La Obesion del ceo por Maricel98

Chapter Capítulo 132



Me encuentro sentada en el sofá con Fernando abrazando mi cintura.

Estamos reunidos con mi padre y nuestra familia debido a que estamos celebrando la futura boda de papá y Catalina. En el lugar también se encuentra su hermano, cuñada y sus sobrinos, solamente falta Emi.

No suelo salir de la cama debido a mi estado, pero está vez hice una excepción.

—Debes estar aterrada —Ríe maliciosa Mariana refiriéndose a mis bebés

—No la pongas peor —La regaña Fernando mientras deja un beso en mi mejilla.

—Nuevamente, los felicito —Me dice papá —No puedo creer que muy pronto tendré dos nietos.

—Belinda no tienes nada que temer—Me dice Catalina —Te lo digo por experiencia

Es verdad que además de Emi ella tuvo otro hijo, pero esté desgraciadamente murió.

—Buenas noches —Fuimos interrumpidos cuando llegó Emiliano al lugar.

—No te levantes —Me pide cuando se percata de que intente levantarme del sofá y el dejo un beso en mi mejilla. —¿Cómo estás, Fernando?

—Muy bien —Percibo la incomodidad entre ambos hombres

—Me alegra que estés aquí —Su madre lo saluda con un abrazo

—Nunca faltaría mamá

—¿Ya decidieron el nombre? —Me pregunta mi tío quien también se encuentra en el sitio junto con Ángela y Wendy.

—El niño Maximiliano y del segundo bebé no sabemos el sexo.

—Estoy seguro de que será una niña —Comenta Fer

—Puede llamarla como tu madre.

Negué con la cabeza —Sarita solamente había una

—Me refiero a su segundo nombre.

—Tal vez

En el resto de la noche nos dedicamos a charlar normalmente como la familia unida y feliz que estamos intentando ser.

Tantas desgracias nos han servido para fortalecer nuestra Unión y comprender que es lo importante.

Cené muy bien porque moría de hambre y Fernando se dedicó a supervisar a nuestros hijos. Debo admitir que mi marido tiene un gran peso sobre los hombros.

No solamente me cuida a mí y a los niños también se encarga de la presidencia de la empresa además de sus propios negocios.

Me alejé rumbo al jardín para observar la noche y charlar con mi buena amiga Wendy quien está un poco enfadada porque su novio no pudo venir a cenar.

—Nunca me imaginé verte tan gorda. —No deja de reír

—Me viste embarazada de Aarón te recuerdo

—Pero tu estómago no estaba tan grande.

Mientras ella me habla yo me dedicó a observar a los niños quienes juegan con Emiliano. Es increíble lo feliz que está Aarón al volver a verlo.

—Llamaré al susodicho — Anuncia ella mientras se aleja

—Tengan cuidado con la pelota, no golpeen a mamá. —Les pide él.

—No deberías estar con los adultos —Le pregunto en cuanto los niños se alejan y nos quedamos solos

—Prefiero a los niños y creo que deberías volver con tu marido. En la oscuridad del jardín puedes tropezar.

—Nunca te agradecí todo lo que me has cuidado

—¡Belinda no lo hagas más incómodo! ¡Intenta no dirigirme la palabra y yo haré lo mismo! ¡No tolero tu lástima!

—No es lástima, me encantaría que seamos amigos.

—¡Eso es imposible! ¡En cuanto pase la boda me volveré a ir!.

—A tu madre le duele tu ausencia.

—Así son las cosas y no se pueden cambiar.

—Acá estabas —Fuimos interrumpidos cuando Mariana se acercó a nosotros —¿Han visto a mi hijo?

—Está jugando con Megan y Aarón—Comunica antes de alejarse.

Me percaté de que Mariana le lanzo una mirada extraña a Emiliano y a decir verdad durante toda la cena no ha dejado de mirarlo lo cual me parece raro.

—¿Por qué lo miras así?

