Chapter 33
33 – Fiebre
(Willa)
Mis padres terminaron extendiendo su estadía más allá del fin de semana. Los padres de Caspien los llevaron a recorrer la ciudad y los llevaron a la casa original de la manada donde vivían. No quería presionarlos para que hicieran algo en lo que no estuvieran completamente de acuerdo, pero los vi enamorarse cada día más de Crescent
Moon.
Estaba esperando a Cali en un café que encontré y que me recordaba a una jungla interior. Esperaba que me diera la motivación para intentar memorizar nuevos términos por milésima vez. Cali entró apresuradamente y se sentó frente a mí con una sonrisa inquebrantable.
-¿Qué pasa? -pregunté-. En serio, me estás asustando. ¿Qué le pasa a tu cara?
La observé.
-Creo que se llama sonreír.
-No te queda bien -bromeé-. Pero en serio, ¿qué sucede?
Ella apartó su cabello rubí y me mostró, vaya, la marca de Holden.
Dije que todavía quería un anillo, aunque no nos vayamos a casar. Me niego a quedarme sin un diamante solo
porque ustedes eligen morder a la gente – rodó los ojos.
Me reí.
-Estoy muy feliz por ti.
Su felicidad era contagiosa.
-¿Tus padres pueden mudarse aquí? Es una locura tener tiempo para mí misma sin tener que pagarle a alguien para que cuide a Loreli -dijo riendo.
Loreli pasó mucho tiempo con Emmett y mis padres esta última semana.
Estoy tratando de convencerlos — dije.
Por supuesto, mis padres también se enamoraron de Loreli y Cali. Al principio estaban un poco confundidos por Cali, pero sabían cuánto me había ayudado desde que me mudé aquí y todos los días desde entonces. En comparación con Lola, mi mejor amiga de toda la vida, que era un poco más tímida y reservada como yo solía ser, Cali les llevó más tiempo entenderla. Esperaba que Lola y Cali pudieran conocerse eventualmente.
Me sentía mal, aún mantenía contacto con Lola, pero no le conté sobre Caspien. No quería que nadie de Blue Ridge lo supiera, aunque confiaba en ella. Sabía que la información eventualmente se filtraría, pero quería retrasarlo tanto como fuera posible. No quería mezclar mi vida anterior con la nueva, al menos no todavía.
a
– Holden está hablando de que asuma algunas responsabilidades en el futuro dijo ella sacudiendo la cabeza- Estoy completamente abrumada.
-Serás genial si eso es lo que quieres dije honestamente. No podía imaginar que no tuviera éxito en cualquier cosa a la que se propusiera.
-Honestamente, me gustan las clases de negocios que estoy tomando. Tal vez vea si hay un papel para mí en eso – dijo riendo una vez. Nunca pensé que diría eso. Solo lo tomé porque era fácil, pero hay aspectos
interesantes.
-Me alegra escuchar eso -dije y miré mis libros, donde las palabras ya comenzaban a moverse.
-¿Y, tú? -Ella cruzó los brazos y se recostó.
-¿Y, yo?-pregunté.
-Estás casada con un Rey de los hombres lobo.
Rei.
–
Es un príncipe.
-¿En serio? -Sus ojos se abrieron y se inclinó hacia adelante. ¿De verdad?
-Si–respondi. ¿Acaso nadie se lo mencionó todavía? Supongo que no lo hice.
Su majestad -Ella inclinó la cabeza.
Holden está dejando su huella en ti.
-Lo está, ¿verdad? -dijo y sonrió-. Pero entonces, ¿eso te convierte en una princesa?
-No–Sacudí la cabeza.
-¿Quieres un papel en la manada? ¿Cuál sería el tuyo?
-Luna–respondí y suspiré, cerrando mi libro-. ¿Quieres dar un paseo? Tengo mucho que explicar. -O tomar algo.
En algún lugar tranquilo -Asenti.
Finalmente le conté mi historia a Cali.
