Destinada a los gemelos alfas

Chapter 7



7
El corazón palpito dentro del pecho de Clara. Si su padre se enteraba del estado en el que la habían visto ayer y con el otro de
un macho encima de seguro pensaría que ella había tenido sexo con él, y sin ser pareja era una total desgracia para una loba.
Después de todo, los machos preferian que sus parejas no hubieran sido marcadas de ninguna forma. Comenzó a sudar frío y
se decidió caminar hacia él para impedir que hablara cuando la voz de un lobo interrumpió del desagradable momento.
– Atención a todos por favor-era Will, el beta de la manada y el que había lidiado con todo desde que el alfa había caído en
cama. Era el que había mantenido a flote todo aquello. Era un lobo adulto con un cabello plateado que siempre llevaba trenzado
y que caía largo hasta la cadera. Alto, fuerte y con un carácter amable y calmado, había hecho que todos hubieran confiado
fácilmente en él. Aun así, su rostro mostraba la carga sobre sus hombros, haciendo que tuviera algunos rasgos y líneas de
expresión marcados de más. Clara dio un suspiro de alivio ante la interrupción y cuando el lobo bufó y se alejó, mas ella sabia
que volvería a delatarla. Todos siempre disfrutaban molestarla desde que era muy joven. Y esa situación no cambiaría,
¿verdad?
-Bueno, ya que todos están aquí, es momento de dar una noticia- la voz de Will hizo que ella se girara en dirección a donde
todos estaban mirando, solo que ella mantuvo la cabeza gacha y se centró en escuchar al lobo – Como todos saben, el alfa ha
estado enfermo desde hace mucho tiempo. Lastimosamente...- su voz tembló un poco dado que él había sido el amigo del alfa
desde que eran cachorros- nuestro alfa está a punto de dar el último suspiro. Su estado es muy delicado.
Los murmullos comenzaron entre todos los miembros reunidos delante de la edificación más grande de la manada, pero se
detuvieron cuando el beta alzó la mano buscando silencio. Pasaron al menos dos minutos hasta que no hubo sonidos alrededor.
El lobo prosiguió su discurso.
-Dada la situación actual ya se habían tomado medidas con anterioridad. Y su lugar será tomado por su hijo. Él había sido
enviado para una mejor preparación en otro lugar secreto de todos, para sí preservar su vida. No deseábamos que hubiera aún
más masacre después del asesinato de la luna.
Otra vez comenzaron los murmullos. Todos habían escuchado hablar que el alfa había tenido un hijo, pero que este desde muy
cachorro había sido separado de la manada y algunos pensaron que hasta había muerto. El beta tuvo que volver a repetir el
proceso anterior y esperar a que todos se calmaran. Había una enorme conmoción.
Por su parte... Clara estaba más centrada en el olor dulce que había poco, estaba comenzando a llegar a ella y que le pareció
tan familiar que su cuerpo se estremeció. Era... como el de la noche anterior, solo que... algo diferente, por lo que no escuchó

