Chapter Capitulo 23
solo compénsame con algo de dinero para la medicina.”
Capítulo 23
Ella necesitaba dinero, solo tenía que darle algo y eso sería suficiente.
Todos quedaron pasmados, posando sus miradas hacia Elisa.
Elisa, con una sonrisa, dijo “¿Qué está pasando? No me dirás que una dama de tu estatus no quiere pagar ni siquiera por los gastos médicos, ¿verdad?”
Rosa, incapaz de resistirse a la provocación, levantó la barbilla desafiante y dijo “¿Quién dice que no quiero pagar? Dime cuánto es.”
“Cinco mil,” dijo Elisa rápidamente, abriendo su aplicación de pagos para evitar que Rosal se arrepintiera.
Rosa escaneó el código con su teléfono, “Ya te envié el dinero, échale un vistazo para que después no digas que no pagué.”
“Ya lo recibí,” Elisa al ver la transferencia de cinco mil dólares se sintió mucho mejor. Recibir esa cantidad por un par de bofetadas valía la pena..
El ambiente se volvió extraño, Benjamín observó a Elisa recibir el dinero y su rostro se volvió gélido.
Ella, sabiendo lo que convenía, aceptó el dinero y se fue.
El rostro apuesto de Benjamín se oscureció aún más mientras la seguía, marchando delante de ella con un aire de presión baja.
Elisa estaba confundida.
¿Había hecho algo para ofenderlo?
Tocó su rostro, que aún ardía por la bofetada reciente y sentía un poco de dolor.
Al salir del Grupo NA, se sorprendió al ver que el coche de Benjamin aún estaba afuera.
¿Cómo era que todavía no se había ido?
Pero Elisa no pensaba que Benjamín estuviera esperándola.
Bajo las escaleras, con la intención de tomar un taxi para irse.
“¿Adónde piensas ir con esa apariencia?” Benjamín se acercó con paso firme, la agarró del brazo y la metió en su coche.
Elisa miró su vestido que estaba manchado de café, ciertamente estaba echo un desastre.
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Decidió entonces acompañarlo a Jardin Encantado, de todas formas tenía que regresar
para recoger sus cosas.
Durante el camino, ninguno de los dos habló.
Elisa se recostó en el asiento, observando el paisaje que retrocedía más allá de la
ventana.
De repente, Benjamin dijo “Para el coche.”
Elisa no sabía qué pretendía hacer, se giró y lo vio salir del coche, desabrochándose el cinturón de seguridad. Bajo el manto de la noche, su figura era imponente y majestuosa.
De repente, Elisa recordó cómo se habían conocido.
Ella tenía 20 años cuando vio a Benjamín bajar por la escalera caracol.
Llevaba puesto un traje de diseñador. Tenía un rostro gentil que lucía hermoso y distante, brillando bajo las luces de cristal.
Ese día, Elisa comprendió lo que significaba el término “amor a primera vista“.
Después, dibujó varios retratos del hombre, guardándolos secretamente en su
habitación.
Hasta que un día, su padre los encontró y la confrontó, “Benjamín, ¿te gusta?”
Elisa, con el rostro enrojecido, respondió “Tal vez siento una pequeña atracción.”
Víctor la miró por un prolongado momento y preguntó “Eli, si Benjamín te propusiera matrimonio, ¿aceptarías?”
Elisa, tímida, dijo “Papá, ¿de qué estás hablando? Solo tengo 20 años, aún soy muy joven.”
“Mi niña tonta, tu padre solo quiere cumplir tus deseos.”
Elisa no entendió la verdadera intención detrás de las palabras de su padre en ese
momento.
Poco después, se celebró el cumpleaños de Benjamín, y su padre la llevó a la fiesta, animándola a beber varios tragos fuertes.
Elisa, borracha y desorientada, perdió la noción del tiempo y el espacio.
Al despertar, se encontró en la misma cama con Benjamin, ambos desnudos.
Victor, junto con algunos periodistas, irrumpió en la habitación, y poco después llegaron los mayores de la familia Fierro. Gustavo era un hombre tradicional y, al ver aquella
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escena, no tuvo más remedio que obligarlos a casarse.
Ese día, el rostro de Benjamin era sombrío.
Elisa salió de sus recuerdos y miró hacia afuera, justo a tiempo para ver a Benjamín salir de la farmacia.
Su expresión era tan fría como el día en que se casaron.
Elisa sintió un nudo en la garganta.
Que la producía un dolor agudo y ácido.
Quizás desde aquel entonces, Benjamín había empezado a odiar a la familia Ibarra, resentido por haber sido manipulado y obligado a casarse con una mujer que no amaba.
Cruzando la calle, Benjamin regresó al coche y al ver la expresión de Elisa, levantó una ceja, “¿Qué está sucediendo? ¿Te has quedado embobada mirando mi rostro? ¿Es que acaso es tan atractivo?”
Elisa recobró la compostura, y justo cuando iba a bajar la cabeza, Benjamín tomó su barbilla y la giró hacia él, examinando con atención las marcas de los dedos en su rostro.
Capitulo 24