-¿Por qué no quemamos su manada? ¿Traemos al maldito príncipe de los hombres lobo? -Su rostro estaba casi tan rojo como su cabello. Juraría que estaba a punto de romper el vaso en su mano.
-Técnicamente están bajo su jurisdicción, tenemos territorios diferentes y aunque él no los comanda, habla
por ellos.
-Política escupió ella-. Yo digo que lo eliminemos.
-Está bien, Cali. No, de verdad -Puse mi mano sobre la suya temblorosa-. Fue hace años y he llegado a aceptarlo. Tomó mucho tiempo, más de lo que quería admitir, y hay momentos en los que todavía me afecta – admití. Pero, ahora estoy bien, soy feliz aquí, él ya no es realmente un pensamiento.
Como sea…
Mi teléfono vibro.
-Un segundo, espera ese pensamiento–Lo recogí-. Hola, mamá ¿todo está bien?
-Sí, bueno, un poco, pero Emmett no se siente bien–dijo y mi estómago se hundió, esto tenía que ser malo-. ¿Qué le pasa?
Fiebre, muy alta. No come ni bebe, pero aparte de eso, parece estar bien -Mi mamá trató de
minimizarlo.
-Tráelo a la casa de la manada ahora, llamaré un auto para ti y te encontraré allí. Necesita ver al médico.
Cali me miró preocupada.
Colgué y llamé inmediatamente a Caspien, quien me aseguró que el médico estaba en camino y que él se dirigía
a casa desde la oficina para encontrarse con él. Le dije que no se fuera, pero él insistió y dijo que no dependia de
mí.
-Emmett está enfermo -expliqué a Cali.
-Oh, espero que se mejore.
– No
–
Sacudí la cabeza. Los hombres lobo no se enferman, no así. Nuestras lesiones son físicas, pero no tenemos gripe ni resfriado ni… Mi voz se quebró- Algo anda mal.
–
Cali entendió ahora la magnitud completa y se puso de pie.
Entonces vamos.
El médico dijo lo mismo, no sabía qué estaba mal y, además de la fiebre, no vio nada más. No detectó ninguna infección y Emmett dijo que su estómago estaba bien. Solo se sentía muy caliente.
Caspien le hizo una cama en el sofá y le dio trozos de hielo mientras veían dibujos animados. Emmet se quedaba dormido y despertaba intermitentemente, y solo cuando estaba profundamente dormido, Caspien dejaba ver la magnitud de su preocupación.
Hizo algunas llamadas, caminando de un lado a otro junto a la pared de ventanas mientras yo me sentaba junto a Emmett. Mi mamá y papá se quedaron con nosotros en casa de Caspien esa noche.
A la mañana siguiente, llevamos a Emmett al hospital. Organizó que otro médico de nuestra especie le hiciera algunas pruebas para ver si había algo interno. Ver a Emmett en una enorme cama de hospital me hizo querer llorar, pero no dejé que las lágrimas cayeran. No quería que él viera cuánta preocupación tenía.
Caspien y yo le tomamos la mano mientras le sacaban sangre. El hizo una mueca, pero no lloró.
-¿Podemos irnos a casa pronto? -preguntó, su voz sonando lejana.
-Sí, cariño -Aparté algunos mechones de su cabello, húmedo por el sudor-. Solo necesitamos terminar aquí y luego podemos regresar, ¿de acuerdo?
Asintió y cerró los ojos, sus mejillas estaban enrojecidas.
El nuevo médico confirmó lo que dijo el médico del grupo. No parecía haber nada malo con él. Ninguna de las exploraciones o pruebas mostraba algo anormal. Fue un alivio, pero luego me sentí abrumada, sabiendo que no era algo que incluso los médicos pudieran resolver.
Su fiebre desapareció unos días después, de la nada, y volvió a ser su feliz yo habitual como si nada hubiera
pasado.
-¿Estás segura de que no necesitas que nos quedemos más tiempo? -preguntó mi mamá.