—No sé dé que hablas y no deberías estar a solas con él porque Fernando es muy celoso.

—Fernando sabe que lo quiero a él y que Emiliano es mi amigo. ¿Te veo rara Mariana?.

—Muy pronto dirán si aceptan la apelación del caso de Ariel y él ya me advirtió que si no queda en libertad no quiere volver a verme porque no desea atarme a él.

—Ten fe, él saldrá libre.

—Acá están mis mujeres. —El deposito un beso en la mejilla de su hermana y en mis labios.

—Iré a buscar a ese niño travieso — Anuncia antes de alejarse.

—¿Estás bien princesita?

Asentí con la cabeza y él se quitó su saco para cubrir mi cuerpo luego rodeo mi cintura.

—Vamos adentró, amor.

—Mi abuela está enferma

—¿Qué?

—Pensé que mi tío me lo diría hoy, pero no ha mencionado ninguna palabra lo cual me indica que es grave.

—Seguramente tu tío no desea alterarte por tu estado, pero como sabes.

—Me llamo la enfermera que la cuida, ella desea verme.

—Deberías ir.

Reí —Lo dice el hombre que no quiere ver a su madre

—Son casos complementé diferentes, bebé. Deberías ver a tu abuela, pero no quiero que te alteres.

—No lo haré, estoy cansada.

—Entonces vamos a casa —Me dice mientras me carga en brazos.

—Eres un dramático

Él ríe —Sin esfuerzos princesa.

***

En estos momentos me encuentro frente a mi abuela quién se encuentra en la habitación del hospital.

Esta recostada envuelta en una bata color blanca y conectada a varios cables principalmente a un respirador.

Me percaté de que ella me está mirando porque puedo observar que abre los ojos. Sus ojos son del mismo color que el de mi tío.

—Belinda—Ella pronuncia mi nombre y extiende su mano hacia mi.

Me acerqué a ella y uní nuestras manos sin dejar de mirarla a los ojos.

Me siento triste al verla tan débil porque a pesar de lo cruel que fue conmigo no deja de ser la mujer que me cuido desde que tengo uso de razón.

—No hables

—No me queda mucho tiempo, yo lo siento.

Es verdad que su estado se ha agravado importantemente debido a que su corazón ya no está funcionando correctamente. Me he encargado de que tenga sus medicinas y dos enfermeras las supervisen, pero eso no ha servido de nada.

—Tranquila ya hablé con Emiliano y me apoyará para que te realicen el trasplante que necesitas.

—No creo que llegue a ese momento. Belly necesito tener tu perdón.

—Ya no pienses en eso

—Aunque lo dudes yo te quiero, pero nunca supe demostrarlo. De verdad siento todo lo que te hice.

—Abuela solamente quiero dejar el pasado atrás, prefiero recordar todo lo bueno que me diste.

—Cuídate mucho de él

—¿De quién?

Fuimos interrumpidas cuando la enfermera se acercó al lugar e inyecto un sedante a mi abuela porque alega que ella debe descansar.

Me aleje rumbo a la recepción y abrace a Fernando de la cadera mientras el dejo un beso en mi mejilla.

—Todo estará muy bien

—Eso espero, amor, estás operaciones son complicadas

—Quiero que estés tranquila.

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Hace más de dos meses murió mi abuela, ella falleció durante el quirófano y los médicos no lograron hacer nada para salvarla.

Debo admitir que fue muy difícil para mí él no afectar a mis bebés con el inmenso dolor que sentí, pero gracias a Dios solamente una vez se me subió la presión y no pasó a mayores.

Me atormenta el desconcierto de no saber que deseaba decirme mi abuelita, supongo que nunca lo sabré.

Durante las últimas semanas mi esposo me ha recluido en la cama y no se despega de mí. Solamente se presenta en la empresa para los asuntos importantes las demás responsabilidades las delega en Guillermo.

