Chapter 16
Capítulo16
-¡Ay, mira quién está sentado al lado de la hermosa mujer! ¿No es el presidente de Valencia Grupo KS, Diego Pérez? – dijo Rodrigo Rodríguez, levantando su ceja en tono de burla. -¿No es cierto que Diego Pérez nunca pisa este tipo de lugares? ¡Ja ja! ¿Qué lo trajo aquí esta noche?
No es de extrañar que Alejandro Hernández y Rodrigo Rodríguez se confundieran. Los cuatro hermanos de Clara Pérez son cuatrillizos. A simple vista, el mayor Diego Pérez y el segundo Javier Pérez se ven idénticos. Es fácil confundirlos si no los conoces bien.
-¡Carajo, estoy celoso! Una mujer tan hermosa debería ser mi amante, ¿para qué seguir a Diego Pérez?– dijo Rodrigo Rodríguez cada vez más emocionado.
Clara Pérez, en la planta baja, rió dulcemente ante el hombre.
Alejandro Hernández sintió un extraño malestar en su corazón. Una vez, esa sonrisa solo era para
él.
Más indignante aún, la avalancha de rumores y escándalos parecía no afectarla en absoluto. ¡Esta mujer seguía disfrutando de su vida de lujos y placeres! En cambio, él pasaba todo el día como un amargado, preocupándose por resolver sus problemas con ella.
-Oye, ¿por qué no me la quedo esta noche? Aunque sea la mujer de Diego Pérez, a mí no me importa. Con un portero, uno puede meter goles- dijo Rodrigo Rodríguez con una sonrisa lujuriosa.
-No le pongas ni un dedo encima. Es mi esposa–respondió Alejandro Hernández.
Rodrigo Rodríguez abrió los ojos como platos: -¿Qué?
-Ex esposa agregó Alejandro Hernández con voz cortante, sintiendo una sensación punzante en
su garganta.
-¿Qué? ¿Esa es la ex esposa de madera y sin gracia que tanto mencionabas? Hermano, ¿estás ciego, tonto o ambas cosas? ¡Esta mujer es una belleza, cien veces mejor que tu adorada Beatriz Sánchez!– exclamó Rodrigo Rodríguez con asombro. 1
Alejandro Hernández lo fulminó con la mirada, y Mateo Martínez se echó para atrás y sacó la lengua. -Ay, es que yo también me dejé llevar. Al principio cuando dije que quería conocer a mi -cuñada, tú dijiste que no valía la pena. Pensé que era fea como un dinosaurio, ¡pero nunca imaginé
que…! ¡Oye, a dónde vas? 1
Pero ya era tarde, Alejandro Hernández había salido corriendo de la habitación.
Clara Pérez y su hermano habían bebido tres rondas de tragos y sus mejillas blancas se habían
sonrojado como melocotones en primavera.
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-¿Estas bien, mi querida?– pregunto Javier Perez preocupado al ver que estaba un poco borracha.
-¡Otra ronda! ¡Lancemos los dados!– respondió Clara Pérez, que aguantaba bien el alcohol, pero estaba angustiada por dentro y por eso se emborrachaba más rápido de lo normal.
En ese momento, el superior de Javier Pérez llamó y no podía ignorar la llamada, ya que podría haber una importante tarea encomendada, así que se disculpó diciendo:
-Clara, espera aquí, vuelvo enseguida después de contestar esta llamada.
Clara Pérez le dijo con un gesto desenfadado: -¡Claro que sí!
La red de protección- se desactivó temporalmente y los hombres a su alrededor se acercaron lentamente como tiburones oliendo sangre.
Clara Pérez los miró con ojos coquetos y su mirada perezosa los recorrió como si estuviera eligiendo un plato de comida.
-Este es demasiado bajo, este es demasiado delgado, este tiene la nariz demasiado chata, este tiene los ojos demasiado pequeños… pensó para sí misma.
Ninguno de ellos se comparaba con su ex marido.
Es una lástima que ese hermoso envoltorio escondiera un hombre frío y sin sentimientos, que la había decepcionado y defraudado después de haber puesto todo su corazón en él.
En ese momento, Clara Pérez notó que en la mesa cercana, varios jóvenes ricos estaban animando a un hombre a que le diera de beber a una chica.
¡Y ese hombre riendo grasoso es nada menos que Santiago Sánchez, el hermano mayor de Beatriz
Sánchez!
Lo que es aún más intolerable, Clara Pérez, que tiene buen ojo, ve que uno de los ricos le echa afrodisíaco al vaso y se lo pasa a Santiago Sánchez.
De repente, la ira la invade y se levanta de golpe y va hacia ellos.
-¡Vaya, qué belleza!, dicen los ricos al ver a Clara Pérez, con la boca hecha agua.
Santiago Sánchez, al ver a esta belleza, ya no le interesa la mujer que tiene en brazos.
-¿Estás disfrutando tanto, por qué no me llevas contigo?- dice Clara Pérez, con los ojos embriagados y más encantadora.
-Pequeña, lo que quieras hacer, hermano mayor está aquí para acompañarte- dijo Santiago
Sánchez, lamiéndose los labios lascivamente.
Clara Pérez toma la copa con afrodisíaco y dijo: -Es fácil, toma esta copa y bébela.
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Todos se quedan en silencio y la cara asquerosa de Santiago Sanchez se oscurecio.
¿Quién no sabía que hay una dosis completa de afrodisiaco en esa copa? ¡Solo un tonto lo bebería! -¿No quieres beber? ¡Entonces te alimentaré yo mismo! – dice Clara Pérez con mirada feroz y le
arrojó toda la copa de vino en la cara de Santiago Sanchez.
Todos se sorprendiron, la chica se asustó y corrió a un lado
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