Chapter La Alfa Raven de Esclava a Reina by Luna Nova 5
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Raven
No me devolvió el acuerdo a romper el vínculo y si una de las partes no quiere, no se puede disolver así tan fácil, no sin más poderes involucrados o que muera uno de los dos.
La oscuridad lo envolvió y la distancia se hizo mayor.
Me alejé de ahí y nunca entendí, porque no rompió su odioso compromiso conmigo, por qué, si le estaba dando lo que tanto quería, para que se emparejara con otra loba.
“No me importa que no lo hayas aceptado, en mi corazón, ya sea que sobreviva o no, tú nunca serás mi mate, no quiero ensuciar tus ojos con mi presencia, nunca más” fue mi último mensaje, antes de alejarme, en camino a las tierras del Rey Alfa.
*****
Llevábamos días de camino, a penas nos daban de comer o beber.
Nos sacaban pocas veces al día, como animales, a hacer nuestras necesidades fuera del camino, si no tenías que hacerlo en la misma jaula.
Cualquier protesta o demora y llovían los latigazos.
Era una larga fila de carretas con jaulas y a medida que pasábamos por más y más manadas, las ofrendas iban aumentando.
Era un asco este mundo, donde los fuertes se comen a los débiles.
Yo solo me acurrucaba en mi jaula, rezando por un milagro, nunca perdía la esperanza de escapar y como si la Diosa finalmente se apiadara de mí, una noche, ocurrió un evento que lo cambiaría todo.
Alguien, estaba atacando a la caravana y se armó una lucha a muerte en el sitio.
Los gritos e improperios me sacaron de mi sueño, en el piso frío de madera.
Me pegué a los barrotes para mirar mejor afuera, como salían del bosque circundante, inmensos lobos como mensajeros de la muerte y se abalanzaban sobre los guardias, que a penas les había dado tiempo a cambiar y asumir una posición de defensa.
“¡Raven, quizás podamos escapar!”, gritó Sena en mi mente y yo estaba de acuerdo con ella.
Tal vez, esta era la oportunidad que esperaba y como afirmando mis pensamientos, la jaula se estremeció de repente con una fuerte sacudida.
Dos lobos luchaban cerca y chocaban contra mi jaula en sus movimientos de lucha.
Me iban empujando sin darse cuenta a la orilla de una pequeña colina y nada podía hacer para escapar, porque mi prisión, estaba fuertemente cerrada con un candado.
¡Boom! Un cuerpo robusto chocó de a lleno con mi jaula y me vi cayendo al vacío.
Lo único que me dio tiempo de hacer, fue aferrarme con fuerza a los barrotes, para no golpearme tanto, mientras movimientos en vórtices me arrastraban en la caída pendiente abajo.
Después de rodar y rodar, caí al fondo con un estruendo.
Mi mente estaba aturdida y lo poco que había comido, amenazaba con ser vomitado.
Pero sacudí mi cabeza, que por suerte no me había golpeado, y para mi grata sorpresa, ¡la puerta de la jaula se había abierto al estropearse el candado!
Salí a gatas de esa caja con barrotes, que había sido mi prisión por estos días, y a mi alrededor, había bosque y el ruido de la batalla colina arriba.
Aquí estaba un poco más tranquilo, más despejado y vi la buena suerte sonreírme por primera vez, o al menos eso pensé, ilusamente.
Un fuerte collar de metal estrangulaba mi cuello y me impedía cambiar a mi loba, así que tenía que escapar en mi forma humana.
No perdí tiempo y antes de ser descubierta, comencé a correr hacia el bosque.
No había comenzado a correr siquiera, cuando el sonido de algo cortando el viento en el aire, sonó a mi espalda y sabía muy bien lo que era, lo había escuchado demasiadas veces estos días, era un látigo.
Antes de reaccionar, se enredó en mi cuello y una fuerza me haló hacia atrás, haciéndome caer al suelo de espaldas.
Me habían capturado de nuevo, la libertad me duró demasiado poco.
Al parecer, el lobo que ganó sobre la colina, había sido uno de los guardias de la caravana.
