Chapter 9
9–Café y Crema–1
(Willa)
Di un paso atrás, agradecida de no estar sosteniendo nada, o se habría hecho añicos en el suelo. Choco contra el mostrador detrás de mí, sin poder retroceder más. El bullicio del restaurante volvió a nuestro alrededor y los
camareros volvieron a moverse.
¿Acaso imaginé esa pausa en el mundo?
-Willa–La voz de Cali sonaba lejana.
– Necesito…
Mi garganta se cerró mientras la empujaba para salir por la puerta trasera. No sabía lo que necesitaba. ¿Correr, salir de aquí? Necesitaba aferrarme a algo que tuviera sentido una vez que superara este completo shock.
Mi loba estaba gimiendo en mi cabeza, deseando volver con nuestro compañero. Intenté calmarla, pero fue inútil. Nunca pensé en tener una segunda oportunidad con un compañero. Ni siquiera se me pasó por la mente en los últimos cinco años cuando estaba atrapada en mi dolor y rabia, y luego me entregué por completo a
Emmett.
Una cosa que sabía era que no quería una.
No en este momento.
Una fría angustia se apoderó de mí y no estaba segura si provenía de mi loba o de mí misma.
¿Por qué la Diosa sería tan cruel como para regalarme una segunda oportunidad en el peor momento posible? Justo cuando estaba empezando a valerme por mí misma, ella quería trastornarlo todo para que perteneciera a otro hombre?
-No lo rechaces -se quejó Iris.
Sacudí la cabeza. Esa idea ni siquiera cruzó por mi mente. Aún. Pero él podría rechazarnos. No sé si podría soportar ese dolor nuevamente.
Escuché una puerta abrirse y no me movi de donde estaba, abrazando mis piernas. No me importaba estar sentada en el sucio callejón lateral que solo se usaba para fumar y guardar los contenedores. En ese momento, no me importaba nada remotamente lógico.
Cali se paró sobre mí, con las manos en las caderas.
-Se ha ido dijo como si supiera, extendiendo una mano hacia mí. La tomé a regañadientes.
-¿De qué se trataba eso? -Ella se apoyó contra el edificio-. No tienes que decírmelo si no quieres, pero si era un ex o alguien que nunca quieres volver a ver, me aseguraré de que no se acerque al restaurante ni a una cuadra,
sin hacer preguntas.
Sacudi la cabeza. No sabía cómo explicar que no lo conocía, que nunca lo había visto, pero que estaba destinado a mí. Casi me reí de lo absurdo que era.
-No, está bien. Solo no esperaba verlo -dije.
Ella apretó su mandíbula con fuerza, como si no me creyera.
-En serio, fue solo un shock. No ha hecho nada para lastimarme, lo juro.
Al menos todavía no, suspiré internamente.
El resto del turno estuve nerviosa, mirando constantemente hacia la puerta con la esperanza de que no volviera, o tal vez esperaba que lo hiciera.
DIGIL
Fue difícil concentrarme, pero lo logré. Cali y yo contamos nuestras propinas después del turno, y las guardé en el bolsillo, haciendo una nota para abrir una cuenta bancaria esta semana mientras mis padres aún estaban
aquí.
-¡Mira, mamá, mira!
Emmett salió corriendo de su habitación minutos después de llegar a casa. Tomó mi mano y lo seguí hasta donde estaban mis padres. Había una pequeña cama que coincidía con una mesita de noche en medio de la habitación que olía a pintura fresca. Miré alrededor del pequeño espacio. Las paredes blancas y desnudas ahora eran
de un azul oscuro.
Mi papá me sonrió, cruzando los brazos.
-Todavía necesita secarse un poco. Mañana colgaré las cortinas. Él eligió el azul, sé que es un poco oscuro pero… dijo encogiéndose de hombros.
-¡Y mira! -Emmett gritó, tirando de mi brazo, llamando mi atención hacia una caja que tenía una imagen de una lámpara de constelaciones nocturnas-. Abuela dijo que hace estrellas en el techo.
