¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia

Chapter Capítulo 1854



Capitulo 1854

Al escuchar a Elia, Jimena supo inmediatamente que habia habido un malentendido y, ademas, habla hablado tan alto que los colegas cercanos miraban con curiosidad.

Jimena se sentia ain mas avergonzada y ya era demasiado torde para taparle la boca a Elia, asi que se acercé rapidamente a ella y bajando la voz le susurré al oido: “Mas bajo, no es lo que estas pensando.” Elia nunca habla visto a Jimena tan avergonzada, era como si el sol saliera por el oeste. Antes, aunque Jimena se sonrojara, nunca se escondia de esa manera.

Lo maximo que hacia era enrojecer y seguir hablando sin vergiienza. Pero ahora, estaba evitando la mirada de Elia y le pedia que hablara mas bajo, temiendo que otros escucharan.

La actitud inusual de Jimena hizo que Elia se diera cuenta de que algo no andaba bien. Asinti6 obedientemente y se quedo en silencio, mir6é a su alrededor y notando que todos habian retirado sus miradas y habian dejado de observarlas.

Entonces Elia también se sento derecha, agarré un pincel y comenzo a garabatear algo en un papel, y la oficina volvié a la calma. Pronto llegé la hora del almuerzo.

Elia y Jimena salieron a comer juntas, sentadas una frente a la otra, Elia continu6 el tema de antes y pregunté con preocupacion: “Jimena, cuéntame, ¢ qué paso exactamente entre tu y Orson?'g2

Jimena, con el tenedor en la mano, pinchaba sin ganas el lomo de cerdo en su plato y dija desganada: “Anoche tuve que ir a la comisaria a buscar a Orson.”

“¢ Qué hizo Orson?” pregunté Elia con curiosidad.

Jimena levant6 la mirada con una expresion de resignacion y cont6 a Elia lo que el policia le habia dicho sobre los problemas en los que Orson se habia metido.

Elia se quedo boquiabierta: “¢ Estas diciendo que Orson volvié a sus andanzas y ademas su acompafiante terminé en el hospital?” Jimena asintio sombriamente.

Elia se llev6 la mano a la frente sin palabras: “Ese Orson, realmente nunca cambia.”

“He decidido que nunca mas voy a tener nada que ver con él. Dijo Jimena, apretando los dientes.

“¢Y qué pasa si tus hijos quieren verlo?” pregunto Elia.

Esa pregunta dej6 a Jimena sin palabras, angustiada y dolorida.

“Ese maldito Orson, ¢por que tuvo que aparecer de repente y dejar que los nifios supieran que él es su papa?” dijo Jimena con enojo, apretando los pufios, deseando poder estrangulara Orson si estuviera frente a ella.

Si los nifios no supieran quien era su padre, ella podria haberles dicho cualquier cosa, pero ahora ni eso podia hacer.

“No pienses demasiado ahora, lo importante es llenar el estémago.” Elia le sirvi6 mas comida en su plato: “Deja que las cosas fluyan a su ritmo, no sirve de nada preocuparse tanto.”

“iA, los hombres no soy mas que perros!” exclamé Jimena, clavando el tenedor en ef plato como si fuera Orson, jqueriendo matarlo! Después de clavar el tenedor, se llevo la carne a la boca y comenzo a masticar con fuerza, convirtiendo su frustracion en apetito.

Al ver que Jimena habia recuperado el apetito. Elia no pudo evitar sonreir.

Mientras las dos comian, alguien se acerco y se sent6 a su lado: “Pasé por varios restaurantes, finalmente los encontré.”

Elia y Jimena se giraron al mismo tiempo para ver al recién llegado.

Al ver a un Rayan agotado sentarse junto a ellas, Jimena dejo el tenedor y pregunto: “¢ Qué quieres de nosotras? Debes estar muy aburrido.”

Rayan levant6 una ceja y miré a Jimena, diciendo: “Vengo por encargo de alguien.”

Jimena sintié un nudo en el estémago al oir esas palabras, sabiendo que lo que venia no seria simple.


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