Chapter Capítulo 25
Capítulo 25
Fuera de la sala de operaciones, Hilario se encontraba visiblemente preocupado.
El trasplante de médula ósea no debería causar mucho daño al cuerpo. Después de la cirugía, él la compensaría.
Sin embargo, la expresión desesperada en los ojos de Eliana antes de entrar a la sala de operaciones seguía repitiéndose en su mente.
¿Por qué se resistía tanto? Ella y Deva habían crecido juntos desde pequeñas. ¿Cómo podía permitirse ver a su hermana morir de cáncer sin hacer nada? Se esforzó por controlar sus
emociones, tratando de no recordar la mirada de Eliana…
Pasaron tres horas rápidamente. Pero para Hilario, parecieron una eternidad. La luz roja de la sala de operaciones se volvió verde y la puerta se abrió.
Hilario vio a Deva que fue llevada hacia afuera, con los ojos cerrados y el rostro pálido. Su muñeca estaba vendada y todavía se veía la sangre roja.
La mascarilla facial de oxígeno estaba ligeramente empañada, reflejando los momentos críticos que habían pasado durante la cirugía.
Hilario frunció el ceño con preocupación. El cuerpo de Deva ya era débil, y ahora había pasado por una cirugía tan intensa, ¿cuánto tiempo tomaría para que se recuperara?
El Doctor Valbuena también salió de la sala de operaciones muy cansado. Hilario se aceró y le preguntó:
-¿Cómo fue la cirugía?
El Doctor Valbuena fingió cansancio y se frotó las sienes adoloridas. Respondió:
-La cirugía fue exitosa, pero si ella se despierta o no dependerá de su suerte.
-¿Qué quieres decir?-preguntó Hilario frunciendo el ceño y mirando a Deva con evidente
preocupación en sus ojos.
-La paciente aún necesita ser observada en la Unidad de Cuidados Intensivos durante tres días. Si no se despierta después de ese tiempo… existe el riesgo de que quede en estado vegetativo…-informó el médico con una expresión seria y luego se apresuró a irse, diciendo que tenía que escribir el informe quirúrgico.
¿Por qué la situación era tan grave? Hilario frunció el ceño y se dirigió a la UCI, olvidando
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completamente que Eliana aún no había salido…
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Dentro de la sala de operaciones, Eliana yacía en la mesa de operaciones, sintiendo cómo su conciencia disminufa. Un dolor punzante recorría su columna vertebral y se extendía por todo su cuerpo, estimulando los nervios de su cerebro y manteniendo una débil conciencia. Poco a poco, ya ni siquiera podía sentir el dolor, solo percibía una creciente sensación de frío en su cuerpo, como si se estuviera congelando. Tenía la sensación de haber visto a su madre en su mente, llamándola y agitando la mano…
<<Mamá… Me duele… Me duele mucho… Por favor, llévame contigo. Te extraño tanto…>>, pensó ella.
Instintivamente, extendió la mano hacia donde creía que estaba su madre…
Después de terminar su trabajo, Marc planeaba ir a la habitación de Eliana. No sabía si su situación había mejorado un poco hoy. Justo cuando pasaba por la estación de enfermeras, escuchó a algunas enfermeras hablar sobre el trasplante de médula ósea. De repente, tenía una mala sensación y aceleró el paso.
¡Nadie en el pabellón!
Su corazón dio un vuelco y de inmediato se dio la vuelta y corrió hacia el mostrador de registro de las salas de operaciones.
Jadeando, se detuvo frente al mostrador de registro y buscó desesperadamente en los registros que la enfermera le entregó. El nombre de Deva estaba claramente escrito allí, indicando que la cirugía había comenzado hacía tres horas…
Tres horas… ¡Eso significaba que la cirugía ya había terminado!
Una sensación peor se apoderó en su corazón y corrió hacia la sala de operación indicado.
La puerta se quedó abierta.
Empujó bruscamente la puerta. Toda la sala se quedó en un silencio aterrador, solo se escuchaba el sonido de las máquinas en funcionamiento y el ligero zumbido del ventilador.
Atravesó la sala de desinfección y a primera vista vio a un médico que sostenía una jeringa y estaba inyectando algo a la persona acostada en la cama.
-¡Qué estás haciendo! -exclamó Marc, asustando enormemente a la
persona.
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El médico, en pánico, guardó rápidamente lo que tenía en la mano y evitó el contacto visual
con Marc.
-Do… Doctor González…
Marc frunció el ceño y miró a Eliana, que estaba pálida en la cama, sintiendo una dolorosa punzada en su corazón. Exclamó con furia:
-¡Lárgate de aquí!
El Doctor Valbuena no se atrevió a decir nada. Con miedo, escapó rápidamente del quirófano.
-¡Eliana! ¿¡puedes escucharme!?
Marc se acercó a Eliana y la llamó por su nombre. Sin embargo, en este momento, aunque Eliana tenía los ojos abiertos, sus pupilas carecían de enfoque, como si su alma hubiera sido arrancada, dejando solo un cuerpo vacío.
El sonido irregular de la máquina de electrocardiograma resonaba en los oídos de Marc. Eran tan caótico y angustiante… Marc siguió llamando a Eliana desesperadamente, pero Eliana no simplemente no tenía ninguna reacción.
Di–di–di…
De repente, el electrocardiograma emitió un sonido de alarma urgente.
Marc lo revisó apresuradamente y vio que el ritmo cardíaco de Eliana estaba disminuyendo constantemente, acercándose a una línea recta…
Mientras tanto, sus ojos perdieron el brillo poco a poco. Un gran pánico envolvió a Marc. Agarró la mano de Eliana y le suplicó desesperadamente:
-¡Eliana! ¡Eliana!
Pero en este momento, Eliana ya no podía escuchar nada.
Marc se tambaleó para tomar el desfibrilador y lo aplicó una vez, dos veces, tres veces…
La mujer en la mesa de operaciones simplemente ya no mostraba ninguna respuesta.
De repente, el electrocardiograma emitió un sonido fuerte y largo, como si estuviera recordando que la vida de Eliana había llegado a su fin.
Marc se quedó completamente inmóvil en su lugar. Extendió la mano a tomar la de Eliana. No pudo creer el frío que sintió.
Al mismo tiempo, un mundo en su corazón se derrumbó.