-Gracias–les susurré, las emociones obstruían mi garganta.
Saber que él tenía un espacio que amaba solo para él lograba que esta mudanza fuera mucho más fácil. Le compraría algunos libros y juguetes esta semana si ganaba lo suficiente.
-Es perfecto -susurré.
Dejé que Emmett me guiara por el pequeño espacio, y mis padres salieron de la habitación para darnos
espacio.
-¿Elegiste este color?
Asintió con una amplia sonrisa.
-Abuelo me dejó ver todas las pinturas… papeles… muestras dijo frunciendo el ceño.
-¿Muestras de pintura? -sugerí.
¡Sí! Las muestras de pintura en pequeños papeles. Elegí esta -dijo y se veía tan orgulloso.
-Es perfecto. Mañana podemos tenerlo todo listo -prometí-. Podemos hacer una pijamada en el sofá esta noche mientras se seca, ¿qué te parece? -le pregunté revolviéndole el pelo.
Nos sentamos alrededor de la mesa de la cocina que consiguieron hoy, prometiendo encontrarme una cama y
una mesita de noche para mi habitación antes de irse. No quería pensar en el hecho de que se iban al final de la
semana, pero siempre estaré agradecida por su ayuda. No sé cuánto tiempo me habría llevado conseguir todos estos muebles o cómo los habría llevado a casa.
Me preguntaron sobre mi día, pero no pude decirle que conocí a mi pareja en una segunda oportunidad. Decirlo en voz alta se sentía demasiado real y no sabía cómo sentirme al respecto, aparte de estar un poco enojada y confundida.
Me acosté en el sofá con Emmett en mis brazos y, por primera vez desde que nos mudamos aquí, no me quedé dormida
por agotamiento. Los pensamientos giraban en mi mente, pero sin importar cuánto tiempo estuviera allí acostada, no podía darles sentido.
9–Café y Crema–2
-¿Estás bien? -preguntó Cali cuando dejé de hablar cuando nos acercábamos al restaurante. Asenti, pero sabía que no estaba convencida. Sabía que no iba a dejarlo pasar.
Estaba decidida a tener un turno más tranquilo que ayer, sin importar lo que el destino me arrojara. Me puse manos a la obra para preparar mi sección, nuevamente en el mostrador, limpiándolo, haciendo café y doblando servilletas para prepararme para el almuerzo, aunque faltaran unas horas.
Casi me perdí en el trabajo hasta que sentí que mi cuerpo se tensaba antes incluso de percibir su aroma o verlo. Me obligué a no huir. Ni siquiera estaba segura de poder hacerlo con mi cuerpo entumecido.
Esta vez no noté a los demás clientes ni a los camareros, sino que me concentré en él, permitiéndome realmente
mirarlo por primera vez. Tenía el pelo osuro, que hacía juego con su barba impecablemente recortada. Sus rasgos
oscuros contrastaban fuertemente con sus ojos azules inquietos.
Parecía ser alguien que inspiraba respeto, tenía una sensación de autoridad a su alrededor que no podía
describir. Se acercó hacia mí sin vacilar, sus ojos nunca apartándose de los míos hasta que se sentó frente a mí, su
rostro casi a la altura del mio.
Café–dijo más que preguntar. Le levanté una ceja-. Por favor añadió, y me giré para coger una taza y servirle de una jarra fresca, deslizándola de vuelta hacia él.
-¿Crema o azúcar? -pregunté, y él negó con la cabeza. ¿Vas a querer algo? El café es malo – añadi
sinceramente.
Una sombra de sonrisa cruzó sus rasgos, pero desapareció antes de que pudiera estar segura.
-Un poco de crema, entonces -Esperé-. Por favor – añadió.
Asentí y le servi un poco. Esta conversación normal era tan extraña de tener. El aire parecía cargado entre nosotros, cada parte de mí se sentía atraída hacia él. Me preguntaba si él sentía el vínculo de la misma manera o si
esto era una casualidad.
