Chapter Capítulo 133
CORAZONES ATADOS. CAPÍTULO 20. No sé muy bien quién soy
No comía, no dormía, no hablaba. Faltaba poco para que se hiciera encima, pero como no le pasaba nada por la boca eso
también era difícil. James estaba volviéndose loco mientras intentaba que Maddi reaccionara, pero simplemente no lo
conseguía.
La doctora terminó recetándole algunas pastillas para dormir, y James pensó que al menos así iba a conseguir descansar un
poco; pero cuando entró en la habitación pocas horas después y vio el frasco derramado sobre el suelo, el corazón se le
aceleró.
-¡Maddi! ¡Maddi!... ¡¡¡Mamá!!! -gritó con todas sus fuerzas y en cuestión de segundos sus padres entraban corriendo a la
habitación mientras él inútilmente intentaba despertar a la muchacha.
-¿Por dios qué pasó? -preguntó su padre.
-¡Creo que se tomó las pastillas para dormir! ¡No reacciona! -gritó james desesperado- ¿Cuántas se tomó, mamá?
Nathan llamó a una ambulancia de inmediato mientras Meli recogía las pastillas en el suelo y las devolvía al frasco,
contándolas.
-¡Maddie...! ¡Mamá... ¿cuántas se tomó?!
-¡Ninguna! -respondió Meli y su hijo la miró sin comprender.
-¿Cómo que no...?
-¡No se tomó ninguna, aquí están las pastillas, las treinta del frasco, están todas, no se tomó ninguna! – replicó su madre y
James se desesperó aún más.
-Entonces ¿qué le pasa? ¿Por qué no despierta? ¡Maddi!
-¡James, tranquilízate! -le pidió Nathan, pero era imposible-. La ambulancia ya viene.
Llegaron los paramédicos minutos después y James les explicó lo ocurrido. En cuestión de segundos la cama de Maddie ya
estaba rodeada por ellos, que intentaban despertarla también.
-¿Están seguros de que no se tomó las pastillas? -preguntó uno de los paramédicos y Meli le entregó el frasco para confirmar.
-Parece una deshidratación severa -dijo el otro-. Es bastante normal en estos casos. No se preocupe, la llevaremos a urgencias
y los médicos podrán evaluarla con más detenimiento.
James asintió, aunque no se sentía tranquilo. Se fue con ella en la ambulancia y Nathan y Meli llegaron poco después. Cuando
los médicos se llevaron a Maddie para hacerle una serie de pruebas, James y sus padres se quedaron solos en la sala de
espera, aguardando por la doctora que vendría.
-Solo fue deshidratación, ya le pusimos sueros -les dijo con alivio-. Ya sé que no quiere comer ni
beber, pero si no encontramos una alternativa, tendremos que dejarla internada.
Un rato después dejaron pasar a James a su habitación. Maddi ya estaba despierta y tenía expresión de culpabilidad.
-Parece que no puedo dejar de preocuparte, ¿verdad? -murmuró con tristeza.
-Oye, tú puedes preocuparme todo lo que quieras -le sonrió James mientras se acostaba a su lado en la cama y la abrazaba-.
Solo prométeme que vas a comer algo a partir de ahora, cualquier cosa, así sea solo helado–murmuró besando su mejilla.
-Solo helado estaría genial -aseguró ella y se acurrucó contra su pecho quedándose dormida de nuevo.
Al día siguiente la dejaron irse con la promesa de que comería, y Maddi cumplió porque no soportaba ver aquella tristeza llena
de preocupación en los ojos de James.
Algunos días después él respiraba profundamente mientras la miraba. Había pasado una semana desde la operación, la familia
poco a poco se había ido de regreso a Boston, solo su hermana menor se había quedado con ellos.
-¿Seguro que no tienes nada que hacer en casa? -preguntó James dándole un abrazo.
-¿Olvidas que ya estoy graduada? -murmuró Nahia-. Nada me espera en Boston y ustedes dos necesitan un par de ojos extra
encima, al menos ella lo necesita.
Señaló a Maddi, que estaba acurrucada en un sillón de la terraza, del que no se había movido ni un milímetro en las últimas
ocho horas.
-Honestamente no sé cómo ayudarla -murmuró James con tristeza-. Sentarme a su lado y acompañarla no basta.
-Quizás lo que necesite sea que la saques de ahí.
-No quiere...
-¿Y desde cuándo a los King nos ha importado lo que quieren los demás? -se burló Nahia- ¿O ya se te olvidó que nuestra
hermana mayor es una psicópata acosadora y según he escuchado nuestro padre se ganó el mote de “ogruto” y no
precisamente por su amabilidad?
