La Obesion del ceo por Maricel98

Chapter Capítulo 116



Corrí acercándome a él y lo cargué para cargarlo y estrecharlo entre mis brazos dejando varios besos en sus mejillas.

—Tienes diez minutos —Advierte Diego antes de marcharse

—Mi solecito, mi príncipe adorado. ¿No te hicieron nada verdad?.

—Señora Belinda —cuando levanté la vista me percaté de que la señora Gabriela se encuentra aquí.

—¡Está viva!

Ella asiente con la cabeza —Yo crie al señor Aníbal y me tiene aprecio por ello me perdonó la vida.

—Mami me quiero ir a casa. S~ᴇaʀᴄh the ꜰindNʘvel.ɴet website on Gøøglᴇ to access chapters of novels early and in the highest quality.

—Mi consentido te juro que tú estarás muy bien. Por favor dime que no te lastimaron.

—No se preocupe señora yo estuve todo el tiempo con el pequeño y esos infelices no lo maltrataron.

—Ella me contó historias de mi abuelito cuando era pequeño, pero tuve mucho miedo y te extrañe.

—Yo también mi Sol, pero estás conmigo, mi pequeño —Deje un beso en su frente —Muchas gracias por cuidarlo señora.

—Es un amor de niño igual a mi niño Fernando

—Siempre debes recordar que yo te amo más que a mi vida mi Aarón Alexei.

Intento contener mis lágrimas con todas mis fuerzas porque no deseo que el último recuerdo que tenga de mí sea llorando. Se perfectamente que nunca más lo veré porque no podré huir de Diego.

—¡Vámonos Mami!

—Hay muchos hombres custodiando la salida, el único escape es la salida subterránea por el sótano. ¿Sabe como llegar?

Asentí con la cabeza —Conozco a la perfección está maldita hacienda.

Fuimos interrumpidos cuando Diego entro a la habitación, acompañado de sus hombres.

—Es hora de irnos en diez minutos llega el avión.

—¡No me quiero ir con él!

—Tranquilo Aarón tú no irás a ningún lado. Es tu mami quien se va conmigo.

—Diego por favor —Le suplicó entre

lágrimas mientras abrazo a Aarón quien sigue en mis brazos

—Tendremos más hijos, pero no toleraré al recuerdo de que fuiste la mujer de Fernando. ¿Tú eliges lo asesino o lo regreso con su padre?.

No lo dude y golpee a uno de los hombres con un florero para luego salir corriendo lo más rápido que pude. Sé perfectamente que Diego no me disparara por la espalda porque está obsesionado conmigo.

Corrí sin parar hasta llegar al jardín, pero debí detenerme porque otros dos hombres me rodearon y escuche una carcajada proveniente de mi espalda.

—¡No seas patética, Belinda! ¡Deja al niño o lo asesino aquí mismo! —Me amenaza mientras le apunta con el arma

—¡Mami! —Me habla Aarón mientras me mira a los ojos.

—Tranquilo mi amor —Le pido mientras lo bajo al pasto y me centro en Diego —Por favor baja el arma.

—Me encanta que seas sumisa. Mario ya sabes qué hacer con el mocoso.

Cubrí a Aarón cuando ese infeliz que asesino a mi bebé intento acercarse.

—¡Este idiota no lo tocará!

—No lo lastimará al menos que yo lo ordene

Reí —Claro como no lastimó a mi hija. Ustedes dos la asesinaron par de monstruos.

—¡Eso fue un error!

—¡Por qué mierda no estás en el avión! —Exclama Aníbal llegando —Deja tranquila a esta mocosa o terminarás en la cárcel.

—No intervengas, papá.

—Por supuesto entre asesinos se entienden ¿Verdad?.

—No sé dé que hablas — Expresa Diego confuso

—Nunca te preguntaste porqué tu madre murió de una forma tan extraña y casualmente tu padre heredó todo.

—Papá no me digas que…

Él ríe —Eres un idiota, es evidente que intenta confundirte. Yo voy a acabar con tu maldita obsesión de una vez por todas.—En ese instante él me apunta con el arma en la cabeza y al instante se escuchó un disparo.