No parecía hacerlo.
-Gracias.
Lo tomó de mis manos, sus dedos rozando los míos, y los retiré al sentir una descarga. Sus ojos se posaron donde mis dedos habían tocado los suyos. Él también debió haberlo sentido.
Afortunadamente, otro cliente se sentó al otro extremo del mostrador y fui a ayudarlo. La sensación de
conciencia sobre él no me abandonaba, aunque estuviera físicamente más lejos.
Caminé de regreso hacia donde él estaba. Levantó la vista antes de que llegara siquiera, pareciendo percibir mi presencia también.
-¿Puedo ofrecerte algo más? -pregunté, esperando que mi voz sonara tranquila.
No–negó con la cabeza-. No, gracias añadió, y sonreí.
-De acuerdo, entonces -respondí y me di la vuelta.
-Espera Su voz sonó ronca de una manera que hizo que mi estómago se contrajera.
Me volví lentamente hacia él. Respiró hondo, frunciendo el ceño, y luego su rostro volvió a la neutralidad serena que seguramente solía mostrar.
-¿Si? -pregunté.
-Eres mi pareja – dijo bajando la voz. No había duda en su afirmación.
Asentí lentamente, acortando la distancia entre nosotros para que nadie pudiera escuchar. Parecía que le
costaba respirar.
Eres mi segunda oportunidad -admití, y sus ojos se abrieron ligeramente antes de que pareciera
comprenderlo.
Asintió una vez.
-No sé cómo sentirme al respecto. Ni siquiera buscaba algo así. No sabía que esto fuera una posibilidad para mí -dije porque necesitaba ir directo al grano. ¿Incluso quieres una pareja? -pregunté, sin estar segura de querer
conocer la respuesta.
Su rostro cambió de una manera imperceptible y me pregunté qué estaba pensando.
-¿Tú, no?-finalmente me preguntó.
Tragué saliva. No se me escapó que él no respondió mi pregunta.
-No estoy segura ya. Acabo de salir de algo y siento que necesito tiempo para estar sola.
Parpadeó una vez.
-Lo entiendo -Lo observé, pero su rostro no revelaba nada. ¿Puedo invitarte a salir en una cita? preguntó.
Eso me sorprendió. No esperaba que eso fuera lo siguiente que saliera de su boca.
-Dije que necesitaba tiempo para estar sola–Le sonreí a medias-. Eso no es estar sola.
Encogió los hombros, apenas perceptible.
-No respondiste la pregunta.
-No creo, al menos no ahora mismo -Sacudí la cabeza-. Lo siento, tengo demasiado que resolver personalmente como para siquiera pensar en esto–admití.
Su rostro cayó por un segundo, y me hizo querer retractarme de todo. Me senti egoísta, pero al mismo tiempo, necesitaba ser egoísta. Me lo merecía.
-¿Amigos? -preguntó él.
Lo estudié.
-No pareces ser del tipo que tiene muchos amigos -Mi franqueza me sorprendió, al igual que la facilidad de hablar con él. No me sentía nerviosa en absoluto, incluso con Nolan, me llevó semanas poder formar una oración. frente a él.
Esa leve sonrisa volvió a aparecer en su rostro, y negó con la cabeza como si quisiera borrarla.
-No estás equivocada. Pero los amigos que tengo parecen tolerarme – Le devolví la sonrisa.
Está bien–Extendí mi mano hacia él-. Willa Balfour.
Su gran palma envolvió la mía, sentí calor y chispas recorriéndome, recordándome la primera vez que Nolan me reclamó y me abrazó. Retrocedí, tal vez demasiado rápido, acunando mi mano en la otra. No esperaba que esto trajera de vuelta esos recuerdos, pero supongo que era natural que lo hiciera.
Él pareció preocupado por un segundo.
Caspien dijo y lo miré–Ese es mi nombre – añadió.
