Dilema entre el Odio y el Amor ( Mendoza )

Chapter Capitulo 13



Capítulo 13

“El señor José te mandó para acá, ya se te pasó el efecto de la medicina, y también ya está listo el medicamento que habías pedido para el abuelo López, lo puedes recoger cuando quieras”. El sirviente respondió con mucho respeto.

“Bueno”. Estefanía asintió. Antes de desmayarse, había llamado a King, así que supuso que King había contactado a José para que la trajera.

Se tomó un momento para respirar, se quitó la cobija de la cama, se levantó y se frotó la frente mientras preguntaba: “¿Y el maestro?”.

“Hugo no está hoy en el Club de Élite”. El sirviente contestó.

Estefanía asintió. Las idas y venidas del maestro siempre eran un misterio, así que no preguntó más.

Tomó el medicamento que el sirviente le había traído y preguntó: “¿Cuánto le debo al maestro por la medicina?”.

“Hugo dijo que no es necesario que pagues”.

Estefania sonrió y dijo: “Las cosas como deben de ser, este medicamento es para la gente de la familia López, no para mi”.

Sacó una tarjeta internacional de su bolso y le dijo al sirviente: “Toma, cobra lo que seal necesario, luego lo arreglaré con el maestro”.

Mientras se cambiaba de ropa, de repente recibió una solicitud de videollamada en su celular.

Era King quien llamaba.

Por lo general, King no hacia videollamadas con ella a menos que fuera por Adriana.

Al pensar en lo adorable que era Adriana, su expresión se suavizó un poco y aceptó la llamada.

“Estefaniaaaa”. La dulce niña con trenzas cortas apareció en la pantalla alargando la última sílaba y acercando su cara, luego preguntó con preocupación y voz melosa: “¿Ya te sientes mejor?”.

Al acercarse, se notaba que su rostro era casi idéntica a la de Estefania.

“No te pases”. Estefania sonrió con ternura a pesar de su reprimenda, y le dijo a Adriana: “Ya estoy bien, dile a King gracias por enviar a José en mi ayuda”.

“¿Cuándo volverás?”. Adriana siguió preguntando con un tono dulce y un poco de tristeza: “Te extraño mucho”.

“Tranquila, en cuanto termine aqui me iré para la casa, tú compórtate y hazle caso a

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King”. Mientras Estefanía hablaba, revisó la hora en la República de Soléa donde estaba Adriana, ya eran más de las nueve de la noche

“Es hora de dormir, nada de seguir en el celular”. Después de darle unos consejos suaves, Adriana colgó la videollamada no muy convencida.

Justo en ese momento, el sirviente volvió y le devolvió la tarjeta a Estefanía.

Estefanía se puso ropa nueva, cogió la medicina del abuelo López y salió atravesando entre la multitud ruidosa.

A las cinco de la mañana, el Club de Élite segula lleno de gente, con un flujo constante de entradas y salidas. Bajo las luces tenues y ambiguas, había una subasta especial en marcha.

Estefania echó un vistazo sin querer hacia el escenario y cuando retiró la mirada, vio a un hombre justo en la entrada a punto de entrar, estaba rodeado de gente y con una presencia distinguida.

Se sobresaltó y rápidamente desvió la vista.

¿Por qué apareció de repente Carlos en el Club de Élite?

Con Carlos a la vista y ella escondida, Estefania se retiró unos pasos hacia un lado, se ocultó en un lugar donde las luces no alcanzaban a iluminar y volvió a mirar hacia él. Vio a Carlos sentarse cerca de la sección VIP, al parecer, no notó su presencia.

Estefanía no se atrevió a relajarse y justo cuando iba a tomar otro camino para salir, chocó accidentalmente con alguien.

“¡Eh, cuidado por dónde andas!”. El hombre no pudo evitar alzar la voz.

“¡Lo siento!”. Estefanía inmediatamente bajo la cabeza y se disculpó.

“Ya está”. Dijo otro hombre al lado del primero en voz baja, “Carlos todavía nos espera, no perdamos tiempo”.

Al escuchar el nombre de Carlos, Estefanía se mostró aún más sumisa, se disculpó repetidamente con la cabeza gacha.

“¡Qué mala suerte!”. Después de que los hombres se fueron con un comentario despectivo, Estefania finalmente respiro aliviada.

Carlos se fijó en el choque que había pasado en la esquina de allí y echó unas miradas. hacia esa dirección.

Los dos tipos que se estaban acercando eran los que había quedado de ver, los reconoció de inmediato.

Después de echarles un vistazo, su mirada se posó en la mujer alta que se estaba disculpando al lado de ellos, que incluso destacaba con sólo una chaqueta sencilla y

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jeans.

Carlos no pudo evitar fruncir el ceño, esa silueta… le resultaba extrañamente familiar.


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