-Pueden hacerlo si quieren, pero no es necesario. Emmett está bien ahora -dije.
Bien, repetía esa palabra. Bien. Parecía haber perdido por completo su significado.
-Volveremos en unas semanas para su cumpleaños de todos modos -Mi mamá asintió para sí misma. Pero
si nos necesitan antes, avísennos.
Estamos a una llamada telefónica de distancia
agregó mi papá, rodeando con su brazo a mi mamá—.
Podemos estar aquí en una hora, posiblemente menos en el futuro.
Me guiñó un ojo y miré entre él y mi mamá.
-Tenemos mucho de qué hablar, pero lo estamos considerando. O tal vez incluso conseguir un lugar aquí por un tiempo para hacer la transición, quién sabe.
Mi mamá sonrió a su pareja. Mis labios se curvaron en una amplia sonrisa.
-Me encantaría eso
–
dije y los abracé a ambos.
La fiebre de Emmett se mantuvo alejada durante unas semanas y luego regresó con furia. Tuve que conseguir que cubrieran muchos de mis turnos y solo iba a clases porque Caspien insistía. El dormía en la cama con nosotros y
nos turnábamos para intentar hacerlo beber agua y reemplazar una toalla fría en su rostro casi cada hora. Mayormente terminamos quedándonos en casa de Caspien para estar cerca del médico de guardia. Nada de lo que intentó ayudó ni remotamente, y no tenía explicaciones, nada que pudiera encontrar tampoco. Incluso mientras dormía, Emmett parecía dolorido. Sus mejillas estaban enrojecidas, pateaba y gimoteaba. Apenas podia comer e incluso cuando dormía, era atormentada por mis propias pesadillas.
-No puedo perderlo rompí a llorar una tarde en el suelo del baño de Caspien mientras Emmett finalmente dormía profundamente en su propia cama.
-No lo vamos a perder. Vamos a resolver esto.
Está empeorando–sollocé en su pecho desnudo, y él acarició mi espalda. No tenía nada reconfortante que decir, él sabía tan bien como yo que esto era malo. Sus palabras sonaban vacías. Nada de lo que dijera o hiciera ayudaría. Mi pequeño niño estaba enfermo y no podía hacer nada para ayudarlo.
La semana antes de su cumpleaños, su fiebre subía y bajaba. Su fiebre no desaparecía por completo como solía hacerlo en el pasado. Emmett era una sombra de lo que solía ser y estaba preocupada hasta enfermarme. Nadie tenía respuestas, e incluso podía ver en el rostro de los padres de Caspien que no tenían muchas esperanzas.
-Buenos días, dormilón–canté mientras abría la puerta, tratando de reunir tanta falsa alegría como me permitía mi ansiedad-. Abuelita y abuelito estarán aquí pronto.
Esperaba que se sintiera un poco mejor. Anoche su fiebre bajó lo suficiente como para que pudiera dormir. Estaría bien cancelar por completo su fiesta de cumpleaños, pero esa decisión era suya, y algunos días, cuando su fiebre no era tan fuerte, podía levantarse del sofá o de la cama y jugar y comer. Recé a La Diosa para que hoy fuera
uno de esos días.
Estaba exhausta. Podía verlo en el rostro de Caspien, él también lo estaba.
Emmett no hizo ningún ruido.
¿Seguía durmiendo? Tal vez debería dejarlo.
Escuché un gemido y rei, apartando la manta.
-Te encontré…
Grité, soltando la manta y retrocediendo un paso.
Caspien entró corriendo, casi derribándome. Miró frenéticamente alrededor de la habitación en busca de una
posible amenaza.
Señalé la cama donde Emmett durmió anoche, con la mano sobre la boca mientras las lágrimas comenzaban a caer por mi rostro. Me atraganté con un sollozo.
Los ojos de Caspien se abrieron de par en par. Nunca lo había visto asustado antes, no así. Parecía completamente aterrorizado.
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