Le sonreí.
-Supuse eso.
-Bueno, Willa. Me alegra conocerte y espero con ansias nuestra amistad.
Uno de sus cejas se levantó, y me envió una pequeña ráfaga de maldito placer. Había demasiado por resolver. Fuil rechazada y ahora era una madre soltera trabajando en un restaurante para poder pagar algunas clases. No había nada en mí que gritara “partido ideal“.
Mi sonrisa flaqueó. Sabía mejor que nadie que el vínculo de pareja no era infalible. Que las chispas iniciales y la
atracción no eran suficientes. No es que realmente quisiera una pareja, pero tenfa miedo de enamorarme de este chico y luego ser rechazada cuando descubriera más sobre mí.
Sacó una billetera y puso un billete de veinte en el mostrador.
-Sin cambio dijo mientras yo iba a agarrarlo.
–
-Tengo un hijo, tiene cuatro años, y soy madre soltera. Estoy tomando clases en un colegio comunitario no tengo idea de qué quiero hacer con mi vida y nunca lo he pensado realmente dije apresuradamente, sin
mirarlo.
El se detuvo por un segundo. Apreté los puños, esperando el dolor del rechazo.
-Está bien–dijo después de un momento demasiado largo.
porque
Se dio la vuelta para irse, y sentimientos contradictorios me invadieron. Me alegraba que no me rechazara, pero
me preocupaba que lo que dije hiciera que él no me quisiera, aunque ni siquiera sabía si yo lo quería a él.
Se detuvo en la puerta, parecía que iba a decir algo, pero luego salió.
-¿Qué fue eso? -dijo Cali mientras yo quedaba atónita.
-No tengo idea guardé el dinero en el bolsillo y llevé la taza a la cocina. Ella me siguió.
-¿Quién era? -preguntó.
-Caspien.
-Realmente no lo conoces -suspiró.
-Dije que no lo conocía.
-Hmm.
Ella se dio la vuelta y realmente deseaba saber en qué estaba pensando.
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9–Café y Crema–1
(Willa)
Di un paso atrás, agradecida de no estar sosteniendo nada, o se habría hecho añicos en el suelo. Choco contra el mostrador detrás de mí, sin poder retroceder más. El bullicio del restaurante volvió a nuestro alrededor y los
camareros volvieron a moverse.
¿Acaso imaginé esa pausa en el mundo?
-Willa–La voz de Cali sonaba lejana.
– Necesito…
Mi garganta se cerró mientras la empujaba para salir por la puerta trasera. No sabía lo que necesitaba. ¿Correr, salir de aquí? Necesitaba aferrarme a algo que tuviera sentido una vez que superara este completo shock.
Mi loba estaba gimiendo en mi cabeza, deseando volver con nuestro compañero. Intenté calmarla, pero fue inútil. Nunca pensé en tener una segunda oportunidad con un compañero. Ni siquiera se me pasó por la mente en los últimos cinco años cuando estaba atrapada en mi dolor y rabia, y luego me entregué por completo a
Emmett.
Una cosa que sabía era que no quería una.
No en este momento.
Una fría angustia se apoderó de mí y no estaba segura si provenía de mi loba o de mí misma.
¿Por qué la Diosa sería tan cruel como para regalarme una segunda oportunidad en el peor momento posible? Justo cuando estaba empezando a valerme por mí misma, ella quería trastornarlo todo para que perteneciera a otro hombre?
-No lo rechaces -se quejó Iris.
Sacudí la cabeza. Esa idea ni siquiera cruzó por mi mente. Aún. Pero él podría rechazarnos. No sé si podría soportar ese dolor nuevamente.
Escuché una puerta abrirse y no me movi de donde estaba, abrazando mis piernas. No me importaba estar sentada en el sucio callejón lateral que solo se usaba para fumar y guardar los contenedores. En ese momento, no me importaba nada remotamente lógico.
Cali se paró sobre mí, con las manos en las caderas.