James sonrió, le hacía bien tener a su hermanita cerca, pero frunció el ceño y la miró de reojo.
-Cuando Sophi insistió en venir para acá lo hizo escapando. ¿Estás segura de que tú no lo haces por el mismo motivo? -le
preguntó.
-Todos escapamos de algo, hermanito, es la ley de la vida. Solo que diferencia de Sophi que es una loca, y tú que jamás
escuchas razones... yo decidí ser la madura de la familia y retirarme a tiempo.
-¡Entonces si dejaste a alguien en Boston! -replicó James y ella le dio un sopapo en la nuca.
-¿Qué no me estás oyendo? ¡Dije “nadie” me espera en Boston! ¡Nadie! -gruñó-. Pero en cambio aquí hay un mundo nuevo por
descubrir.
-OK, señorita Madura ¿te quedarás aquí conmigo?
-No, me voy a apropiar del departamento de Sophi -dijo Nahia-, voy a empezar a preparar mi ingreso a la universidad, y si me
dejas, voy a preparar el de Maddi también.
James abrió mucho los ojos porque no recordaba eso.
-Nahia, eso es genial. Maddi necesita distraerse y bueno... ahora no hay razón para que retrase más la universidad -murmuró.
-¡Exactamente eso pensé! Así que vamos a sacarla de ese sillón, que tenemos mucho que hacer.
Sacar a Maddi del sillón no fue tan fácil, pero mientras James tenía el carácter dulce que había tenido su abuelo, Nahia llevaba
en la sangre la fuerza de su madre y eso se hizo evidente cuando logró que Maddi le prestara atención.
-Necesito ayuda para prepararme, no tengo a nadie más que a ustedes, así que como mi cuñada, te toca cuidarme le dijo-. Esta
es una ciudad grande y yo no la conozco, ni siquiera puedo conducir aquí... ¿Me vas a dejar ir sola?
Maddi le dio un abrazo y un beso en la mejilla y le susurró un “ya voy” al que siguió que se pusiera de pie y se fuera a meter a la
ducha.
-Chantajista -le sonrió James a su hermanita viendo que había conseguido lo que no había logrado él ni con súplicas.
-No es chantaje, es inteligencia emocional, tarado -replicó Nahia-. Maddi está acostumbrada a cuidar de la gente que quiere,
necesita tener de nuevo a quien cuidar para empezar a moverse.
James la miró con orgullo.
-¿Tú vas a ser psicóloga o algo? -le preguntó.
-Bueno, gracias a mis hermanitos queridos que ya dirigen las dos sucursales de la empresa, yo puedo darme el lujo de estudiar
lo que sea que me guste... solo que todavía no sé qué es. Ya veré.
James la abrazó con fuerza y fue a meterse con Maddi bajo la ducha. El agua estaba caliente y deliciosa y Maddi cerró los ojos
cuando lo sintió pegarse a su espalda. Maddi se apoyó en él y siguió disfrutando del agua que les salpicaba la piel mientras
James la abrazaba y le acariciaba el cuerpo.
-Gracias por cuidar de Nahia -le susurró James.
-Ella no necesita que la cuiden -respondió Maddi con la voz entrecortada-. Pero es lindo que esté aquí con nosotros, no quiero
que siga preocupándose por mí.
James apoyó la barbilla en su hombro con un suspiro.
-Siempre nos vamos a preocupar por ti, Maddi, eres parte de esta familia ahora...
-Es extraño -lo interrumpió ella.
-¿Qué cosa, nena?
-Siento... como que no sé dónde estoy o quién soy.
James le dio la vuelta para enfrentar sus ojos.
-¿De qué hablas, Maddi? -la increpó.
-Bueno... es que cuando estaba el bebé era... ya sabes, la mamá de tu bebé -murmuró Maddi esquivando la mirada-. Y ahora
que no está es como que... no sé muy bien quién soy.
James apretó los labios y sostuvo su barbilla para que lo mirara.
-Al menos por ahora ¿no te alcanza con ser mi novia? -le preguntó y a Maddi le temblaron los labios.
-¿Estás seguro?
A James se le llenaron los ojos de lágrimas y la miró con expresión acusadora.
-No me hagas esto, Maddi, no puedes pensar que solo estaba contigo por el bebé. Tú sabes que podíamos ser solo amigos y
ninguno de los dos quiso, y eso tiene que ver con que nos gustamos y nos queremos... -susurró James y de repente su ceño se
arrugó-, porque tú me quieres... ¿verdad, Maddi? La muchacha abrió mucho los ojos y tomó sus manos.
