La Obesion del ceo por Maricel98

Chapter Capítulo 95



Fernando

El día ha transcurrido muy lentamente, me mato ver a Belinda llorar sin consuelo y aunque lo niegue José Luis también está mal.

—Vuelvo a disculparme, no entiendo que ocurrió. —Habla Emir

Belinda niega con la cabeza —No es tu culpa, tú hiciste todo lo posible.

—Aún no comprendo que ocurrió con los vídeos, pruebas físicas y psicológicas y las contradicciones que demostré en la declaración de Diego era suficiente para condenarlo. Lo de tu abuela fue una buena estrategia, pero una declaración por si sola no puede condenar a nadie, al menos que se sustente con evidencia.

—Yo creo que sé lo que pasó—Cuando formule esas palabras ellos se centraron en mí y proseguí—No sé si dieron cuenta que la jueza en la segunda etapa se inclinó a favor de Diego y seguramente eso está relacionado con el hecho de que poseía una pulsera de oro puro.

—¿Estás afirmando que la sobornaron?.

Asentí con la cabeza —Mi abuela utiliza joyas de uso exclusivo y solamente existe una joya con ese diseño, por lo cual, ella debido entregársela a la jueza seguramente acompañada de dinero.

—Debí verlo antes, está jueza no tiene fama de corrupta aunque se han escuchado rumores. Para la apelación seré más cuidadoso.

Belinda niega con la cabeza —No quiero apelar, estoy agotada mental y físicamente.

—Si cambias de opinión ya sabes en donde buscarme por lo pronto me despido.

Él se marchó al igual que Ángela, Wendy y Edward, Emiliano y yo nos quedamos con Belinda para acompañarla mientras los niños ajenos a esta situación juegan con Margarita, nosotros nos dedicamos a intentar animarla.

Debo encontrar la forma de protegerla, pero no se me ocurre nada.

—Amor, recuerda a nuestra bebé — Comenta Emiliano—Debes ser fuerte por ella.

—No tienen una idea el dolor que se siente que tu propia sangre te traicione.

Tome su mano —Esto no se quedará así, puedo encargarme de que desaparezcas y con Emiliano si así lo deseas, pero Diego no te hará más daño.

—Es lo mejor por ahora —Asiente Emiliano —Debemos irnos muy lejos

Ella niega con la cabeza —Él me encontrará a donde sea. Lo mejor que pueden hacer los dos es ahorrarse problemas y alejarse de mí.

Ambos negamos con la cabeza al mismo tiempo. De lo único que estoy seguro es que él y yo daríamos la vida por Belinda y sus hijos.

Fuimos interrumpidos cuando Emiliano recibió una llamada y se alejó para responderla tranquilamente en el balcón. Sᴇaʀch Thᴇ FɪndNøvel.ɴᴇt website on Gøøglᴇ to access chapters of novels early and in the highest quality.

—Belinda de verdad siento todo lo que tuviste que pasar, pero aunque veas todo gris muy pronto saldrá el sol

—Eso te decía yo a ti

—Exacto, hermosa y ahora debes predicar con el ejemplo.

Cuando regreso Emiliano nos percatamos de que su sonrisa cambio por completo.

—¿Qué ocurre, amor?.

—Una emergencia en el hospital, pero ya avisé que no puedo ir

—Ve, yo estoy bien

Él niega con la cabeza

—Yo me quedaré con Belinda toda la tarde, vete sin problemas.

—Te lo agradezco, Fernando —Él deja un beso en los labios de ella—Cualquier cosa llámame

—Deberías recostarte

Ella niega con la cabeza —No quiero estar acostada todo el día

Seguimos charlando durante unos minutos sobre asuntos sin importancia hasta que Aarón llegó corriendo desde el jardín y se saltó arriba de Belinda en un abrazo.

—¡Ay! —Se quejó ella

—Ten cuidado con Mami, Aarón.

Ella niega con la cabeza sin dejar de quejarse.

—No fue él, siento puntada… ¡Ah!.

Aarón se bajó de las piernas de Belinda y está se levantó sin dejar de jadear debido al dolor.

—¡Creo que son contrataciones! —Habla Margarita

Me levanté de mi lugar y me acerqué a Belinda para sostenerla. La mujer no deja de quejarse ni un segundo.

—¡Mierda! ¡Me duele mucho!.

—¡Vamos a la clínica, tengo el carro afuera!. —Le digo mientras la sostengo del brazo

—Aún no es tiempo ya se me pasará ¡Ah!

—¡No seas terca, Belinda!

—¡Vamos! ——Margarita sostiene su otro brazo

—¡Tú quédate con los niños y avisa a Emiliano!.

—Está bien

Yo ayudé a Belinda a subir a mi carro mientras Margarita subió al asiento trasero el bolso de ella. Le di un beso a Aarón e intenté calmarlo antes de subirme al carro.

Dentro de dos minutos comencé a conducir, me siento muy nervioso porque ella no deja de quejarse e incluso retiene lágrimas. No me imagino el dolor tan grande que se sentirá el tener un hijo.

—¡Intenta respirar! —Le digo mientras sopló

—¡Es lo que intento! ¡Ah!.

Sin dudarlo doble en una curva y tome el camino de la carretera aumentando velocidad. Lo que más deseo es llegar a la clínica cuanto antes, no soporto verla así.

—Recuerdas cuando hicimos a Aarón. —Intento distraerla

Ella asiente —Como olvidarlo fue mi primera vez ¡Ah!.

—En el acto se me rompió el condón y te lo informé, pero estabas tan fogosa.

Ella ríe —Y te dije que no pasaba nada.

—Exacto, creo que fue la mejor decisión que hemos tomado. ¿Ya está pasando?

—Un poco.

Continúe el camino hasta que me percaté de que un camión está en medio de la calle al parecer por algún desperfecto por ello decidí frenar, pero me percaté de que el carro no se detuvo por suerte logré esquivarlo doblando.

—¡Cuidado Fer! ¡Se me saldrá el niño!.

—¡No funcionan los frenos!

—¡Cómo qué no funcionan!

Siento que los nervios me invaden porque no sé que hacer en una situación así. Podría saltar o estrellarme contra algún árbol para detener el carro, pero esa situación podría herir a Belinda y al bebé.

Continúe el camino recto y me percaté de que varios coches están detenidos amontonados debido al camión que ocupa toda la carretera. Debido a que no puedo frenar como ellos doble en sentido contrario.

—¡Cuidado! —Cuando logré ver la camioneta ya era demasiado tarde porque nos impactamos contra ella.

Fue demasiado rápido y solamente me percaté de que mi vehículo comenzó a rodar cinco veces hasta que finalmente cayó

Cuando finalmente se detuvo observe a Belinda quien está a mi lado repleta de sangre también visualice mi entorno y me percate de que caímos a una especie de Barranca.

Con dificultad logró mirarla debido a mi vista nublosa, intente liberarme para sacarla de este maldito carro, pero no logró moverme.

—¡Belinda!— Grite antes de perder la consciencia.


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