-Se ha ido dijo como si supiera, extendiendo una mano hacia mí. La tomé a regañadientes.
-¿De qué se trataba eso? -Ella se apoyó contra el edificio-. No tienes que decírmelo si no quieres, pero si era un ex o alguien que nunca quieres volver a ver, me aseguraré de que no se acerque al restaurante ni a una cuadra,
sin hacer preguntas.
Sacudi la cabeza. No sabía cómo explicar que no lo conocía, que nunca lo había visto, pero que estaba destinado a mí. Casi me reí de lo absurdo que era.
-No, está bien. Solo no esperaba verlo -dije.
Ella apretó su mandíbula con fuerza, como si no me creyera.
-En serio, fue solo un shock. No ha hecho nada para lastimarme, lo juro.
Al menos todavía no, suspiré internamente.
El resto del turno estuve nerviosa, mirando constantemente hacia la puerta con la esperanza de que no volviera, o tal vez esperaba que lo hiciera.
DIGIL
Fue difícil concentrarme, pero lo logré. Cali y yo contamos nuestras propinas después del turno, y las guardé en el bolsillo, haciendo una nota para abrir una cuenta bancaria esta semana mientras mis padres aún estaban
aquí.
-¡Mira, mamá, mira!
Emmett salió corriendo de su habitación minutos después de llegar a casa. Tomó mi mano y lo seguí hasta donde estaban mis padres. Había una pequeña cama que coincidía con una mesita de noche en medio de la habitación que olía a pintura fresca. Miré alrededor del pequeño espacio. Las paredes blancas y desnudas ahora eran
de un azul oscuro.
Mi papá me sonrió, cruzando los brazos.
-Todavía necesita secarse un poco. Mañana colgaré las cortinas. Él eligió el azul, sé que es un poco oscuro pero… dijo encogiéndose de hombros.
-¡Y mira! -Emmett gritó, tirando de mi brazo, llamando mi atención hacia una caja que tenía una imagen de una lámpara de constelaciones nocturnas-. Abuela dijo que hace estrellas en el techo.
-Gracias–les susurré, las emociones obstruían mi garganta.
Saber que él tenía un espacio que amaba solo para él lograba que esta mudanza fuera mucho más fácil. Le compraría algunos libros y juguetes esta semana si ganaba lo suficiente.
-Es perfecto -susurré.
Dejé que Emmett me guiara por el pequeño espacio, y mis padres salieron de la habitación para darnos
espacio.
-¿Elegiste este color?
Asintió con una amplia sonrisa.
-Abuelo me dejó ver todas las pinturas… papeles… muestras dijo frunciendo el ceño.
-¿Muestras de pintura? -sugerí.
¡Sí! Las muestras de pintura en pequeños papeles. Elegí esta -dijo y se veía tan orgulloso.
-Es perfecto. Mañana podemos tenerlo todo listo -prometí-. Podemos hacer una pijamada en el sofá esta noche mientras se seca, ¿qué te parece? -le pregunté revolviéndole el pelo.
Nos sentamos alrededor de la mesa de la cocina que consiguieron hoy, prometiendo encontrarme una cama y
una mesita de noche para mi habitación antes de irse. No quería pensar en el hecho de que se iban al final de la
semana, pero siempre estaré agradecida por su ayuda. No sé cuánto tiempo me habría llevado conseguir todos estos muebles o cómo los habría llevado a casa.
Me preguntaron sobre mi día, pero no pude decirle que conocí a mi pareja en una segunda oportunidad. Decirlo en voz alta se sentía demasiado real y no sabía cómo sentirme al respecto, aparte de estar un poco enojada y confundida.
Me acosté en el sofá con Emmett en mis brazos y, por primera vez desde que nos mudamos aquí, no me quedé dormida
por agotamiento. Los pensamientos giraban en mi mente, pero sin importar cuánto tiempo estuviera allí acostada, no podía darles sentido.
