Chapter Capítulo 155
ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 4. ¡Tiene que sacar a Nahia del país...!
Realmente que Austin le pusiera lo cuernos o no la tenía sin cuidado. Nahia había ido allí esa noche para romper con él, y la
única razón por la que había aceptado verlo en su departamento era para ahorrarse el escándalo en público, porque estaba
segura de que alguna payasada iba a hacer. (2
Verlo follarse a dos chicas solo le habia confirmado que estaba tomando la decisión correcta, pero si había tomado esa decisión
en primer lugar era porque no había podido evitar compararlo con un hombre mejor. 3
Minutos, solo minutos viendo a Austin y a su guardaespaldas juntos, le habían bastado a Nahia para aceptar que había
hombres mucho mejores que su novio. Lo que la estaba matando en ese momento no eran los cuernos, era que el “mejor
hombre” con el que lo había comparado estaba resultando ser tan falso como él.
-No estaba tratando de encubrirlo... -trató de justificarse Aaron.
“Estaba haciendo tiempo para que empezara a follárselas a ver si te descorazonaba“, pensó.
-¿Y para qué demonios detuviste el ascensor? ¿Para que le diera tiempo acabar de follarse a sus putas antes de que yo
llegara? ¿Para eso era el café? -le espetó Nahia entre dientes, ardiendo de la rabia-. ¡Judas era menos evidente que tú!
Se dio la vuelta y atravesó el pasillo para detenerse frente al ascensor. Un instante después y a medio vestir, Austin la estaba
persiguiendo.
-¡Nahia, espera, lo siento! Me dijiste en tu mensaje que no ibas a venir... -le gritó y ella puso los ojos en blanco.
-Yo no te mandé ningún mensaje, pero muy buena justificación, Austin, puedes follarte a quien quieras mientras yo no esté -
espetó ella con desprecio.
Austin miró a Nahia sin comprender y luego al guardaespaldas.
-¡Sí mandaste un mensaje! A menos que... ¿Todo esto lo planeaste tú, verdad? -gruñó mirando a Aaron-. ¿¡Metiste dos putas
en mi casa solo para que Nahia rompiera conmigo!?
La muchacha miró al guardaespaldas por un segundo pero su rostro era impávido y su silencio era toda la respuesta que se
necesitaba, ni siquiera lo estaba negando.
Austin rugió con rabia mientras tomaba a Nahia por la muñeca.
-¡Nena ¿no te das cuenta?! ¡Él tiene la culpa! Trató de separarnos, por eso metió a esas mujeres en mi departamento sabiendo
que venías! -le gritó Austin y Nahia miró fijamente esa mano con que la sostenía.
-¿También te agarró la verg@ y te hizo metérsela a las chicas? -siseó Nahia con
sarcasmo-. Suéltame, Austin. El numerito de victima no te queda.
-Nahia... tienes que escucharme...
-¡No, no tengo que hacer nada, menos por ti! Esto se acabó, así que suéltame, porque me estás lastimando y si no te rompo la
cara yo, te la va a romper él–gruñó la muchacha señalando a Aaron con la cabeza y aunque tenía ganas de mandarlo al diablo,
el guardaespaldas de verdad parecía a punto de golpear a Austin.)
-¡Él trabaja para mí! ¡Y tú eres mi...!.
No pudo terminar. La rodilla de Nahia fue directo a su entrepierna y apenas se dobló de dolor cuando su cara tropezó
violentamente con el codo de la muchacha. Si la escena no hubiera estado tan tensa Aaron hasta hubiera sonreído al verla
patear a Austin fuera del ascensor. (1
Su chica explosiva realmente era una pequeña bomba cuando estaba enojada, y en aquel momento lo estaba. 2
Las puertas se cerraron y un segundo después Aaron se lanzó por las escaleras. Llegó jadeando al estacionamiento,
buscándola por todos lados, y la vio caminar impávida hacia
su auto.
-¡Nahia, espera! -la detuvo pero no se atrevió a tocarla porque ya estaba bastante molesta-. Estás alterada, no deberías
conducir así... Déjame llevarte.