Creí que era mi fin y estaba muerta, pero estoy ilesa, en cambio, Aníbal ha caído al suelo y no se mueve.

Estoy en estado de shock porque nunca antes había presenciado un asesinato.

Fijo mi mirada en Diego y no hay ninguna emoción en su mirada, simplemente observa el cuerpo sin vida de su padre.

En estos momentos agradezco que Aarón me está abrazando y no está viendo la escena.

Diego ríe —Al menos ahora heredaré su fortuna. Vámonos Belinda si no quieres enterrar al mocosito.

Diego se acerca a mí e intenta arrebatarme a Aarón, pero yo ejerzo fuerza en él.

—¡lo lastimarás! ¡Si así lo quieres! —Él nos apunta con el arma.

—Señor —Fuimos interrumpidos cuando dos hombres llegaron con un hombre con el rostro cubierto por una bolsa.

Cuando descubrieron su rostro sentí que mi corazón se detuvo.

—¡Papi! —Formula Aarón al verlo

Yo no logró articular ninguna palabra coherente al verlo. Simplemente volteó el rostro de Aarón para que no vea a Fer golpeado.

—¡Viene solo!

El hombre asiente —Así es, señor. ¿Qué hacemos con él?

—Por favor no le hagan nada.

—Si los lastimaste te asesinó.

Diego ríe —Eres tan imbécil, Fernando. Estás rodeado de mis hombres armados y te atreves a amenazarme. Nunca lograste aceptar que soy mucho mejor que tú.

—No eres más que una rata envidiosa. Siempre deseaste ser como yo, pero no me llegas a los talones.

Negué con la cabeza en cuanto me percaté de lo que intenta hacer. Provocar a Diego para que lo asesine y de esa forma ganar tiempo.

—Soy mucho mejor que tú.

Él ríe y niega con la cabeza —Entonces porque tu padre me prefería y Belinda se enamoró de mí. Ella me amaba con locura y se entregó a mí sin necesidad de utilizar la violencia. Me ama, en cambio, tú solo le inspiras asco y repulsión.

—¡Cállate! ¡Idiota! —Diego furioso toma el arma y se acerca a él sin dejar de apuntarle en la cabeza.

—No lo escuches, Diego.

Fer ríe fuerte —Si no me escuches, Dieguito como el cobarde que eres. Pero sabes quien es más cobarde tu madre quien se suicidó sin que le importaras una mierda.

—¡Maldito perro! —Él furioso intenta estrellar su puño contra el rostro de Fernando, pero este le detiene el golpe y ambos hombres comienzan a forcejear para poseer el arma, no pueden evitar dispararle a uno de los hombres de Diego quien cae al suelo.

—¡Vete Belinda! —Me grita.

—No te dejaré.

Le indique a mi pequeño que corra rumbo hacia la casa y se oculte allí. Yo estaba a punto de irme, pero me percaté de que Diego logró quitarle el arma a Fer y lo lanzo al suelo.

Me acerqué al suelo junto con él e intenté cubrirlo.

—¡No le hagas nada!

—No toques a ese imbécil, Belinda.

Él lleva sus manos a mi cuello ejerciendo fuerza sin dejar de apuntarme con el arma.

—Siempre he tenido la fantasía de cogerte delante de este idiota.

—¡Encadénenlo! —Le ordena a sus hombres.

—No te atrevas a lastimarla.

Fuimos interrumpidos cuando escuchamos el sonido de varias patrullas las cuales se acercan a toda velocidad.

—Si me atrapan antes te asesino. Si no eres mía no eres de nadie, Belinda Uriarte.

Él se alejó de mí y me apunto con el arma, sin embargo, Fernando me empujó y se posicionó arriba mío recibiendo los cuatro disparos que salieron del arma de Diego.

Simplemente, deje caer todas sus lágrimas y observe como Diego junto con Mario huyen por la salida del sótano mientras el resto de sus hombres son abatidos por la policía.


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