9–Café y Crema–2
-¿Estás bien? -preguntó Cali cuando dejé de hablar cuando nos acercábamos al restaurante. Asenti, pero sabía que no estaba convencida. Sabía que no iba a dejarlo pasar.
Estaba decidida a tener un turno más tranquilo que ayer, sin importar lo que el destino me arrojara. Me puse manos a la obra para preparar mi sección, nuevamente en el mostrador, limpiándolo, haciendo café y doblando servilletas para prepararme para el almuerzo, aunque faltaran unas horas.
Casi me perdí en el trabajo hasta que sentí que mi cuerpo se tensaba antes incluso de percibir su aroma o verlo. Me obligué a no huir. Ni siquiera estaba segura de poder hacerlo con mi cuerpo entumecido.
Esta vez no noté a los demás clientes ni a los camareros, sino que me concentré en él, permitiéndome realmente
mirarlo por primera vez. Tenía el pelo osuro, que hacía juego con su barba impecablemente recortada. Sus rasgos
oscuros contrastaban fuertemente con sus ojos azules inquietos.
Parecía ser alguien que inspiraba respeto, tenía una sensación de autoridad a su alrededor que no podía
describir. Se acercó hacia mí sin vacilar, sus ojos nunca apartándose de los míos hasta que se sentó frente a mí, su
rostro casi a la altura del mio.
Café–dijo más que preguntar. Le levanté una ceja-. Por favor añadió, y me giré para coger una taza y servirle de una jarra fresca, deslizándola de vuelta hacia él.
-¿Crema o azúcar? -pregunté, y él negó con la cabeza. ¿Vas a querer algo? El café es malo – añadi
sinceramente.
Una sombra de sonrisa cruzó sus rasgos, pero desapareció antes de que pudiera estar segura.
-Un poco de crema, entonces -Esperé-. Por favor – añadió.
Asentí y le servi un poco. Esta conversación normal era tan extraña de tener. El aire parecía cargado entre nosotros, cada parte de mí se sentía atraída hacia él. Me preguntaba si él sentía el vínculo de la misma manera o si
esto era una casualidad.
No parecía hacerlo.
-Gracias.
Lo tomó de mis manos, sus dedos rozando los míos, y los retiré al sentir una descarga. Sus ojos se posaron donde mis dedos habían tocado los suyos. Él también debió haberlo sentido.
Afortunadamente, otro cliente se sentó al otro extremo del mostrador y fui a ayudarlo. La sensación de
conciencia sobre él no me abandonaba, aunque estuviera físicamente más lejos.
Caminé de regreso hacia donde él estaba. Levantó la vista antes de que llegara siquiera, pareciendo percibir mi presencia también.
-¿Puedo ofrecerte algo más? -pregunté, esperando que mi voz sonara tranquila.
No–negó con la cabeza-. No, gracias añadió, y sonreí.
-De acuerdo, entonces -respondí y me di la vuelta.
-Espera Su voz sonó ronca de una manera que hizo que mi estómago se contrajera.
Me volví lentamente hacia él. Respiró hondo, frunciendo el ceño, y luego su rostro volvió a la neutralidad serena que seguramente solía mostrar.
-¿Si? -pregunté.
-Eres mi pareja – dijo bajando la voz. No había duda en su afirmación.
Asentí lentamente, acortando la distancia entre nosotros para que nadie pudiera escuchar. Parecía que le
costaba respirar.
Eres mi segunda oportunidad -admití, y sus ojos se abrieron ligeramente antes de que pareciera
comprenderlo.
Asintió una vez.
-No sé cómo sentirme al respecto. Ni siquiera buscaba algo así. No sabía que esto fuera una posibilidad para mí -dije porque necesitaba ir directo al grano. ¿Incluso quieres una pareja? -pregunté, sin estar segura de querer
conocer la respuesta.
Su rostro cambió de una manera imperceptible y me pregunté qué estaba pensando.
-¿Tú, no?-finalmente me preguntó.