Debo admitir que estoy muy nerviosa porque faltan dos semanas para que llegue el momento de dar a luz.No me importa el sexo solamente deseo que mis dos pequeños estén sanos.

En este instante estoy en la oficina con mi amor. Es sábado, pero él debe recoger unos papeles.

Lo que ocurre es que mi padre y Catalina están en la luna de miel hace más de una semana, pero mi amado padre se llevó trabajo allí.

Por ello le pidió a Fer que le envíe un email con una información.

—Mi bella piñata — Ríe él mientras toma mi cintura y deja un beso en mi mejilla

—Bebé no me digas así, siento que explotaré.

Él ríe —Princesita eres la hermosa así de gordita. —Él lleva sus manos a mi estómago —No olvides que está es la casita de mis bebés

—Lo sé ¿Cuándo terminarás de enviar la información bebé? Es sábado y lo debes a tu familia.

—No tardó bebé.

—Iré a caminar

—No vayas muy lejos, muñeca. ¿Le pido a alguien que te acompañe?

Negué con la cabeza —Solamente caminaré un poquito bebé.

Me dirigí a caminar por unos minutos observando las oficinas en las cuales prácticamente crecí. Estos lugares me recuerdan a mi abuela y no puedo evitar sentir nostalgia.

Me encantaría bajar rumbo al sector de costura, pero se ubica en el subsuelo y el ascensor no llega allí por lo cual solamente hay escaleras.

Observe el taller de costura desde arriba de las escaleras. No planeó bajar, pero no puedo dejar de detallar la bella vista de las telas fe diferentes colores y los nuevos diseños.

Estaba a punto de irme cuando alguien tomó mi brazo y al voltearme me di cuenta de que se trata de alguien que pensé que nunca más vería, Tamara.

—¡Qué haces acá, la policía te busca!.

—Te advertí que nunca serías feliz, Belinda. No te quedarás con Fernando y no le darás otro hijo.

Solamente percibo rabia en su mirada, ella jala mi cabello y me acorrala contra el barandal de la escalera.

—¡Suéltame! ¡Fernando! ¡Fernando!.

—¡Nadie te escuchará! —Miles de lágrimas resbalaron sobre mis mejillas cuando ella logró empujarme.

—¡No vivirás! ¡Tú y esos malditos mocosos estarán muertos! —Ella me lanza una mirada asesina mientras observa que a penas logró sostenerme del barandal.

Siento que mis manos están a punto de resbalar, pero no me puedo dejar caer o sería el fin de mis bebés y no los perderé.

—¡Por favor! —Le suplicó entre lágrimas cuando me percató de que intenta pisar mis manos.

Pude observar que Fernando. En ese instante Tamara saca un arma y le apunta a él.

Esto no puede estar pasando

—¡No harás nada, mi amor! ¡Solo observa como se muere por tu culpa!.

—¡Sostente mi amor! —Él se abalanza sobre la mujer y comienzan a forcejear por el arma, se escucharon dos disparos.

—¡Suéltate, Belinda! —Cuándo escuche la voz de Emiliano no pude evitar que mis manos resbalaran

No logró dejar de sollozar mientras Emiliano me abraza fuerte. El y mi hermana lograron sostenerme desde abajo y evitar que me lastimara.

Siento que el corazón se me saldrá del pecho debido al susto.

—Ya estás bien mi amor —Él me abraza fuerte y deja un beso en mi mejilla.

Cuándo levanté la vista me percaté de que Fer sigue forcejeando con Tamara y sentí que mi corazón se congeló al escuchar dos disparos, luego de eso los dos cayeron al suelo y desde aquí no puedo ver quien es el herido y quien no.

—¡Fernando no!

—¡Bell! —Mariana baja la vista rumbo hacía mis piernas y cuando bajo la vista me percató de que un líquido baja por mis piernas en ese instante sentí un intenso dolor en mi abdomen.

—Es hora — Anuncia Emiliano.


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