaba tanto tiempo fuera. Mi padre debe de estar preocupandose, así que me despido ya.
-¿Ya te vas?-La decepción de Gabriela se reflejaba en su rostro.
Vio a su hijo a un lado con cara de enfado y se preguntó si habrían vuelto a discutir. Asi que, aunque no podía soportar que Clotilde se marchara, la dejó ir a casa. Antes de marcharse le recordó a Clotilde que viniera a casa a menudo.
-Lo haré, Señora Farias. No tiene por qué verme fuera–respondió Clotilde obediente. Delante de Gabriela, seguía siendo aquella niña con suavidad y obediencia.
Gabriela asintió, suspirando en su interior. Clotilde era una niña tan encantadora, era una lástima que no tuviera el privilegio de tener a Clotilde como nuera. El mayordomo dispuso que alguien la enviara a casa, y Clotilde no rechazó la oferta, ya que no llevaba dinero encima.
-¿No era interesante? ¿Quién iba a pensar que la hija mayor de los Santillana no tenia ni un centimo?–.
El dinero que tenía se lo haban dado sus abuelos cuando era niña. Utilizó muy poco y ahorró todo lo que pudo. Pero al final gasto todos sus ahorros en instalar la alarma de seguridad. Su padre nunca se preocupó de los asuntos financieros y, obviamente, su madrastra no le daba dinero.
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Capitulo 12 La hermana menor de dos caras
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Todo lo que usaba en la escuela se lo pagaba por adelantado, e incluso su ropa era de baja calidad, comprada por su madrastra, y todo le hacia parecer gorda y fea. Iba al colegio con su hermana y llevaban el mismo apellido, pero nadie sabia que eran hermanas porque la diferencia era demasiado grande. Su padre llegó a pensar que le gustaba esa ropa, pensando que preferia ese aspecto conservador.
Siempre que Clotilde tenía que asistir a fiestas, su madrastra se molestaba en acicalarla sólo por el bien de su propia imagen. Su padre siempre le decía que deberia ponerse esa ropa tan bonita más a menudo porque le quedaba bien,
Ella siempre se quedaba callada, porque nunca tenía ropa asi que ponerse. Los vestidos elegantes que llevaba a las fiestas se los -prestabas su hermana pequeña, pero no se atrevía a decirlo.
Sentada en el lujoso auto de la Familia Farias, Clotilde contemplaba el paisaje exterior con el corazón encogido de pensamientos. Le habían dado una segunda oportunidad en la vida, así que debía aprovecharla para vivir de forma independiente y fiel a sí misma, sin dejarse influir ni manipular continuamente por los demás.
Pero primero tenía que ser económicamente independiente. El dinero era necesario para llevar a cabo sus planes. Pronto, el auto llegó a una pequeña urbanización donde vivian muchas familias acomodadas, y Clotilde se bajó en la puerta principal y se dirigió a pie a su casa.
Llegó a un precioso bungalow de estilo europeo que parecia elegante y lindo desde afuera, pero Clotilde sabía lo oscuro y malvado que era en realidad por dentro. Prefería vivir en aquella casita de madera en la montaña que volver a vivir ahí. Pero como la casa de madera ya no existia, no tenia más remedio que volver a este campo de batalla y recuperarlo todo.
Clotilde tenia una extraña sonrisa en la cara, y la criada que abrió la puerta sintió que se le ponían los pelos de punta.
-Ah… Señorita Clotilde. -Liliana, la criada que abrió la puerta, tartamudeó porque normalmente sólo llamaba a Clotilde señorita, y nunca le decía algo como -Señorita Clotilde
Pero hoy Clotilde tenía un aspecto diferente al de antes. Antes siempre caminaba con la cabeza baja y no tenía opiniones propias. Pero hoy entraba con la cabeza alta y sacando pecho, todavia con el vestido modificado que los Farias le habían proporcionado la noche anterior, y llevaba un aire de elegancia a su alrededor. Los agudos ojos semiocultos por su flequillo le dirigieron una mirada que provocó un
escalofrio.
Clotilde no se detuvo ni un instante cuando Liliana se dirigió a ella. Entró directo a la casa y, como era de esperar, Camila ya la estaba esperando. La noche anterior, Camila habia vuelto a casa y casi de inmediato fingió romper por accidente la cerradura de la caja de madera delante de su padre, pensando que éste quizás le permitiria llevarse una o dos joyas. Lo que no esperaba era que la caja estuviera llena de libros.
Eran todos libros descatalogados, asi que cuando su padre los vio los guardo de inmediato, ¡y ella ni siquiera fue capaz de romperlos por la frustración! Iba a descargar su rabia con Clotilde. Le costó perder los nervios delante de su padre la noche anterior mientras estaban fuera, pero hoy no iba a volver a casa, iasi que estaba dispuesta a ver hasta qué punto se iba a enfadar esa inútil de su hermana!
-¡Oh, vaya, te has acordado de yenir a casa! ¡Pensaba que te lo estabas pasando tan bien ahi fuera que ya no ibas a volver! -Camila se interpuso en el camino de Clotilde, con expresión provocadora. Era su verdadero yo: la personalidad madura y amable era sólo para aparentar.
Clotilde la miró y sonrió.
-Parece que no has aprendido la lección de anoche.
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Capitulo 12 La hermana menor de dos caras
En el momento en que mencionó la noche anterior, Camila comenzó a temblar de ira.
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-Pequeña z*rra, si que sabes actuar, ich? Estoy segura de que esos dos tipos no eran decentes ¿Te atreves a decir que no pasó nada entre ustedes tres durante ese largo periodo de tiempo?
Clotilde enarcó una ceja y dijo con calma:
ΕΠ
absoluto.
-Ahora que los mencionas… me preguntaba, no había enemistad entre nosotros, ¿por qué piensas que me buscaron a propósito? ¿Por qué no le pido a la Señora Farias que me ayude a presionarlos para que digan la razón por la que lo hicieron? ¿Qué piensa tu?
La cara enojada y enrojecida de Camila se puso blanca al instante. ¡Ella no había pensado en eso! La noche anterior habia pensado que desde que los dos fueron arrestados por asesinato, independientemente de
que
los condenaran a muerte o los encarcelaran de por vida, ya no tenian nada que ver con ella. Pero habia olvidado que Clotilde seguiria intentando demostrar su inocencia.
-¿Y si Clotilde en realidad conseguia que los Farias los presionaran para confesar y ellos admitian que ella los habia instigado?–.
Al pensar en esta posibilidad, Camila se puso de repente nerviosa y gritó:
-Pequeña z*rra, ino crees que ya has pasado bastante vergüenza? -Intentó mantener el contacto visual con Clotilde, pero sus ojos estaban llenos de pánico- iSerá mejor que no digas tonterías, o me asegurare de darte una lección!
-¿Darme una lección? -De repente, Clotilde se acercó con un aura tan opresiva que Camila no pudo evitar dar un paso atrás, pero Clotilde la agarró por el cuello.
-Si yo fuera tú, ya estaría súper inquieta. Después de todo, la Señora Farias dijo que llegaría al fondo de este asunto, asi que no sé qué escuchará de estos dos. Quizá descubra quién es esa persona malvada que intenta hacerme daño.
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