— ¿Te piensas que es tan fácil huir y escaparte como una sabandija? – hablaba mientras iba recogiendo el látigo y yo tosía ruidosamente llevándome las manos al cuello, casi asfixiada entre el collar y la presión extra.
Sintiendo el sabor de la sangre en mi boca.
Mis uñas arañando mi cuello en busca de oxígeno y casi veía estrellas frente a mis ojos y no precisamente del cielo. Me desmayaría en cualquier momento.
Repentinamente, la presión cedió y escuché un alarido a mi espalda donde estaba mi atacante.
Me incorporé tosiendo hasta sangre, haciendo ruidos al respirar por la boca con urgencia.
Cuando me controlé un poco, miré hacia atrás para ver la escena sangrienta de un enorme lobo blanco arrancándole la cabeza al guardia que blandía el látigo.
Juro, que nunca había visto a un lobo tan inmenso y majestuoso, tan letal y mortal, que daba un miedo enorme.
Todo mi cuerpo comenzó a temblar por la intimidación que salía de él, era un Alfa, eso no me cabía duda.
Sin siquiera quererme dominar, solo con su presencia, me doblegaba a su poder y cuando giró la cabeza y unos ojos rojos como rubís me miraron, sentí que hasta mis dientes castañeaban del miedo.
Esperaba que no me hiciera daño, porque no podría sobrevivir a este lobo.
Me quedé sentada en el suelo y bajé mi cabeza en sumisión, sin poder aguantar más el peso de su mirada en mí.
Mis manos abrazándome protectoramente.
Lo sentí avanzar un poco hacia mi posición y olfatear.
— Por…favor…solo soy…una esclava…tenga piedad…— logré articular entre dientes, haciéndome una pequeña bolita, queriendo pasar desapercibida.
Mi loba temblando completamente tirada en el suelo y con la cabeza baja en sumisión total.
Sentí su enorme cabeza sobre mí, su nariz olfateando mi cabello y cerré mis ojos esperando el final, pero luego, como mismo llegó, se fue, internándose en el bosque oscuro.
Me quedé un tiempo en el suelo, sin poder controlar los espasmos de mi cuerpo.
Nunca me había sentido tan intimidada en mi vida, con tanta presión de poder sobre mi pobre loba.
Este, era el verdadero Alfa, no las pobres imitaciones de mi antigua manada.
Saliendo de mi shock y obligando a mi cuerpo a moverse, intenté levantarme con las piernas temblorosas, pero no sabía que mi peor desgracia estaba a punto de llegar.
“¡Raven, cuidado!”, me gritó mi loba a la vez que me giré para escapar y un dolor agudo atravesó mi vientre.
Me encontré, con la figura de un hombre delante de mí.
— Pensaste que escaparías, después de dejar que j0dieran a mi compañero por tu culpa— escupió el hombre en mi cara, mientras la fría hoja afilada de un puñal se hundía hasta el mango en mi interior.
“¡Raven!” Sena gritaba en agonía, mientras el puñal entraba y salía varias veces, llevándose parte de mi vida.
Tanto correr y luchar para nada.
— Si él no vivió, tu tampo…— pero sus palabras se detuvieron por alguna razón y una fuerza lo separó de mi cuerpo, dejando el cuchillo enterrado en mi interior.
Me llevé las manos frías y temblorosas al abdomen, mientras miraba cómo la sangre vital y mi vida, se escapaban por el sitio desde varias heridas.
Los gruñidos y los gritos se seguían escuchando a mi alrededor, pero yo no podía escuchar nada y mis piernas, cedieron finalmente.
Nunca llegué al duro suelo, porque unos fuertes brazos me recogieron.
¿Por qué si me estoy muriendo, me siento tan a salvo?
Abrí mis ojos por última vez, para ver el hermoso rostro de un hombre con el pelo rubio, tan claro que parecía blanco nevado y los ojos azules más fríos y hechizantes que había visto jamás.
Estiré mi mano con sangre para tocarlo, parecía tan irreal, tan perfecto, pero al final, solo la oscuridad me invadió y mi mano cayó sin fuerza.
Si la muerte es tan fría, ¿por qué me siento tan cálida entre estos brazos?