Mi esposo es mi amante secreto?

Chapter 7



Capitulo 7 Astucia

Al ver la familiar entrada, alguien abrié de un tirén la puerta del asiento del
copiloto. —Baja. Cristina no tenia el menor deseo de volver a la Mansion Jardin
Escénico, que no habia sido més que una jaula para ella. —No quiero —se nego
ella con indiferencia. No queria ser la sefiora Herrera, y mucho menos vivir a
merced de Natan. Antes de que pudiera reaccionar, Cristina sintié de repente
que la levantaban. Su cuerpo blando se peg6 al pecho musculoso de él. El
corazon de Cristina palpité inexplicablemente al sentir el calor corporal de él
filtrandose por su piel. Natan la llevo a la casa. El ama de llaves, que se dirigia
hacia ellos, se quedé estupefacta. No podia creer lo que veian sus ojos cuando
vio a Natén sosteniendo en brazos a Cristina, a la que habian echado de la
casa. Tras depositarla suavemente en el sofd, le levantd la palma de la mano. El
corte de la mano le estimuld los nervios, enviandole dolor por el brazo. —Traeme
el botiquin. El ama de llaves, que estaba aturdida, tarare6 inmediatamente en
sefial de reconocimiento tras oir la voz severa de Natan.

Se apresuré a coger el botiquin y lo colocé sobre la mesa. —¢Debo hacerlo,
sefior Herrera? «¢ Como puedo dejar que el sefior Herrera se ocupe de este tipo
de cosas?» —No pasa nada. Limpi6 el dorso de la mano de Cristina con un
bastoncillo de algodén manchado de yodo acuoso. —jAy! Duele! —Lo que mas
temia era el dolor fisico. Quiso retraer el brazo, pero él le agarré la mano con
fuerza. —Sé bueno. Ten paciencia —Habl6 con ternura, como si estuviera
engatusando a un nifio. El marcado contraste de un hombre, de
aproximadamente dos metros de estatura, hablandole de repente en un tono tan
amable desconcert6 a Cristina. La luz del sol que brillaba en su rostro hacia que
su seria expresion facial pareciera inusualmente serena. Cuando terminé de
vendarle la herida, incluso le sopl6 ligeramente. Su aliento rozé su piel como si
la acariciara fisicamente. Cristina retir6 el brazo y desvio la mirada. —Gracias.
¢Puedo irme ya a casa? —¢ Sufres de amnesia? Esta es tu casa —Natan
parecia haber olvidado por completo su divorcio, como si nunca hubiera
ocurrido. Cristina estaba ansiosa, pero sabia que enfrentarse a él de frente no la
beneficiaria, asf que pensoé que comunicarse con €l seria una alternativa mejor.
«Nunca me ha mostrado ninguna preocupacion después de tantos afios de
matrimonio. ¢Hace esto porque cambi6 de opinion después de acostarnos
aquella noche?» —Ya estamos divorciados. Lo que estas haciendo ahora es un
encarcelamiento ilegal. Natan le pellizcé la barbilla y la obligé a mirarle. Curvé
los labios en una mueca. —

¢Quién iba a pensar que ti también sabes de asuntos legales? La cara de
Cristina enrojecié. Se dio cuenta de que estaba siendo sarcéstico. Natan se
incliné muy cerca de ella, soplando su aliento en la punta de su nariz. —En ese
caso, ¢se nos sigue considerando una pareja legalmente casada si falta el
acuerdo de divorcio y atin no hemos finalizado los documentos en el juzgado?
«jEs astuto como un zorro! Me obligé a firmar los papeles del divorcio, pero
ahora es él quien se retracta de sus palabras. (Como puede una chica ingenua
como yo enfrentarse a un demonio astuto como €I?» El teléfono que llevaba en
el bolsillo soné en ese momento, rompiendo la ambigua atmdsfera que habia
entre ellos. Natan respondié a la llamada.

Sebastian dijo: —sefior Herrera, hay una reunién de emergencia con las
autoridades de Hawen que requiere tu atencioén personal. He traido el coche a la
entrada de la casa. Natan murmur una respuesta y colgé la llamada. Solt6 a
Cristina y le arregl6 el traje. Presintiendo que estaba a punto de marcharse,
Cristina empez6 a idear un plan de huida en su mente. Cuando Natéan leg a la
puerta, se detuvo deliberadamente en seco y le ordené: —Haz guardia aqui y
asegUrate de que no vaya a ninguna parte. —Entendido —respondieron los
guardaespaldas con voz rotunda. Cristina sinti6 que se le hundia el corazon.

«¢ En serio me esta encerrando?» Golpe6 el aire con frustracién mientras veia a
Natan marcharse.

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