Chapter Capítulo 19
Capítulo 19
Ainhoa ni siquiera lo pensó y contestó al instante: “Puedo aceptar cualquier cosa menos
eso.”
Enzo, pellizcándole la barbilla, soltó una risita: “Pero eso es precisamente lo que quiero.” Ainhoa dijo: “Aunque pienses que me acerqué a ti con un propósito, te he cuidado bien durante estos tres años. No te debo nada, no tienes derecho a no dejarme ir.”
Enzo observó esa mirada desafiante de Ainhoa y esa boquita que no paraba de parlotear. Además de ese escote que insinuaba más de lo que escondía. Su nuez de Adán se movió involuntariamente varias veces. De repente, la tomó en sus brazos, colocando su barbilla sobre su hombro y con voz ronca preguntó: “Entonces explícame, ¿cómo exactamente me has cuidado?”
La voz grave y magnética de Enzo hacía cosquillas en el cuero cabelludo de Ainhoa, mientras su mano traviesa se colaba dentro de su ropa. Ainhoa intentó zafarse, pero Enzo la sostenía con fuerza. En un acto de desesperación, ella bajó la cabeza y le mordió el hombro. Puso toda su frustración y descontento en esa marca. No fue hasta que sintió el sabor metálico de la sangre en su boca que lo soltó.
e
Los ojos de Ainhoa se llenaron de lágrimas y con voz temblorosa dijo: “Enzo, no me provoques, hasta un conejo acorralado puede morder.”
Dicho eso, lo empujó y se fue llevando consigo un rostro lleno de tristeza. Cuando Pablo. volvió al auto, justo vio a su jefe tomando fotos de su hombro con el móvil. A través del espejo retrovisor, observó la mordida sangrienta en el hombro del jefe.
El jefe la había enfurecido otra vez. Lleno de simpatía, preguntó: “Presidente Castro, ¿necesita algún ungüento?”
Enzo lo miró fríamente y le preguntó: “¿Acaso soy tan delicado?”
No es que usted sea delicado, señor, es que quiere guardar pruebas para ajustar cuentas con la secretaria de la Vega, pensó Pablo.
Enzo tomó varia’s fotos antes de arreglarse la ropa y preguntó con frialdad: “¿Quién paró el proyecto de la familia de la Vega?”
Pablo baió la rahoza u tras un
Capitulo 19
“Santos, ¿eres mi asistente o el suyo?”
Inmediatamente, Pablo dijo: “Presidente Castro, parece que la señora sabe de su relación con la secretaria de la Vega. Ha investigado todos los movimientos de la secretaria durante los últimos tres años y ha examinado la colaboración entre Vega Global Negocios y el Grupo Castro.
Creo que tiene malas intenciones.”
Enzo apretó su corbata con sus largos dedos, Sus ojos destilaban frialdad. Sacó su móvil y llamó a su madre. Apenas se conectó la llamada, se escuchó la fría voz de una mujer: “Si piensas suplicar por la familia de la Vega, no te molestes, ¡no me echaré atrás!
La expresión de Enzo se torno muy sombría y le dijo: “Ella es mi persona, tú no tienes
derecho a tocarla.”
La señora Castro soltó una risa fría y le dijo: “Justamente la afecté porque es tu mujer. ¿No sabes que su madre una vez sedujo a tu padre? ¿Qué se puede esperar de una mujer que no dudó en acostarse con un hombre para subir de posición?”
Enzo se rio con desdén y luego dijo: “Eso fue su madre, ¡no tiene nada que ver con ella!”
“Enzo, en nuestra familia Castro jamás dejaremos que una mujer así cruce nuestro umbral. Con ella no serás feliz.”
“¿Acaso tú y mi padre fueron felices? Desde que tengo memoria, no han parado de pelear, separándose y volviendo una y otra vez durante décadas, me hicieron temer al matrimonio, y mi hermana no cree en el amor, por eso soltera a sus treinta y tantos. ¿No es hora de que ustedes reflexionen en lugar de empujarnos al limite?”
La voz de Enzo temblaba al hablar. Su mente estaba inundada de recuerdos de las constantes peleas de sus padres. Su hermana lo llevaba a esconderse en una habitación oscura, abrazándolo mientras lloraba en silencio. Si no fuera por el cuidado atento de su abuela, probablemente no habrían crecido sanos y salvos. Se recostó en el respaldo de su asiento, con los dedos masajeando suavemente sus sienes. Cada vez que recordaba esas cosas, le solía la cabeza horriblemente.