Ella abrió la puerta del coche sin siquiera mirarlo, pero se detuvo y respiró profundo.
-No soy una mujer irresponsable, señor Orlenko, ni siquiera alterada me atrevería a conducir mal -espetó mientras se sacaba
aquella pulsera-. ¿Recuerda el respeto del que le hablé? Felicidades, acaba de perderlo. -Empujó la pulsera contra su pecho y
luego se subió a su auto-. Espero no tener el disgusto de volver a verlo nunca más. 2
Aaron sintió un nudo en el estómago mientras la veía marcharse. Había metido la pata hasta el fondo, lo sabía. Nahia era muy
madura aunque fuera tan joven, si le hubiera dicho la verdad ella lo habría entendido.
-¡Maldición! -gruñó con impotencia mientras se metía aquella pulsera en el bolsillo.
Regresó arriba y las chicas ya estaban esperándolo en el cubo de la escalera. Aaron les pagó por su eficiente servicio y ellas se
fueron muy felices a seguir haciendo su noche en otros lugares.
Entró al departamento y se encontró a Austin sentado en la cocina, aguantando varias toallas de papel contra su nariz
sangrante.
-i¿Cómo fuiste capaz de hacerme esto?! -le gritó el muchacho con una voz fea y nasal—. ¡Eres mi guardaespaldas!
Literalmente lo único bueno de todo aquello era verlo sangrar así que Aaron sonrió.
-Era tu guardaespaldas. Renuncio, imbécil -declaró antes de dirigirse a la puerta.
-¡Esto no se va a quedar así! -gritó Austin.
-Claro que no, se va a quedar jorobada, ese fue un codazo magistral -respondió Aaron y salió dando un portazo. 1
Sin embargo no hizo oídos sordos a la amenaza de Austin, sabía que era una rata, así que después de presentar su renuncia
con Jeff Carter y llegar a un acuerdo sobre la seguridad en su compañía, Aaron se fue a su hotel y se mantuvo atento a
cualquier movimiento del muchacho.
La confirmación de que algo llevaba entre manos no demoró mucho en llegarle.
-¿Caleb? -preguntó despertando cuando le teléfono sono debajo de su almohada.
-Aaron, me pediste que siguiera cualquier movimiento de Austin Carter, y acaba de hacer uno. En el Precinto 97 de policía se
acaba de ingresar una denuncia por agresión contra Nahia King, con evidencia fotográfica de una nariz destrozada.
-¡Maldito infeliz! -gruñó Aaron despabilándose del todo-. ¡Y me imagino que para retirar los cargos pedirá dinero!
-La denuncia la puso su abogado -le explicó Caleb-. Hackeé la laptop del tipo y sí, hay un borrador de una demanda por tres
millones a la familia King para retirar los cargos. Seguro que después de que la policía haga todo el proceso de arrestarla y
ficharla, el abogado lo presentará como una opción.
Aaron apretó los dientes, furioso, sabía que la muchacha quería estudiar en Oxford y un expediente policial donde figuraran
cargos por agresión no era precisamente algo que la universidad iba a aceptar. Claro que podía hacer que Caleb desapareciera
aquello, pero también quería evitarle la vergüenza pública y el arresto.
-¡Maldito cabrón de mierd@! -rugió entre dientes mientras caminaba de un lado a otro de la habitación-. Caleb, consígueme
cualquier grabación que pueda implicar a Nahia... ¿ sabes si presentaron alguna a la policía?
-No, ninguna -respondió su hermano-, pero el edificio debe tener cámaras así que la consigo y te la mando, y si la encuentro en
cualquier computadora de Austin o su abogado, la desaparezco.
-Gracias hermanito, eres el mejor -respondió Aaron y se quedó pensativo por un momento, estaba corriendo contra el tiempo,
no podía dejar que arrestaran a Nahia, pero sabía que en ese momento ella no lo escucharía-. Caleb, otro favor, necesito que
me consigas el teléfono privado de Nathan King.
Dos minutos después Nathan arrugaba el ceño ante aquella llamada de un número desconocido.
-¿Hola? ¿Quién habla? -preguntó mientras echaba ropa en una maleta.
