Dejé de Amarte

Chapter Capítulo 10



Capítulo 10 

“Que puedas pensar asi, haria que sus espiritus descansen en paz.” 

Eran las diez de la noche cuando Alejandro llegó a Playa Celestial, pero no encontró a Valentina en la habitación principal. 

Sacó su teléfono para llamarla, pero nunca lo consiguió. No sabía que ella lo habla bloqueado. 

Bajo las escaleras y Bamó a Carmen, “¿Dónde está la señora?” 

“La señora se ha mudado.” 

“¿Qué has dicho?” Alejandro frunció el ceño, “¿Cuándo se mudó?” 

“Esta mañana.” 

Carmen parecia querer decirle algo más, pero Valentina le habla pedido que no le contara a Alejandro sobre su embarazo, diciendo que podria poner en peligro al bebé, así que guardó silencio. 

Carmen le entregó un documento, “Esto es lo que la señora dejó, un acuerdo de divorcio.” 

Alejandro lo tomó y lo reviso rápidamente, soltando una risa fria, “Se va con las manos vacías, vaya si tiene coraje!” 

“Señor, la señora está decidida a divorciarse.” 

“¡Eso no es algo que ella pueda decidir!” Alejandro, visiblemente molesto, se ajusto la corbata, “¿Dónde se ha mudado?” 

La señora no me dijo.” 

Alejandro salió de la casa y le ordenó al chofer que preparara el coche. 

En la habitación de huéspedes, Valentina, que acababa de bañarse y estaba a punto de dormir, vio su teléfono sonar. 

Era un número desconocido. 

Contesto la llamada, “Hola, ¿quién es?” 

“Baja.” A través del teléfono llegó una voz baja y familiar. 

La mano de Valentina se tensó alrededor del teléfono, y le respondió, “Ya me acosté.” 

Te doy diez minutos para bajar, o nadie en este complejo podrá dormir esta noche.” 

Valentina, mirando el teléfono ya colgado, vaciló un momento antes de vestirse y bajar. 

Un Rolls Royce negro estaba aparcado frente al edificio, y un hombre de figura esbelta y recta estaba recostado en el 

coche fumando

Valentina se acercó, manteniendo cierta distancia, y le dijo con calma, “¿Qué necesitas a estas horas?” 

“¿Me preguntas qué necesito? Valentina, ¿ignoraste lo que te dije anoche? ¿Cómo te atreves a redactar un acuerdo de divorcio y a mudarte de casa?” Alejandro dio una profunda calada a su cigarrillo, “Sube al coche y vuelve a casa conmigo, y puedo no tomarlo en cuenta.” 

“¿Mudarme de casa?” Valentina soltó una risa amarga, “¿Realmente crees que ese lugar es mi hogar? Si lo fuera, ¿por qué mi esposo no pasa las noches en casa sino con otra mujer?” 

“Siempre vuelves con lo de Nieve, Valentina, ¿no puedes ser un poco menos mezquina?” 

*¿Entonces qué se supone que haga para no serlo? ¿Sonreir mientras te veo con ella, seguir donándole sangre, o pasar unos años más en prisión? Valentina lo miro, “Alejandro, nuestro matrimonio fue un intercambio de intereses, pero soy una persona, no un banco de sangre para Nieve.” 

Alejandro sonrió con sarcasmo, “Ya que sabes que nuestro matrimonio fue un intercambio de intereses, te casaste conmigo para salvar a tu abuela, y ahora que ella murió, estás ansiosa por divorciarte, ¿verdad, traidora?” 

Valentina cerró los ojos cansada, “Te devolveré el dinero gastado en el hospital durante estos años, eso te bastará para no considerarlo una traición?” 

16.28 

La furla se encendió en el pecho de Alejandro instantáneamente, “Repitelo!” 

Valentina lo miró directamente, sus ojos estaban llenos de rabia, “Calcula cuánto es, te firmaré una nota de deuda, te pagaré en cuotas, tú decides los intereses.” 

Justo después de decir esto, Alejandro arrojó su cigarrillo y dio grandes pasos hacia ella 

Antes de que Valentina pudiera reaccionar, ya estaba envuelta en sus brazos, 

En un instante, su delgada cintura fue rodeada, y Valentina se sintió girar, pronto encontrándose apoyada contra el coche. 

¿Qué crees que estás haciendo?” 

Sus palabras fueron silenciadas, ya que Alejandro le dio un beso dominante, robéndole el aliento y dejándola sin aire. 

“¡Mmm!” Valentina se resistió con fuerza, pero sus manos estaban inmovilizadas por él. 

Después de un buen rato, Alejandro finalmente la soltó, aún sin querer. La rabia en sus ojos se había transformado completamente en una mirada de deseo evidente. Su voz baja y seductora llevaba un toque de encanto, “Si no quieres que te haga algo aquí mismo, súbete al coche con


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