Tragué saliva. No se me escapó que él no respondió mi pregunta.
-No estoy segura ya. Acabo de salir de algo y siento que necesito tiempo para estar sola.
Parpadeó una vez.
-Lo entiendo -Lo observé, pero su rostro no revelaba nada. ¿Puedo invitarte a salir en una cita? preguntó.
Eso me sorprendió. No esperaba que eso fuera lo siguiente que saliera de su boca.
-Dije que necesitaba tiempo para estar sola–Le sonreí a medias-. Eso no es estar sola.
Encogió los hombros, apenas perceptible.
-No respondiste la pregunta.
-No creo, al menos no ahora mismo -Sacudí la cabeza-. Lo siento, tengo demasiado que resolver personalmente como para siquiera pensar en esto–admití.
Su rostro cayó por un segundo, y me hizo querer retractarme de todo. Me senti egoísta, pero al mismo tiempo, necesitaba ser egoísta. Me lo merecía.
-¿Amigos? -preguntó él.
Lo estudié.
-No pareces ser del tipo que tiene muchos amigos -Mi franqueza me sorprendió, al igual que la facilidad de hablar con él. No me sentía nerviosa en absoluto, incluso con Nolan, me llevó semanas poder formar una oración. frente a él.
Esa leve sonrisa volvió a aparecer en su rostro, y negó con la cabeza como si quisiera borrarla.
-No estás equivocada. Pero los amigos que tengo parecen tolerarme – Le devolví la sonrisa.
Está bien–Extendí mi mano hacia él-. Willa Balfour.
Su gran palma envolvió la mía, sentí calor y chispas recorriéndome, recordándome la primera vez que Nolan me reclamó y me abrazó. Retrocedí, tal vez demasiado rápido, acunando mi mano en la otra. No esperaba que esto trajera de vuelta esos recuerdos, pero supongo que era natural que lo hiciera.
Él pareció preocupado por un segundo.
Caspien dijo y lo miré–Ese es mi nombre – añadió.
Le sonreí.
-Supuse eso.
-Bueno, Willa. Me alegra conocerte y espero con ansias nuestra amistad.
Uno de sus cejas se levantó, y me envió una pequeña ráfaga de maldito placer. Había demasiado por resolver. Fuil rechazada y ahora era una madre soltera trabajando en un restaurante para poder pagar algunas clases. No había nada en mí que gritara “partido ideal“.
Mi sonrisa flaqueó. Sabía mejor que nadie que el vínculo de pareja no era infalible. Que las chispas iniciales y la
atracción no eran suficientes. No es que realmente quisiera una pareja, pero tenfa miedo de enamorarme de este chico y luego ser rechazada cuando descubriera más sobre mí.
Sacó una billetera y puso un billete de veinte en el mostrador.
-Sin cambio dijo mientras yo iba a agarrarlo.
–
-Tengo un hijo, tiene cuatro años, y soy madre soltera. Estoy tomando clases en un colegio comunitario no tengo idea de qué quiero hacer con mi vida y nunca lo he pensado realmente dije apresuradamente, sin
mirarlo.
El se detuvo por un segundo. Apreté los puños, esperando el dolor del rechazo.
-Está bien–dijo después de un momento demasiado largo.
porque
Se dio la vuelta para irse, y sentimientos contradictorios me invadieron. Me alegraba que no me rechazara, pero
me preocupaba que lo que dije hiciera que él no me quisiera, aunque ni siquiera sabía si yo lo quería a él.
Se detuvo en la puerta, parecía que iba a decir algo, pero luego salió.
-¿Qué fue eso? -dijo Cali mientras yo quedaba atónita.
-No tengo idea guardé el dinero en el bolsillo y llevé la taza a la cocina. Ella me siguió.
-¿Quién era? -preguntó.
-Caspien.
-Realmente no lo conoces -suspiró.
-Dije que no lo conocía.
-Hmm.
Ella se dio la vuelta y realmente deseaba saber en qué estaba pensando.
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