-Señor King, darle mi nombre sería inútil porque usted no me conoce, pero necesito pedirle un favor. Necesito que saque a su
hija Nahia del país lo más pronto posible, de
preferencia dentro de la próxima hora.
Nathan arrugó el ceño con preocupación.
-¿Quién habla? -gruñó.
-Alguien que está tratando de ayudarlo. Usted tiene un avión. La policía va a ir a arrestar a Nahia en unas horas por una
estupidez...
-¿Que no hizo? -preguntó Nathan.
-Que sí hizo pero por la que no debería pagar–replicó Aaron sin molestarse en mentir—. No es nada que yo no pueda resolver,
pero no hace falta que pase un mal momento, ¿ puede sacarla, por favor?
Nathan se quedó mudo durante un instante mirando la maleta que tenía delante, de cualquier forma estaba empacando para
viajar, su hijo James estaba pasando por un momento difícil y toda la familia se iba a Europa a apoyarlo.
-Nos vamos en una hora -replicó-. Solo espero conocerlo cuando regrese.
-Gracias -murmuró Aaron y poco después su hermano le confirmó que en efecto el avión privado de la familia King estaba
preparándose para despegar.
Una hora después, apoyado en el capó de su auto, Aaron veía a Nahia subir a aquel avión y despegar con rumbo a Inglaterra.
Algo se le removió dentro, como si estuviera dejando ir algo importante, pero también estaba tranquilo porque sabía que ella
estaba a salvo.
-De cualquier forma iba a irse, no es de las que renuncian a sus sueños por un patán como Austin -se dijo a sí mismo antes de
subirse al coche y conducir hacia la oficina de Jeff Carter.
Pero ni él ni su padre lograron que Austin renunciara a aquella denuncia. El idiota estaba empeñado en sacar dinero de dónde
pudiera, y como su padre se negaba
categóricamente a darle nada, solo estaba esperando a que el escándalo se desatara para empezar a pedirle dinero a los King.
Una semana después, entre Aaron y Jeff Carter habían hecho hasta lo imposible por persuadirlo, pero a menos que lo
desapareciera del mapa o se pusiera demasiado violento, no había cómo obligar a Austin a retirar la denuncia.
-¡Diablos! -masculló Aaron intentando controlar las ganas de golpearlo-. ¡No la va a quitar!
Al teléfono, su hermano rumiaba también su molestia, porque siempre intentaban resolver las cosas por las buenas antes de
tomar medidas más al estilo familiar.
-En cuanto Nahia vuelva a pisar suelo americano la van a fichar–respondió Caleb, y creo que eso será pronto porque acabo de
ver que el avión de los King salió hace tres horas de Inglaterra con destino a Boston, creo que la familia está regresando.
-Entonces solo queda algo que hacer -murmuró Aaron tomando su saco-. Si Carter
quiere denunciar a Nahia porque cree que así puede lastimarla... veremos qué tal le va conmigo. Ya sabes qué hacer,
hermanito.
Una hora después se presentaba en la estación de policía y firmaba una declaración por haber agredido a Austin Carter. Con
esa confesión sobre la mesa la policía no tenía más remedio que cambiar la denuncia de Nahia hacia él, y Aaron sonrió
mientras lo fichaban y le tomaban las fotos del expediente criminal.
-Tiene derecho a hacer una llamada -le dijo un oficial, pero Aaron se negó.
La persona que debía estar enterada de sus planes ya lo estaba, así que en veinticuatro horas su tío Aleksei, el abogado de la
familia, entraría por aquellas puertas y se encargaría de que todo quedara inmediatamente borrado y olvidado.
Sin embargo no habían pasado ni seis horas cuando uno de los oficiales abrió la reja de su celda y le entregó su ropa.
-Puede cambiarse, señor Orlenko, alguien pagó su fianza.
Aaron arrugó el ceño porque no creía que su familia podía haber llegado tan rápido, sin embargo cuando salió, no fueron ni
Aleksei ni Caleb quienes lo estaban esperando, sino un hombre mayor que no conocía.
-Nathan King -dijo el hombre estrechándole la mano-. Y tú fuiste quien me llamó.