-¡Claro que sí, James! ¿Cómo se te ocurre...?
-A ti se te ocurrió...
Maddi negó con la cabeza y se abrazó a él mientras James la estrechaba entre sus brazos.
-Creo que los dos estamos muy alterados todavía, Maddi. Necesitamos ayuda -murmuró James-. Por favor dime que vas a venir
conmigo a un terapeuta a un psicólogo o algo de eso. Vamos juntos. Por favor.
Maddi asintió en silencio y durante un largo rato permanecieron allí, abrazados mientras intentaban soportar aquel dolor sordo
que parecía hacer eco en el otro.
Finalmente dos días después Nahia logró que Maddi se vistiera con ropa de calle y la llevara a ver universidades. Los días que
siguieron fueron una espiral de entrevistas para las dos, porque Nahia estaba empeñada en que Maddi comenzara el año con
ella, y había logrado que las entrevistaran juntas en las mismas universidades. Al parecer los King eran de los que conseguían
todo lo que querían.
James intentaba trabajar, pero la verdad era que no se sentía particularmente dispuesto, por suerte Connan lo cubría en casi
todo, así que tenía tiempo para pasar con las chicas en la tarde. Entre él y Nahia procuraban mantener a Maddi en movimiento.
Otra semana pasó, larga y dolorosa, antes de que Maddi se sentara en la cama una mañana y mirara a James, que parecía no
haber dormido en toda la noche, vigilándola.
-¿Y si y si vamos al psicólogo hoy? murmuró y James tiró de su mano para que cayera sobre él y poder abrazarla
-Vamos.
James ya había visto algunas opciones y enseguida consiguió una cita con el mejor de la ciudad.
Mientras estaban sentados en silencio en la sala de espera antes de la consulta, Maddi podía sentir la mirada preocupada de
James sobre ella. Sabía que él estaba pensando en lo que le había dicho: que se sentía perdida y confundida, sin saber quién
era ahora que el bebé había desaparecido.
-Te quiero le dijo mientras él besaba sus nudillos-. No dejes que lo olvide, ¿sí? -le pidió.
-No te voy a dejar olvidarlo -respondió él-. Tú no lo sabes, ¡pero en mi familia tenemos antecedentes de amarrar mujeres a las
patas de la cama! 5
La vio sonreír solo un poquito y el corazón se le iluminó. Entraron a la consulta tomados de la mano para enfrentar frente a un
profesional una de las realidades más duras que dos padres podían enfrentar, y era el hecho... de que ya no eran padres.
Las consultas fueron diarias durante un par de semanas, y luego comenzaron a ir tres veces por semana. La vida no comenzó a
brillar de repente, pero los dos procuraban mantenerse muy ocupados y pasar juntos todo el tiempo que podían.
Precisamente Maddi y Nahia venían de una de las entrevistas en una universidad cuando Loretta las detuvo frente a la puerta
de la oficina de James.
-Está reunido, niñas, pero enseguida le aviso, ¿sí?
Maddi y Nahia se miraron, porque no era normal que Loretta les prohibiera la entrada a la oficina de James. La más joven
asintió y tiró de la mano de Maddi.
-Está bien, Loretta, no te preocupes -dijo con una sonrisa-. Vamos a dar una vuelta y en un rato volvemos.
Pero la vuelta solo fue meterse por aquella red de oficinas que ya conocía tan bien, para llegar a la sala de juntas que estaba
junto a la oficina de su hermano.
Las dos pegaron las orejas a la puerta y lo escucharon hablar solo a él, así que probablemente estuviera al teléfono.
-No le voy a pagar nada, John! ¡Ese infeliz no se merece cinco millones! -exclamaba James con rabia ¡Pues que me demande,
iremos a juicio y al demonio! ¿Crees que una demanda por agresión me va a hacer temblar?... ¡Pues sí, ya sé que es un
problema, pero ese tipo fue a molestar a Maddi, le dejó sus cochinos dedos marcados y si ahora no puede hablar bien, más que
merecido se lo tiene! ¡Que agradezca que no lo maté cuando tuve la oportunidad!
Aquellas palabras no tenían mucho sentido para Nahia, porque no estaba al tanto de todos los detalles
de lo que había estado pasando con su hermano, pero a Maddi le bastaron para saber de inmediato de quién se trataba. Y
cuando Nahia se dio la vuelta para preguntarle... ya Maddi no estaba junto a ella, ni en ningún lugar de la oficina donde la
buscó.