lo que vino después. Solo reaccionó cuando los pasos comenzaron a escucharse, y la puerta de la enorme casa se abrió
dejando ver a un macho. El lobo bajó los escalones de la entrada y se dirigió en dirección al beta. Un silencio doloroso se hizo
ante la presencia de él y del poder aplastador que exudaba, el cual hizo que todos los miembros de la manada dieran un paso
atrás. Dixon se detuvo al lado del beta y miró a todos con sus ojos dorados, símbolo distintivo de la linea directa del alfa y tan
inusual que nadie se atrevería a cuestionar su lugar. Y tenía todos los
rasgos para ser el lider actual, al menos físicamente. Era alto, incluso más que el beta, su cuerpo duro y fornido, dado el largo y
extenuante entrenamiento al que había sido sometido, apenas se podía esconder bajo su pantalón ajustado y su camisa
arremangada a mitad de sus gruesos brazos donde los tres primeros botones abiertos dejaban a ver parte de su torso
solidificado y el inicio de su marcado abdomen. Su piel clara contrastaba completamente con su cabello tan negro como el
ébano. Largo, que caía sobre su espalda en ondas que enmarcaban su rostro hermoso y masculino. Unos ojos dorados
rodeados de gruesas pestañas, una nariz aguileña y unos labios en una fina línea le daban un aspecto serio e impenetrable. Un
espécimen perfecto de lobo macho. Y por su olor fuerte y penetrante, todos supieron que no era alguien débil.
-Les presento a Dixon, nuestro actual alfa. Espetamos el apoyo y la aceptación de todo – Will explicó y en sus palabras había
un deje de amenaza. En esos momentos era mejor dejar las cosas claras.
Todos asintieron con la cabeza sin protestar. Solo Clara estaba estática en su lugar, preguntándose por dentro si aquel lobo...
¿Era él que se había encontrado en el lago? ¿Podría ser que mi mate es el alfa futuro? Estaba muy conmocionada todavía. Su
olor, su porte, todo le indicaba que era él, pero sentía que había diferente, su aroma era un poco más dulce que el de la noche
anterior. Sin embargo, su interior revoloteaba al sentir nuevamente el olor de su mate. Y no se dio cuenta de que exudaba
feromonas levemente.
Feromonas que no pasaron desapercibidas. Dixon había estado algo intranquilo desde que había llegado a la manada. No...
desde antes. No había estado del mejor humor dado que había encontrado a su mate, pero esta había escapado de él y
además lo había agredido. Pero desde que había llegado a la manada había un olor dulce que hacía que su piel se erizara y
aunque era débil estaba convencido de una cosa.
Su mate estaba en aquel lugar. Solo no se esperó que la encontraría tan rápido. Un gruñido salió de su garganta haciendo que
todos se estremecieran. Los ojos dorados de Dixon se hicieron más brillantes y se enfocaron en dirección a Clara a través de
los lobos que estaban delante de ella y comenzó a caminar hacia ella.
-Alfa-Will no comprendía su reacción ni por qué iba hacia la multitud... de aquella forma. La manera en que él avanzaba
mostraba que estaba cazando algo.

Y ese algo era definitivamente Clara.
Los lobos se apartaron ante el paso del nuevo alfa, corriéndose de un lado a otro, bajando la cabeza ante su presencia. Dixon
se detuvo delante de los padres de Clara que no supieron la razón de por qué los buscaba, pero Alester hizo una marcada
reverencia pensando que había captado la atención del lobo. -Alfa. Bienveni...- fue interrumpido por un profundo gruñido que lo
hizo palidecer. Su esposa a su lado se tambaleó.
El olor del alfa era tan denso que mareaba, aunque no era en dirección a ellos, e inconscientemente se corrieron a un lado.
Dixon, con toda autoridad, dio tres pasos más. Clara, aun parada en el lugar, alzó el rostro embelesada por el delicioso olor, lo
percibió detenerse delante de ella y su presencia se hizo más fuerte. Temblo, mas no se corrió, aunque sus rodillas
amenazaban con ceder y su cuerpo se estaba calentando, en respuesta a su pareja destinada. Porque no había duda... era él.
Solo él.
Mía- la voz grave del alfa se hizo oír y para Clara sono satisfactoria en su oido.
a lobo había venido por ella. No la había abandonado. No le importaba que su instinto le ijera que había algo que no estaba del
todo bien. Ella solo quería retorcijarse en sus brazos uevamente. Los murmullos comenzaron nuevamente a su alrededor, sobre
todo por la impresión de la leclaración del nuevo alfa. Este la había declarado su mate delante de toda la manada. Uan leve
sonrisa apareció en los labios de Clara. Ya no se volverían a reír de ella, porque era la mate de ese lobo, del alfa.
-Espere, espere- Alester estaba conmocionado, como la mayoría de los presentes. -¿Ella es su mate? – Isa a su lado tenía los
ojos muy abiertos. Dixon no les respondió, no dio explicaciones, no tenía que hacerlo, sobre todo porque, aunque estaba
complacido de haber encontrado a su mate... ella... tenía el olor de otro macho encima de ella y eso le hizo mostrar sus
colmillos en dirección a ella. Y al notar que ella retrocedía con miedo ante su cambio de reacción, él se inclinó y envolvió su
delgada muñeca y la cargó sobre su hombro con un movimiento rápido. Y se giró en dirección al interior de su ahora casa. Si
había algo que Dixon odiaba, realmente era que lo suyo fuera tocado por alguien. Tendría que enseñarle a esa loba quien era el
que mandaba. Aun si ella era su mate, tendría que saber su lugar.


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